Miguel Pérez de Lema
Recomiendo a todo el mundo que dedique una tarde -al menos- a explorar los vastos dominios de la hemeroteca virtual de la Biblioteca Nacional.
Miles joyas increíbles que pueden consultarse y descargarse en PDF con 100% de calidad, gratis total. ¿Es esto un intercambio indeseable, señora Ministra?
Llevo varios días tan metido en el archivo de Mundo Gráfico, que empiezo a tener una extraña sintonía con esta revista. Como si la conociera de toda la vida. Mundo Gráfico era el principal semanario ilustrado de reportajes y actualidad de los años 30, algo así como el País Semanal de la época. Y se parece -en cierta medida- hasta en la maqueta.
Sorprende la enorme calidad de las fotos y los reportajes. La vividez de muchas de sus fotografías consigue acercarte tanto al sujeto retratado que te enganchan más allá del valor de documento de época. Te hablan de eso que Buero Vallejo llamaba la intrahistoria, la historia peculiar, infinita y casi siempre victimizada, de los individuos.
Pasando los números de Mundo Gráfico vas observando los golpes de timón del tiempo, la evolución de la política y de la línea editorial de la revista. Sus momentos de gloria y decadencia. Y puedes seguir esa línea de puntos que dejan las huellas del pasado sin que, probablemente, puedan saberlo en su momento sus protagonistas.
Y tener momentos de sobresalto como el de topar con el primer número de la Guerra Civil. Salió el 22 de Julio del 36, cuatro días después del alzamiento, por lo que la edición debía estar prácticamente entrando en talleres al comenzar la sublevación. Rápidamente debieron levantar las primeras 3 páginas y la portada, que ya estarían preparadas con otros temas, para incluir un reportaje fotográfico urgente de la lucha en Madrid.
Sorprenden los rostros felices de primera hora de los milicianos, como si aquello fuera una fiesta improvisada, el orgullo de los primeros que tras el reparto de armas enseñan el fusil un poco como el que le ha tocado un salchichón en una feria. Pocos podían imaginar el alcance de lo que estaba comenzando.
Pero lo que me deja pasmado es el reportaje de 3 páginas que sigue inmediatamente al de apertura sobre Madrid. Un reportaje sobre hermanos siameses enfrentados a muerte con el titular profético:
«Cuando muere uno de los dos cuerpos inseparables, ¿es posible salvar la vida del otro?»
La historia estaba dando su irónica clave, pero sólo ahora, desde la distancia, podemos verla.
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Mi padre tenía cinco años cuando empezó la guerra. Y una de las estampas que se le quedó grabada fue la marcha de los milicianos. Decía que todos salían cantando y riendo, como si fueran a una fiesta. Y que, los que volvían, lo hacían callados, rotos, tristes y malheridos.
Miguel, anda, pon el link a estas fotos, no nos hagas buscarlo, please.
Y otra cosa… ¿existen los hermanos siameses adultos? Jamás he conocido unos. Y tengo muchísimas horas, días, semanas y meses de gran hospital, endonde he visto las cosas más raras. He conocido hasta niños alérgicos al agua (que nacen grandísimos y mueren meses después consumidos, convertidos en nada), pero nunca siameses.
¿Alguien ha conocido hermanos siameses que hayan llegado a los 20 años?
A ver si el problema de las dos Españas va a ser como estas leyendas urbanas y nunca han existido en realidad.