por Juan Hoppichler
Una vez a Kaligaht llegó una mujer a la que habían echado ácido a la cara. Se moría de dolor y tenía gusanos alojados en las quemaduras. Una enfermera canadiense se los quitó con una solución química mientras le cantaba una nana en francés para tranquilizarla. Esa tarde mi tarea allí fue recoger con un cepillo los gusanos que caían de la cara de esa señora.
Se lo estaba contando a Jara en una terraza de Malasaña, ya en Madrid, cuando ella me interrumpió para anunciarme que –una vez más- me dejaba:
-He conocido a alguien con quien puedo contar, alguien que no se va prácticamente sin avisar a la otra punta del planeta, alguien positivo… alguien normal ¡Qué coño!
Es una pena. Ahora que empieza el calor está bien tener una novia atractiva, es como ir por la calle diciendo “¡eh!¡mirad! yo también tengo mi pedacito de cielo”.
Más irritado que triste, seguí el Protocolo habitual para esta situación: llamé a Charlie y fui a verle a Embajadores.
Me recibió en calzoncillos y batín. Me contó que su abuelo ha estado apunto de casarse de nuevo. Resulta que Don Indalecio, de ochenta y cinco años, conoció a una viuda de setenta en clases de baile y unos días más tarde ella sugirió que se casaran. Él accedió, pero al poco, otro novio celoso de ella se presentó furioso diciendo que no lo permitiría: al final resultó que lo de la boda no era más que una estratagema de ella para que este novio se decidiera a comprometerse de verdad.
La idea de seguir a los ochenta con las mismas puerilidades que a los quince me deprimió.
Dejé a Charlie y caminé un rato por esta ciudad caduca hasta que me metí en el ciber donde estoy.
Necesitaba Internet, voy a planear mi próxima fuga.
0 respuestas a «El regreso»
Espero que tu viaje por la otra punta del planeta te haya servido de algo. Un amigo que dejaste en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme.
Querido anónimo…podrían ser tantos sitios…¿traficamos con opio en Ragún?¿luchamos según era día par o impar con y contra el subcomandante Marcos?¿participamos en la liberación y posterior compensación de las insatisfechas mujeres del sultán de Mogadisco?
Dear Juan: ¿te has ido a la India para seguir siendo igual de tocapelotas?
Tsk, tsk, tsk.
Entre el Juan que se fue y el Juan que ha vuelto ¿qué diferencia hay?
¿De qué ha servido el viaje?
Quizá sea demasiado pronto para saberlo.
yo creo que no me he ido suficiente tiempo…pero sigo trabajando mi plan de evasión.
mil abrazos!
Juan, yo he estado 15 anhos a salto de mata en unos cuantos sitios. Hace no mucho me di cuenta que era para evitar enfrentarme a mí mismo. Claro que este no tiene por que ser tu caso. Aunque que carajo, lo «bailao» no nos lo quita ya nadie.
Saludos.