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Contra la ideología de género General

Puteros y mujeres en situación de prostitución

por Marisol Oviaño

neolengua

Yo creía que la misión de un Ayuntamiento era tener limpias las calles, arreglar los baches, cuidar los parques y jardines, ordenar el tráfico… facilitar, en suma, la vida de sus ciudadanos. Pero según parece, Madrid está limpísimo, ya no hay atascos, no quedan baches por tapar ni problemas que solucionar. Así que el Ayuntamiento ha sacado una guía de neolengua para periodistas.

He estado echando un ojo a la Guía de recursos para periodistas y no salgo de mi asombro. Todo se desencadena a partir de una cita:
“Las cosas no son como son, son como las cuentas y las cuentas como las ves”.
Dicho así queda muy cool, porque parece que están defendiendo la libertad de prensa.
Pero no, no van por ahí los tiros.
Para empezar, han extraído la cita de algo que apesta a pensamiento teledirigido: el Manual de Género para Periodistas. Y ahí es donde he comenzado a sospechar, del mismo modo que sospecharía de algo que se llamara “Manual de machismo para periodistas”, “Manual de capitalismo para periodistas”, etc.

Aun así, todavía tenía una tibia esperanza de que el propósito de esta guía fuera informar a los periodistas de la situación del negocio de la prostitución en Madrid, para que tuvieran material del que partir.
Pero no, los tiros no van por ahí.
El objetivo no es informar, sino explicar a los periodistas que se equivocan incluso cuando hacen fotos. Que las cosas no son como ellos las ven, sino como las dicta la Consejería de Neorealidad. Así, cuando un periodista vea una prostituta, debe escribir que hay una “mujer en situación de prostitución”. Y donde  vea un cliente, dirá que hay un “putero”. Lo cual no deja de ser un sinsentido lingüístico: si no hay putas, ¿cómo va a haber puteros?

Si os estabais preguntando para qué sirven los Grados de Género que se imparten en algunas universidades, ahora ya lo sabéis: para que quienes se matriculen en ellos vivan holgadamente de nuestros impuestos imponiéndonos su neolengua y su neorealidad.

A mí, como a Orwell, me da mucho miedo el totalitarismo, que siempre va acompañado de una redefinición de la realidad. A poco observadores que seáis, os habréis dado cuenta de que la dictadura de la corrección política cambia una palabra que todo el mundo entiende, por palabras mucho más largas, e incluso por sartas de palabros. Empezamos llamando “afroamericanos” a los negros, antes los soldados volvían jodidos de las guerras y ahora nos dicen que “sufren el síndrome del estrés postraumático”, y la última moda ha sido sustituir la palabra “discapacitado” por “persona con capacidades especiales”.

Pero la neolengua de la ideología de género es particularmente dañina. Y no sólo porque ahora veamos cómo la gente se hace la picha un lío diciendo “todos y todas”, “ciudadanos y ciudadanas”, “dirigentes y dirigentas”, “periodistas y periodistos”; eso resulta hasta divertido. El problema de fondo es que convierte al hombre en un criminal sólo por haber nacido hombre, y no pararán hasta que esto sea una verdad oficial; según nos informa El Mundo, en la Universidad de Princenton se ha publicado una «guía de lenguaje inclusivo de género» en el que se recomienda sustituir la palabra «hombre» por «ser humano» o «persona». Y todo ello responde a la absurda teoría de que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres no son tal, sino una imposición cultural del heteropatriarcado.

Y las mujeres deberíamos ser las primeras en rebelarnos contra las imposiciones de la ideología de género, porque nuestro enemigo no es nuestro padre, ni nuestro hermano, ni nuestro marido, ni nuestro hijo. Nuestro enemigo es una ideología que tiene como objetivo la destrucción de la familia, derribar nuestro último refugio y dejarnos, al fin, inermes frente al poder.

5 respuestas a «Puteros y mujeres en situación de prostitución»

Apenas nos habíamos desembarazado del falangismo cuando lo han sustituido por esta nueva ingeniería social, más agobiante todavía que la anterior. Pero lo peligroso no es eso. Lo peligroso es que este falangismo progre tiene ‘legitimidad’ a los ojos de la población, porque dimana de una ‘democracia’ y ya no de una dictadura. De modo que quien se oponga es automáticamente antidemócrata. Es una auténtica trampa para osos, de la que es imposible zafarse so pena de linchamiento. Y, como nadie se atreve a plantarles cara, el proceso es imparable. Me recuerda tanto a las consignas de la antigua URSS…

Te recuerda a la URSS porque esto viene del comunismo, y del «hombre nuevo» de las revoluciones fracasadas. Por suerte, este lenguaje es un postizo estúpido y poco sólido, y la gente en su vida corriente vive al margen de estas paridas y sigue hablando con sentido común -salvo los muy tontos y los muy untados, que son minoría- por lo que está condenado a pasar como un cometa por la historia, sin dejar rastro. Otro más.

Ay, cómo se nota que sales poco. A mí ya ha habido quien, cuando yo he dicho «los niños», me ha corregido con una meliflua sonrisa «y las niñas», tengo amigas que de repente son expertas en micromachismos y conozco hombres que se fustigan a diario pensando en qué cosas machistas han podido hacer sin darse cuenta.

Estoy de acuerdo contigo y con Rick en que esto viene de la URSS. En el libro «El fin del homo sovieticus», en el que Svetlana Aleksiévich ha recogido el testimonio de muchos exsoviéticos, no son pocos los que afirman que les quitaron una religión para sustituirla por otra: el comunismo. No importaba que les hicieran pasar un frío del demonio, que sólo les dieran de comer patatas podridas y les hicieran trabajar quince horas en las minas o la construcción de las vías ferroviarias: aguantaban gracias a la fe en Stalin.

Del franquismo recuerdo que era un cognazo total todo lo que no fuera la vida corriente y moliente: los periódicos, las procesiones, las películas censuradas, los telediarios, el nodo… Pero ahora la ideología envuelve INCLUSO nuestra vida cotidiana como una boa asfixiante. Los imbéciles que corren por los parques en lugar de disfrutarlos, los imbéciles que ruedan en bici con casco y uniforme de Tour de Francia, los papás convencidos de que su vocación es pasear el cochecito con el nene, los imbéciles que se ponen guantes para coger un melocotón en el super, los imbéciles que reciclan, los imbéciles que se han creído el cambio climático, el terror por el colesterol, los ciudadanos y ciudadanas, las ministras de cuota, los colectivos GLÑOQRJV o como se llamen, el miedo a ser tildado de islamófobo, el miedo a ser tildado de racista, el miedo a ser tildado de fascista, el tuteo indiscriminado, la ley de memoria histórica, A Coruña, Lleida o Bilbo pero no London o New York, el Estado español, el valenciano obligatorio en las guarderías, las subvenciones a la ‘cultura’, etc. etc. etc. etc. etc. TODO eso es ideología. Uno no puede mover un dedo hoy en día sin toparse con una camisa de fuerza ideológica. Estamos rodeados, atrapados. Cada minuto que pasa estamos más cerca de la Unión Soviética, y los gulags y las purgas no son necesarios porque han sido sustituidos por la exclusión social, anatema, sambenito y tabú ominoso. Comparado con este Big Brother omnipresente, el general Franco era un pasota libertino.

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