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EJÉRCITO DEL FUTURO General

Solidaridad sumergida

por nidiosniamo
Imagen en contexto original: CNT

Los políticos repiten una y otra vez el mantra de la productividad.
Pero yo sospecho que la productividad no es la única razón por la que ciertas empresas obtienen beneficios de miles de millones. Yo creo que gran parte de esas cifras abisales provienen de los intereses que genera el dinero que retienen a los proveedores.

En los tiempos de vacas gordas no importaba que una empresa tardara treinta, sesenta, noventa o ciento veinte días en pagarte, trabajabas todos los meses: todos los meses cobrabas algo. Pero cuando el trabajo escasea y no todos los meses consigues ganar suficiente para vivir, trabajar en verano y empezar a cobrar en invierno, es un drama. (Eso por no hablar de trabajar hoy, pagar el IVA mañana y cobrar dentro de tres meses, o no cobrar)

Hay algo perverso en que quien gana miles de millones al año, tarde 90 o 120 días en pagar una facturilla de 700 euros. Esos 700 euros que están generando intereses a la gran empresa, darían mucha vidilla a la economía real: el proveedor llenaría la nevera, se compraría unos zapatos nuevos, llevaría el coche al taller. Sus setecientos euros se moverían por su comunidad y todos se verían beneficiados.

Pero cuando quiere cobrar, ya lo debe (ha llenado la nevera lo imprescindible y ha dejado unos cuantos recibos sin pagar, no se lo ha gastado en zapatos ni ha llevado el coche al taller). Entonces paga sus deudas, y vuelve a quedarse sin dinero para comprarse los zapatos y llevar el coche al taller. Es decir: la comunidad no se ve beneficiada por el trabajo de nuestro imaginario autónomo.

Y ¿a quién benefician los intereses que esos 700 euros –unidos a otros millones de euros de proveedores- generan en el banco? ¿Os suena la palabra bonus?

Por fortuna, cada vez son más las personas que comprenden que hay que primar la economía real sobre la financiera. Cada vez son más los que se han dado cuenta de que, si el dinero sigue fluyendo sólo hacia los grandes, si aplastamos al pequeño que genera movimiento, todos acabaremos convertidos en piedra.

Y a pesar del Estado que aprieta cada día un poco más, a pesar del banco que cierra el grifo, estamos empezando a ayudarnos unos a otros: yo fío un servicio a un cliente tan pequeño como yo, el informático que me ayuda me deja que le pague cuando buenamente pueda, el de las fotocopias me hace precio, el empleado de la gran empresa da la lata en el departamento financiero hasta que consigue que me paguen la última factura dos meses antes de lo previsto…

Hay días en los que no puedo evitar pensar que, en el fondo, todos esto que nos está pasando es bueno.

4 respuestas a «Solidaridad sumergida»

Eso me recuerda a algo que me contaron hace tiempo. Me dijeron que los grandes supermercados, Carrefour, Alcampo, Mercadona, etc. no tenían el negocio mollar en la venta, a la que apenas le sacan un pequeño margen de beneficio, sino que lo gordo está en la liquidez diaria que producen, es decir que ellos todos los días disponen de una cantidad de dinero líquido que pueden poner a trabajar mientras a los proveedores les pagan a x días. Me parece perfectamente verosímil y además es donde se ganaría el dinero grande. El problema es que en realidad no se dedican a la venta sino que no dejan de ser especuladores con el dinero ajeno y si las inversiones no son acertadas, se hunden y hundes a todos los que vienen detrás.

Efectivamente, así es como funcionan las grandes cadenas de distribución y me da que hoy en día en cualquier gran empresa es más importante el departamento financiero que el de producción.
Llegará un día en que el dinero trabaje solo y entonces… ¿para que servirán los trabajadores?

Lo peor no es que exploten ese colchón, sino que es una situación monopolística: todos se ponen de acuerdo para no pagar pronto. Supongo yo que el organismo de defensa de la competencia tendría algo que decir al respecto. En realidad, casi con que diga algo me conformo porque, que yo sepa, aparte de alguna multa ridícula a las eléctricas o telefónicas, ni se les ve ni se les oye. Son de una modestia franciscana.

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