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El saco sin fondo del Estado

Por Marisol Oviaño

Llevo todo el día con los amigos, sin saber nada del mundo.
Antes de irme a la cama, me doy una vuelta por las noticias del día.
Una alarma de bomba siembra el caos en el aeropuerto de Ibiza.

Dos tipos, en lo que hasta ahora tiene la pinta de un atentado suicida, han intentado entrar con un coche en llamas en el aeropuerto de Glasgow. Atentado o accidente, han cerrado el aeropuerto y se habrá producido, imagino, un pequeño caos en los vuelos de toda Europa y unas cuantiosas pérdidas económicas.
Todos los aeropuertos de Gran Bretaña han reforzado su seguridad.

Leo que EEUU ha reforzado (o prometido reforzar) las medidas de seguridad en todos los aeropuertos.

Mañana puede ser un crucero con cientos de pasajeros, un centro comercial, un centro de ocio, un hospital, un estadio de fútbol, una plaza de toros… Y la respuesta, por parte de las autoridades, siempre será la misma: se refuerza la seguridad.

También leo que la situación en Ceuta con los menores inmigrantes es desesperada si no le llegan pronto los 3.000.000 de euros que el Ministerio de Administraciones Públicas prometió en su día. (Me pregunto, con toda la inocencia que cabe a estas horas de la noche ¿no nos saldría más barato devolver Ceuta a los marroquíes?)

Me voy a la cama con la sensación de que los políticos del primer mundo se comportan como niños que se hubieran encontrado con un millón de dólares. Todo lo solucionan con dinero: más gasto en seguridad, más gasto en atención a la inmigración… En los programas electorales sólo son frases hermosas, ideas, que tocan lo más sensible que hay en nosotros.
En la vida real, son cuentas que hay que pagar.

¿Disponen los Estados de dinero ilimitado para proteger a sus ciudadanos?
Cuando oigo a los políticos salir del paso, tengo la sensación de que son como cualquier ciudadano que se mete en una hipoteca que no podrá pagar dentro de un par de años, que se endeuda para cambiar de coche y hasta para irse de vacaciones.

Fotografía de Thomas Conroy

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Inglaterra lleva una extraña semana de fallidos atentados terroristas. En España, los presuntos autores del 11M eran vulgares delincuentes comunes sin mayor formación y tuvieron un éxito total en su misión. Algunos de los detenidos en relación con los atentados chapuzas de Londres, son médicos. ¿Demostrará esto que la calle es la mejor universidad de la vida?

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