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PIS PRIDE

por Miguel Pérez de Lema

Las cosas son lo que son, y luego, ya si eso, lo que te cuentan. Y además está el cuidado que hay que tener con la pena de excomunión del modernario. Lo cual que hablamos de la movida que se prepara en Madrid -la ciudad con el centro más sucio, hacinado e intransitable de Europa- con lo de las carrozas trotonas de este año, que anuncian que va a ser el recopetín.

Si esto no se hiciera bajo la bandera que lo cobija, podríamos alertar cívicamente a la población del aluvión de meadas que se prepara sobre nuestros portales (hablan de que vendrían hasta 3 millones de personas decididamente resueltas a darlo todo). Pero como el terreno de juego está muy embarrado, nos preparamos para cerrar el pico y apretar los dientes, y esperar que la cosa no sea para tanto. En cualquier caso, nos quedaríamos muy solos porque este punto de vista no existe en la prensa y nadie hablará de nosotros cuando nos levantemos en una ciudad bombardeada por la basura.

Como la bandera en la que se envuelve esta romería del mal gusto es la bandera del bien absoluto, todo lo que ocurra se da por bien venido. Lo cual que a favor, en general, de lo que venga. Pero si nos preguntaran, contaríamos cómo el año pasado tuvimos que remontar a pie un extraordinario charco de orines en la calle Barquillo, a la altura de la Plaza del Rey, y cómo este sucio Madrid amaneció con una resaca de botellón nunca vista. Aquella noche, según entendimos, no regían las normas que prohíben el bebercio público y por las que cascan una multa de euros 600.

Celebrar el reconocimiento de los derechos civiles de cualquier persona que haya estado privada de ellos está bien, es una ocasión alegre y festiva con la que sólo un desalmado puede estar en desacuerdo. Este sería el fondo.

Sobredimensionar la representación una minoría, solapar lo público con lo privado de forma que a fin de cuentas no haya quien se haga responsable de los desperfectos, exhibirse de forma grotesca y animar al poco cívico madrileño a ponerse hasta las patas en la calle, no nos gusta. Esto se refiere a la forma.

A mentes más preclaras corresponderá analizar el camino entre el fondo y la forma de este fenómeno, sus complejos vericuetos, señalar sus trampas y despeñaderos, y sus gozosas regalías. Nosotros, todo lo más, hemos asomado un momento la naricita, con más miedo que vergüenza, para decir que el orgullo y el pis no deberían estar necesariamente vinculados.

2 respuestas a «PIS PRIDE»

Estoy absolutamente de acuerdo en que se ha sobredimensionado el día del Orgullo, pero claro está, en este paisucho en cuanto se oye el tintineo de las monedas pierde el culo hasta el más pintado. Y es que hay que tener la cabeza muy fría y una gran dosis de sentido común para resistirse al aluvión de billetes que supuestamente le caerá a la hostelería de la ciudad de Madrid con la llegada de esos tres millones de visitantes. Aunque a cambio nos dejen el centro de la capital como una cochiquera. Lo dicho, un paisucho de mercachifles. Antes con la derecha y ahora con la izquierda; y aquí no hay centro que valga cuando brillan en el horizonte los doblones. Mal asunto.

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