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Abyecto como un cura vasco

por Miguel Pérez de Lema

Otra vez. La iglesia católica y sus jerarcas vascos han estado y siguen estando alineados con ETA. Incluso ahora, que la banda lanza su último comunicado, los obispos refuerzan el mensaje con el suyo, a las pocas horas. Y ambos lo hacen para librar la última batalla que les queda, cautiva y desarmada la bestia, pedir beneficios para unos criminales que no han dado muestras de arrepentimiento ni han abandonado la banda.

No, los obispos no reconocen su culpa. Para un católico, el reconocimiento de la culpa requiere tanto pedir perdón como hacer todo lo posible para reparar el daño causado. Si sólo se pide perdón lo que se hace es un chantaje emocional a la víctima. Un doble daño.

La iglesia católica tiene la oportunidad de ser católica y, quizá, ser perdonada, por su relación con el terror. Y para eso tendría que confesar todos sus pecados. Informar detalladamente de todas las acciones y omisiones de sus miembros en beneficio de los terroristas y en perjuicio de las víctimas, desde el desprecio y la ausencia de compasión por las víctimas hasta los posibles encubrimientos de los criminales. Confesar todo lo que saben, sobre todo teniendo en cuenta que quedan muchos crímenes sin resolver.

Pero no lo harán. La iglesia católica es otra de las instituciones que nuestro régimen ha privilegiado injusta y desproporcionadamente, y de las que no ha recibido ninguna lealtad. Ahora, con los obispos vascos jugando a adaptarse al nuevo escenario sin ETA, pero todavía haciendo obscenos equilibrios, tenemos a los obispos sediciosos de Cataluña tomando el relevo del odio a España.

Eso debe cambiar.

Ni un euro más. Fin del concordato. Estado laico y enseñanza pública.

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