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Realidad versus relato

por Marisol Oviaño

Desde que empezó el conflicto, no puedo evitar ver a Ucrania y a la UE como el lado femenino de esta guerra.  Por un lado, tenemos a Putin penetrando en Ucrania y, por otro, a Úrsula von der Leyen  poniendo cara de circunstancias cuando Biden le dice que vienen tiempos difíciles para los europeos —entre otras cosas, porque vamos a pagar mucho más por el gas estadounidense que por el ruso—.  Pero es lo que sucede cuando, en lugar de analizar la realidad y prepararte para ella, te empeñas en sustituirla  por un relato.

Al pueblo ucraniano han estado años haciéndole creer que podía ignorar las advertencias de Putin: la OTAN estaría allí para protegerla y la UE, esa gran amiga del alma, no consentiría que nada malo le sucediera. Pero ahora resulta que ese cuento es mentira: la OTAN tiene sus propios objetivos y la UE bastante tiene con recuperarse de la bofetada de realidad que acaba de recibir.

En los últimos tiempos, Europa ha actuado como si este Elysium  en el que hemos vivido hasta ahora fuera invulnerable. Se ve que no había ni funcionarios ni asesores  que pudieran explicar a los eurodiputados que sin energía barata seríamos rehenes de otros.  Así, se han  dedicado a abrazar el Nuevo Orden Mundial, ponerse el pin de la agenda 2030, favorecer la inmigración ilegal, fomentar la ideología de género, predicar la religión del cambio climático e implementar políticas ecológicas que nos han llevado a ser completamente dependientes. Europa descubre ahora y de repente que no sólo no puede defenderse del enemigo, sino que además tampoco puede poner la calefacción o arrancar las fábricas.

Pero, como debe ser difícil admitir públicamente que han estado trabajando contra nuestros intereses, continúan vendiéndonos como grandes victorias las sanciones a Rusia. A fin de cuentas, ni Borrell ni von der Leyen van a pasar frío en sus casas ni van a perder el sueldo cuando cierren las fábricas en las que trabajan, y cada vez que se suban al coche oficial seremos tú y yo quienes les llenemos el depósito.  Por otra parte, no vamos a ir a combatir a Ucrania, hasta ahí podíamos llegar, ¡con lo femipacifistas que somos en Elysium! Tampoco van a decretar una zona de exclusión aérea, pues eso supondría, de facto, entrar de lleno en la guerra. Pero como estaría feo dejar a Zelenski pataleando, le mandamos misiles antitanque y dejamos que siga diciendo a su gente  que la población civil puede ganar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

Mientras, eso sí, acogemos a los que huyen. Bueno, mejor dicho, a LAS que huyen, sus abuelos y sus hijos menores de edad. En el país en el que nació FEMEN se ha prohibido que los hombres de entre 18 y 60 años puedan huir y ponerse a salvo. Ellos están obligados a combatir; ellas, no. ¿No hay ningún Ministerio de Igualdad que levante la voz contra esa demostración de machismo? ¿Para ir a morir a la guerra no exigimos cuotas y cupos? El silencio de las feministas profesionales al respecto resulta atronador; a lo más que ha llegado nuestra flamante Ministra de Igualdad ha sido a decir que las mujeres son las que más sufren en los conflictos bélicos. Con dos bemoles.

 

Prohibir salir de Ucrania sólo a los hombres es una clarísima discriminación hacia la mujer y envía el mensaje de que nosotras somos débiles y necesitamos machos que nos protejan , totalmente contrario a las políticas feministas en las que estamos gastando muchos millones de euros. Y ese mensaje no viene de montañas lejanas en las que el muecín llama a la oración, sino de un político europeo que está casado con una feminista.

Cualquier observador mínimamente atento encontrará gran contraste entre esta situación y lo sucedido en otros conflictos como Siria o Afganistán, de los que llegaron a Europa muchos miles de hombres jóvenes. ¿Es Bashar al-Ásad más demócrata —o, cuando menos, más clemente con su población— que Zelenski?

A Putin ya lo conocíamos; todos sabemos que pasó de ser oficial de la KGB a ocupar un par de cargos políticos antes de llegar a Presidente, y que nunca ha dejado de cultivar su imagen de macho alfa y hombre tradicional.

 


A Zelenski, que es más joven y tiene una imagen más moderna, le acabamos de conocer. Antes era actor y productor y, agárrense los machos:  dejó la serie en la que interpretaba a un profesor que llega a ser elegido Presidente de Gobierno para presentarse a las elecciones y ganarlas. Por supuesto, un actor puede ser un buen político —de hecho, la política está llena de malos actores—, pero a todos nos costaría imaginar a Putin de esta guisa:

Ahora lo vemos con sus camisetas caqui como si estuviera en el frente y no en una oficina, es evidente —y lógico— que aprovecha su experiencia en el mundo del espectáculo y los medios de comunicación para hacer llegar su mensaje al mundo occidental, en el que la política ha quedado reducida a marketing y relato. Probablemente, Zelenski tenga ahora mismo los mejores asesores de comunicación del mundo; sin embargo, cada vez que le veo con ropa militar, no puedo evitar tener la sensación de estar ante una ficción, una serie a la que no le quedan muchas temporadas.

