Miguel Pérez de Lema
Cuando éramos pequeños imaginábamos un futuro futurista. Un siglo XXI de ciencia ficción. Es verdad que ya tenemos cosas muy chulas: los móviles, Internet, videoconferencias. Pero, en general, este futuro pierde bastante visto de cerca y está resultando decepcionante al niño que fuimos. ¿No?
Por eso creo que este invento inaugura el S XXI, estética y conceptualmente. Por fin algo que está a la altura de lo que imaginábamos que sería la vida en el futuro.
Va a haber hostias para comprarlo.
Mientras nosotros pitamos nuestro himno, hacemos mansa cola en el INEM, sacamos tajada del aborto adolescente, y contamos los trajes que le ha regalado El Bigotes a sus capos, ahí fuera pasan cosas, el mundo se mueve y la vida está llena de posibilidades apasionantes. ¡País!
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Y sin embargo, después de ver el video y quedarme alucinada con las posibilidades de este nuevo invento, la sensación que me queda es la de que al final, será otro artilugio que me complicará todavía más la vida.
A veces añoro la época en la que me comía un plátano y tiraba su piel a la basura sin tener que hacerme preguntas: ¿va en el cubo verde, en el azul, en el amarillo?
De un tiempo a esta parte parece que el conocimiento está hecho para dificultarnos la vida en lugar de facilitárnosla. Si para comprar un papel higiénico antes tengo que informarme sobre todos los fabricantes, tendré que dedicar un buen tiempo a leer, a evaluar, y a decidir.
Sólo quiero tener a mano un papel que no rasque. Y hacer la compra en el menor tiempo posible.
Cuando establezco un diálogo íntimo entre un libro del estante de una librería y yo, me importa una eme lo que diga amazon y lo que opinen los usuarios. Me gusta pasar un rato en la intimidad con el libro para saber si me lo llevaré a casa, guiarme por mi propio criterio y por el feeling que se establezca entre el objeto y yo.
Y, desde luego, la idea de que puedan implantarme un chip en la cabeza con toda la información que a ellos les dé la gana, simplemente me aterra.
No seré yo quien haga cola para comprarlo.