Por artistadesconocida
Esta es la primera crisis que vive mi generación.
La primera que vivimos como adultos.
Hasta ahora, las anteriores nos habían pillado viviendo en casa de papá y mamá, o compartiendo piso con cuatro amigos, terminando de estudiar o empezando con el primer trabajo.
No tenemos la cultura del ahorro que tenían por ejemplo, nuestros padres. Muchos de ellos pasaron hambre o penurias en las posguerra y vivieron las distintas crisis que afectaron al país con la llegada de la democracia.
Cuando yo era pequeña, oía a las mujeres hablar con frecuencia de lo caro que estaba esto o lo otro. Llegué a creer que esas conversaciones habían pasado de moda cuando empezamos a trabajar, que aquel comparar precios para ahorrarse una peseta había pasado a la historia.
Comprendo ahora que que aquel constante crecimiento económico en el que nos hemos hecho adultos, era sólo un espejismo y nos volvió tontos, confiados y débiles.No estamos acostumbrados al sacrificio ni a pasarlo mal. No estamos acostumbrados a trabajar todo el mes y no tener dinero para tomar una caña o echar gasolina al coche. No estamos acostumbrados a luchar, sólo a hacer nuestro trabajo y esperar que se nos pague puntualmente por él.
Pero nuestras madres no tuvieron lavadora hasta hace relativamente poco y nuestros padres iban a sus dos trabajos en transporte público y llegaban a casa derrengados de trabajar. Y ¿quién no tenía un tío en Alemania?
Mi generación vivió la Movida de los hermanos mayores, las drogas, la noche.
A los cuarenta, nos toca perder la inocencia.
Ánimo. La próxima crisis no nos pillara tan incautos.
A mí me queda el consuelo de que el hambre agudiza el ingenio y la necesidad es terreno abonado para el arte.