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Calendarios

por hijadecristalero
Fotografía en contexto original: photocalendarmaker

Otros que vienen a pedir.
En esta ocasión, un español de mi edad con una simpática cara de boxeador golfo, y un chavalín negro.
Todos esos albergues para ex yonquis, ex alcohólicos y demás excluidos andan cortos de subvenciones, y han puesto a sus protegidos a vender calendarios. Debe ser duro haberte desenganchado de las drogas, del alcohol o de la locura para acabar pateando la calle a diario y recibiendo una negativa tras otra. Puedo imaginar lo difícil que debe resultar cargarte de energía positiva y no pedir una caña en el siguiente bar, no rendirse.

Antes yo compraba calendarios a todos los que entraban, para ayudarles en su lucha contra sí mismos. Pero ahora la cosa anda en la supervivencia, lo primero son mis hijos: cincuenta céntimos que les dé a otros, son cincuenta céntimos que sustraigo a la economía familiar.

– Hola, somos de X –dice el español-, no sé si nos conoces.
– Sí, os conozco–contesto señalando la mesa donde pongo las publicaciones gratuitas, la publicidad de pequeños negocios y los calendarios de estas casas de acogida de hombres descarriados-. Pero no puedo compraros nada, lo siento.
– ¿No puedes darnos nada? -pregunta desolado-¿Ni veinte céntimos?

El tipo tiene una mirada realmente seductora, pero yo soy una roca y niego con la cabeza. Él entiende que no servirá de nada insistir, se despide educadamente y comienza a abrir la puerta. Y, no sé por qué, necesito darle una explicación.

– No puedo de verdad, yo no llego ni a mitad de mes, y pasáis tantos por aquí que si os doy veinte céntimos a todos, me cortan la luz.
– No te preocupes –sonríe indulgente-, lo comprendo.

—-
Hijadecristalero es autora de Historia de un desclasamiento

Una respuesta a «Calendarios»

Buen texto.

No contiene errores de significado, ni gramaticales. No abusa de frases hechas, ni refleja inmadurez de pensamiento (defecto constante en otros autores). Tampoco realiza pontificaciones (error, lamentablemente, muy común, pero que en este texto se evita).

Pese a ser un texto ligero, contiene el dolor clásico puesto de manifiesto por Calderón de la Barca en «la vida es sueño», en boca de Segismundo, «cuentan que un sabio un día, tan pobre y mísero estaba…» (cuentan… )

Tal dolor clásico, amarga filosofía, se contiene aquí, en versión tan ligera como abreviada del clásico aunque ambientada en la España doméstica del Siglo XXI.

Enhorabuena. Siga Vd. así.

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