El futuro, nuestro presente que es el futuro de cuando niños, no está a la altura. Nada de coches volando sobre las ciudades, nada de viajes espaciales más allá del cinturón de asteroides, nada de nuevas físicas, nada de la paz mundial, nada de casi nada.
Y mucho simulacro.
Vamos viendo cómo el futuro tiende a darnos versiones descremadas de los productos del pasado y no verdaderas obras del futuro inédito, inaudito, inefable, que imaginábamos. Una estafa.
Ahora estamos todos participando en esto de matar al libro y al librero, cosa que hasta me parece bien, pero no para dar gato por liebre sino para dar un salto hacia la vanguardia, hacia una nueva literatura, o post literatura.
Lo que menos nos interesa es participar en otro simulacro.
Somos cómplices de Internet en el intento de asesinato del libro, y de la literatura, pero en ningún caso vamos a participar en este cambio de máscaras de los reproductores que son un simulacro del libro, en el que sólo cambia la cáscara. No es esa nuestra estética.
Nuestro móvil es otro. Es el de matar al viejo padre libro para renacer en algo mejor y más libre. Matar los géneros porque los géneros son ya un prejuicio, un tópico, una cárcel. Y digo los géneros como puedo decir cualquier otro formulismo, cualquier otro peaje o burocracia. Hay que ir a otra hacia cosa, hacia la libertad, si es posible.
No es fácil explicar que estamos hablando de libros y literatura pero estamos hablando de la vida. El que lo entienda, bien, el que no lo entienda, mucho mejor, será más feliz.
En estas, que me mandan esta mañana lo último que ha salido en el largo proceso de simulación de la vida. El espray de olor a libro para rociar con él tu libro mecánico y poder leer en él la vieja literatura en una experiencia casi como la de la vida real.
Como dijo Ortega sobre la República, «no es esto, no es esto».
El futuro está siendo un descremar la leche para ponerle crema de plástico. El futuro nos está fallando. Si el bote de olor a libro no es metáfora suficientemente esclarecedora, podemos pasar de pantalla y subir hasta el nivel de este perfume alemán: Vulva Original. Lo anuncian como «el erótico aroma vaginal de una mujer deseable».
No sé si me explico.
11 respuestas a «La vida como simulacro»
Post literatura. Qué bello nombre. Francamente, no creo que muera el libro de papel.
Please!!!!!! limpiémoslos con esencia de «Trementina» como decia una tia vieja, asi cuando abramos el libro huela a traves de los tiempos, como debe de oler…Por los libros!!, Susana (una mujer argentina).-
Hace muuuuchos años (27 exactamente) trabajaba yo en la editorial Akal y, durante la feria del libro de Madrid, atendía una caseta. Allí conocí a un editor que estaba vendiendo como rosquillas libros cuyas portadas eran de algún material (algún plástico seguramente), pero que parecían piel y ¡olían a piel!
En la vida siempre ha habido estafadores y simulacros. Lo que pasa es que ahora, con Internet, nos enteramos de que existen. Ánimo y que no decaiga.
Carmen: en Post literatura, como tu Post televisión, la cosa es ir un poco más allá y jugar.
Susana: la esencia de trementina es lo que usaba yo para diluir el óleo, no entiendo lo que dices ¿lo de tu tía era literal o se refería a otra cosa?
Marisol: Se me ocurre asociar el libro de piel falsa con el perfume alemán, para una colección de la sonrisa vertical. Toda una experiencia de simulacro elevado al cubo.
Mmmmm pero entonces ¿a qué olería ese libro? ¿a piel por fuera y a efluvios vaginales por dentro? Y de regalo una muñeca hinchable, jeje
Lo de la trementina no es un invento mio, lo decia una tia. Quizás estuviera equivocada.Si lo usabas para disolver el óleo, mal sirve para lustrar libros. Yo me atengo a comentar la anécdota.Susana ( una mujer argentina).
Miguel: mi anécdota es «literal» no utilicé nunca «Trementina», repito lo de mi tia, cuando aconsejaba limpiar los lomos de los libros con ese producto. Si lo usabas para diluir el óeo, pues se habrá equivocado mi quedida tia Celina con el nombre de la sustancia.Como me quedó tan grabado lo comento cual juglar. Ja!! (Susana Una mujer argentina).
El problema es el agotamiento de ideas por exceso de input. En este futuro del pasado se traga y se traga sin masticar. Los ríos de la fantasía ya no se recorren a nado: ahora hay piedras para ir saltando sin mojarse siquiera. Por eso me parece una buena noticia que la industria discográfica se hunda. Habrá más nueces y menos ruido. Y tal vez sería bueno también que se hundiera el mercado del libro. Sólo las aves fénix nos pueden salvar de la mediocridad.
Mrs. Merkel ofreció trabajo a españoles cualificados: yo sólo recogí el guante.
Me pagaron una pasta a cambio de renunciar a los derechos de autor del sublime perfume alemán. No queráis saber en qué consistieron las pruebas. En tiempos de crisis hay que «abrirse» a las oportunidades y dejar fluir imaginación, sentido del humor y lo que surja.
P.D. Puedo compartir los beneficios con el club proscrito.
Aceptamos tu oferta sin reservas. Mándanos unos botecitos, que alguno te habrás quedado de recuerdo, jeje.
En los corrillos de jubilados alrededor de cualquier obra, a menudo se deja oir el archiconocido: «si es que ya no saben que inventar!».
La vida es demasiado amarga como para sobrellevarla sin el camuflaje del «no va más».
Tenemos más estómago que una tuneladora, y un apetito de novedades brutal.
En esta jodida vida, sobran cosas y faltan motivos.