Miguel Pérez de Lema
Es incómodo defender mi postura. Pero es la que tengo. Estoy en contra de la inmigración ilegal, o descontrolada, o por encima de las capacidades reales de la economía de un país para absorberla, porque acaba mal.
Esta economía de oligarquías, oligopolios, corrupción asacopaco, burbujas hinchadas con el oxígeno que nos falta en los pulmones y pelotazo way of life, ha usado de manera especialmente cruel a estos inmigrantes, prometiéndoles «el sueño español», mientras durase la mecha, para luego devolver a cientos de miles de ellos a la realidad: Nunca estuvieron dentro, siempre vivieron en el margen, un peldaño por debajo y si no te gusta ya sabes el camino de vuelta, habráse visto el panchito descarado este.
Tontos útiles del altiplano, angelotes hambrientos sin malicia importados -dejando la gatera abierta- para devaluar el mercado de trabajo de los tontos útiles nativos, y todos juntos como hermanos producir el enriquecimiento súbito de ese cinco o diez por ciento de horteras que se lo ha llevado muerto y pa fuera, y de paso esquiamos el finde en St. Moritz, cari.
Para muertos en vida, ahora, los españoles, y los inmigrantes. Y para vivos ellos, los listos. Los de siempre. Y encima dicen que ya no hay crisis, serán hijosdeputa.
(Finalmente, y repitiendo lo que ya se ha dicho aquí en alguna otra ocasión, quiero dar mi aplauso a Jaime Alekos, el mejor reportero del mundo).
http://www.youtube.com/watch?v=yuYCSGlGm1s
Una respuesta a «El sueño español»
Se podría pensar que regulando la inmigración se evitarían los abusos de los empresarios sin escrúpulos al no haber tanta mano de obra barata de la que tirar. Creo que es un error. Una simplificación de la realidad que no da con la clave del asunto. La solución a esta esclavitud sobrevenida está en las leyes. Tan sencillo como eso, leyes duras contra esa ralea de empresarios que son capaces de esquilmar los recursos con tal de sacar un beneficio. Leyes que obliguen al empleador a no tratar a sus trabajadores como material desechable. Leyes y por supuesto gente que vigile en los puestos de trabajo que se cumplen. Condenas ejemplarizantes y dejar que los explotados puedan denunciar sin miedo a represalias. El problema de la degradación de las condiciones laborales no depende de la masa de trabajadores sino de la calidad de los empleos.