por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: denocheconmanny
Aunque se estaba muriendo, me encargó que comprara décimos de Navidad para todos.
Solía regalarnos uno a cada hijo, pero no nos lo daba hasta después del sorteo. Para algunas cosas seguía considerándonos niños pequeños, y pensaba que los décimos estarían mucho más seguros en su mesilla.
El dia 22 de diciembre estaba demasiado grave, y nadie estuvo pendiente del sorteo. Comprobamos los décimos después de Reyes, cuando él ya estaba muerto. No nos tocó nada. Ni falta que hacía.
Compraba lotería por tradición, no por el dinero. Sentía lástima de quienes compraban lotería esperando que les tocara el Gordo para convertirse en personas diferentes de las que eran: la mejor lotería es el trabajo. Y si alguien le preguntaba qué haría si él fuera agraciado con el primer premio, contestaba invariable: Yo soy un enamorado de mi trabajo: seguiría trabajando.
Exactamente lo que seguiría haciendo yo. Y creo que también mis hermanos.
Los tres trabajamos en lo que amamos.
Ya nos tocó la lotería cuando nacimos.
0 respuestas a «Una de lotería»
Pues ya ves, para mí, el sonido más deprimente del mundo es el de los jodidos niños cantores de San Ildefonso. Más que sonido, soniquete.
Y se agrava con el consiguiente telediario ritual de los premiados con la botella de sidra.
Malo me pone.
Hoy han dicho en el arradio que la lotería es el mejor de los juegos porque no genera vicio.
Miguel, eso te pasa porque no juegas (no seas cenizo, hombre) A mí, sin embargo, me pasa todo lo contrario. Cuando hoy salía en el telediario gente que ha pillado un pellizco cuando peor lo estaban pasando por el paro, la hipoteca y tal, se me saltaban las lágrimas.
Hubiera preferido que me tocara a mí, pero mira, todo el mundo tiene agujeros que tapar y siempre hay quien lo pasa peor que yo.
Enhorabuena a los premiados.
Es que eso es lo malo. La lotería como esperanza de un país sin esperanza. De justicia divina a falta de justicia. No creo que en Suecia le den tanta bola a esto.
Y si el arradio dice que algo es bueno, entonces es que es cacafuti.
Copón.
Sí, cuando la lotería se convierte en una esperanza, mal asunto (habrás visto que también lo decía mi padre) Aquí todo el mundo quiere ser funcionario o que le toque la lotería para convertirse en jubilado.
Lo divertido es jugar por jugar, sin esperar nada a cambio.
Sin esperanza alguna, vaya.