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Una niña de 12 años muere de coma etílico: hay que educar a los niños para que sigan vivos

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto orginal: corazónblanco

botellon

Una niña de 12 años ha muerto de coma etílico. Se desvaneció en el descampado en el que ella y sus amigos solían reunirse a beber y los otros, asustados, en lugar de llamar al Samur y apechugar con las consecuencias, la metieron en un carro de supermercado y la llevaron al hospital . Según he leído, tardaron más de media hora en llegar. Se me saltan las lágrimas al pensar en la angustia de aquel viaje de niños borrachos peleando con el carrito que, inevitablemente, se iría atascando en todos los accidentes del terreno.

Cuando leí el titular deseé fervientemente que hubiera sido un trágico accidente sucedido el primer día que la criatura probaba el alcohol. Pero las noticias han confirmado que no, que la policía ya la había llevado dos veces a casa en estado de embriaguez. Es decir, que debía emborracharse todos los fines de semana y las fuerzas del orden público sólo la habían pillado dos.

No han trascendido datos de la familia, excepto que los adultos son polacos que llevaban en el pueblo más tiempo de lo que su hija ha vivido. Bastante tienen con lo que tienen, no seré yo quien haga leña del árbol caído. Pero no he podido evitar pensar en las muchas conversaciones que he mantenido a lo largo de los últimos años con padres que creen que la autoridad, la disciplina y el “porque yo lo mando” son cosas de fascistas, cuando en realidad sólo son herramientas para educar.

Padres que creen que educar es consentir todos los caprichos a sus hijos y viven en una perpetua, agotadora y estéril guerra de desgaste porque en sus casas no se castiga, no se da un golpe en la mesa, no se imponen unas normas. En sus casas, se negocia. Y a diario se ven obligados a explicar un millón de veces las razones por las que los niños tienen que irse a la cama, lavarse los dientes o no comer medio kilo de chucherías. Padres que, cuando les dices que no deberían dejar salir a su hijo de 14 años hasta las siete de la mañana, te contestan desafiantes: “es que yo confío mucho en él”. Como si sus hijos fueran un banco en el que han depositado su dinero y no un ser a medio hacer que no sabe de la misa la media.

La renuncia de los padres a ejercer su responsabilidad de adultos, esto es: ejercer su autoridad, imponer su disciplina y marcar unos límites bien definidos, está cargando sobre las espaldas de los niños un peso que ni sus huesos ni su hígado pueden soportar.

Ya no podemos hacer nada por la niña muerta.
Pero todavía estamos a tiempo de salvar a los que aquella trágica noche estaban con ella.

4 respuestas a «Una niña de 12 años muere de coma etílico: hay que educar a los niños para que sigan vivos»

Yo me quedo sin palabras ante hechos así. No sirve de nada tratar de ser colega de nuestros hijos. No lo somos, simplemente, y lo que debemos hacer es poner límites ante el ansia de comerse el mundo de una vez que provoca la adolescencia. Porque es muy peligroso, ya lo hemos visto con esta pobre niña.

Bueno, pues si no lo dices tú lo digo yo. Los padres son responsables de todo lo bueno o malo que haga su hijo hasta que cumpla 18 años. Y si esta niña era reincidente, como el padre parece que ha declarado, son unos criminales.

Sí, lo son. Pero en el pecado llevan la penitencia: no se me ocurre peor castigo que enterrar a un hijo.
Según parece, no contentos con haber hecho dejación de sus funciones como padres, parece que ahora quieren denunciar al Ayuntamiento. Échale hilo a la cometa.

La ingeniería social ha conseguido una sociedad en la que nadie es responsable de nada, hasta tal punto que cada vez que un irresponsable comete un error, se afana en buscar culpables externos. En el caso de los padres de esta niña, lo mismo incluso esperan que se les indemnice.

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