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Carta abierta a la casta

por Marisol Oviaño

En la última asamblea del núcleo duro proscrito, Miguel Pérez de Lema nos avisó: “Ahora que se acaban las grandes subvenciones a la prensa, vamos a alucinar con las cosas de las que nos vamos a enterar”.

Y desde entonces no hemos parado de alucinar, ni de indignarnos con cada nuevo caso de corrupción. Pero las noticias de esta mañana sobre los papeles de Bárcenas y los sobresueldos que cobraban miembros del Gobierno, me han hundido en el desaliento.
Tanto si son ciertas –que lo parecen-, como si no. No seré yo quien ponga la mano en el fuego por el PP o por El país y El mundo, yo no sé si lo que los dos principales periódicos de España denuncian estos días es verdad o responde a una guerra entre mafias. Yo sólo sé que cada escándalo político nos hunde más en la miseria.
A todos.
A la gente honrada que vota al PSOE creyendo que son el partido del pueblo, a la gente honrada que vota PP pensando que son los defensores de la familia y la buena gestión, a la gente honrada que vota por otras opciones políticas y a la gente honrada que, directamente, no votamos.

A estos últimos nos queda el triste consuelo de no haber votado a quienes nos roban, pero eso no nos libra del latrocinio general.

Es muy duro levantarse cada mañana pensando en qué amenaza llegará hoy al buzón: ¿la de la compañía del gas? ¿la de la compañía eléctrica? ¿la de la Agencia Tributaria?

Es muy duro pelear más de diez horas al día por sacar adelante proyectos que ayudarán a comer a mi familia -y, con suerte, a algunas más-. y constatar que es inútil. Da igual lo que trabajemos, lo que luchemos y los sacrificios que hagamos: ya se encargará la Casta de llevarse los frutos de nuestro esfuerzo.

Pero lo más duro de todo, señores políticos, es que mi hijo de 19 años me señale cuando en la tele sale otro caso de corrupción y me diga: “¿Ves? Trabajando y siendo honrado como tú no se llega a nada”.

4 respuestas a «Carta abierta a la casta»

Marisol, pero tu sabes que tu hijo no lleva razón.
Dile a tu hijo que a donde pueden llegar una buena parte de estos delincuentes es al banquillo, a la pena de telediario e incluso a la cárcel. A mi me daría mucha vergüenza ir a la cárcel, no me gustaría por nada codearme con Roldanes, «Gurteleros» o con Julianes Muñoz, ni en una mesa de restaurante ni en una cárcel.

Lo triste es que ya no sé si lleva razón mi hijo o la llevo yo. Porque, seamos realistas ¿cuántos corruptos hay en la cárcel? Ninguno, todos vemos que al final no les pasa nada porque sus delitos prescriben, por defectos de forma o porque les indultan.

Por esa razón mi hijo (que para más INRI es estudiante de Derecho y Administración de Empresas) se parte de risa cuando le hablo de honradez y decencia.
Si Miguel tiene razón y todo esto es fruto del fin del pesebrismo de los grandes medios de comunicación, quedaría un rayito de esperanza: si los medios empiezan a cumplir el papel que les corresponde, los políticos tendrán más cuidadito con lo que hacen.

SEPARACIÓN DE PODERES YA.

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