En la primera, justo antes o durante los primeros días de la “operación especial”, muchas guapas jóvenes —y no tan jóvenes—ucranianas subían a las redes sociales imágenes en las que se las veía ataviadas con los colores de los ejércitos de tierra y algunas incluso con armas. Se hicieron virales unas fotografías de una ex Miss Ucrania en las que se aseguraba que había pasado de la pasarela a la guerra, pero resultó que los fusiles automáticos con los que posaba eran de airsoft; es decir: juguetes.

 

miss ucrania

Del ejército ruso, sin embargo, nos llega poca información. Sólo imágenes de bombardeos o fotos de tanques destrozados, si acaso algún muerto, su relato no interesa a los medios de comunicación occidentales; hay que buscar en otro sitio si quieres saber algo más. Ellos también practican el postureo, pero, al contrario que el postureo ucraniano, tan  parecido al del resto de Europa, en el suyo  —especialmente  el de los chechenos—, parece haber menos ficción y más realidad. O quizá sólo fe. Y masculinidad, mucha masculinidad.

 

8 respuestas a «Realidad versus relato»

Comparto unas cosas sí y otras no, como no puede ser de otra manera, pero se agradecen reflexiones fuera de la doctrina oficial. Gracias Marisol.

Definitivamente la realidad no es como nos la pintan los medios masivos de comunicación, así como no lo fue ni lo es con la famosa «pandemia», ahora pasando de moda ante lo apremiante de la guerra. Resulta ingenuo creer que ambas cosas no están relacionadas de mas de algún modo. Después de la guerra biológica del covid que devastó la economía mundial, excepto la China, su gran aliado Rusia decide tomarse la libertad de resolver sus asuntos al estilo clásico: a ostias. Que si el covid fue un experimento biológico o social, un accidente o resultado de la invasión del hombre en todos los ecosistemas, da igual. Los chinos son responsables de ello, y no veo a nadie hablando de sanciones o por lo menos restricciones para que los chinos dejen de comerse prácticamente todo lo que se mueve. Ni siquiera se permitió llamarle «gripe china», porque en estos tiempos todo lo que se diga es ofensivo. Eso si la mal llamada gripe española, que nunca lo fue, sigue conservando su nombre. Ahora viene Rusia con un conflicto muy antiguo, en el que no se puede olvidar que en su momento USA utilizo todos los medios a su alcance para fragmentar la unión soviética y así hacerse con el control del mundo. Y se le pone en el papel del villano.
Lo que olvidamos es que en esta historia llamada humanidad no hay héroes ni villanos, ni tampoco importa el genero en realidad. Somos una especie invasora, asesina, que bajo el paraguas del «amor» nos permitimos todas las atrocidades. Tan «malo» es Putin con su amor a su patria, como lo puede ser una madre/padre cegados por el amor filial y que en un momento de emergencia pasan por encima de todo y todos para salvar a su hijo. Lo único que varia es la capacidad de ataque y el tamaño de la venda en los ojos. El problema no es tal o cual dirigente, político o dictador, es la semilla del egoísmo que todo ser humano tenemos dentro. A final de cuentas todo en este planeta es asesino, la vida, irónicamente, se ha desarrollado siempre al filo de la muerte, y los seres humanos no somos la diferencia, muy por el contrario, hemos inventado el genocidio y la extinción deliberada.

Me ha gustado mucho tu escrito. Como habitual, dando palos a las feminazis que se los merecen. Y los comentarios sobre la invasión, muy acertados.
Gracias

Por Dios, ¡son angelicales!
Si ya me parecía que él era un producto de las factorías de ficción, este vídeo me lo ha dejado bien claro. Muchas gracias por compartirlo, no lo conocía.

El ejército ruso no tiene amazonas sino que dispone de francotiradoras. Las ha habido en la guerra de Transnistria -de una de ellas circulaban leyendas, dicen que no fallaba ningún tiro-, en la de Chechenia y las hay en la guerra de Ucrania. Algunas están casadas y tienen hijos e hijas.

No conocía el video… muy fuerte. Eso no hace menos peligrosa su tendencia filofascista pero ya me gustaría a mi que en España tuviéramos algún presidente o rey capaz de hacer esto… creo que lo convierte más en persona normal… no como los psicópatas paranoicos que tenemos por aquí… encerrados en sus palacios y desconectados del mundo real.

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