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Españoles, Suárez ha muerto

por Marisol Oviaño

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(Fotografía en contexto original : espiaenelcongreso)

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(Fotografía en contexto original : franquistas)

El asesinato de Carrero Blanco es uno de los primeros recuerdos de mi infancia. Yo tenía 7 años, estaba en clase y, como todos los niños españoles, celebré que nos adelantaran dos o tres días las vacaciones de Navidad.

Sin embargo, y a pesar de que ya había cumplido los 9, no me veo a mí misma el día que murió Franco. Sólo recuerdo las colas que se formaron para pasar por su capilla ardiente. Y lo graciosa que me pareció la tristísima cara de Arias Navarro, “Españoles, Franco ha muerto”.

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Yo sabía que Franco era “el caudillo”, algo así como un rey sin corona. Y que él había ganado una guerra que el padre de mi padre había perdido. Pero a mí, al revés que a Zapatero -que debió criarse entre mujeres venenosas-, no me hablaron de venganzas, ni vi nunca que en mi casa se tuviera miedo a nadie. Por eso, a mis ojos, Arias Navarro y «el generalísimo» sólo eran unos frágiles viejecillos de huesos quebradizos de los que los niños evitan rozar en sus carreras, como esos parientes ancianos que las madres nos obligaban a besar.

Adolfo Suárez fue otra cosa.

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(Fotografía en contexto original: globalasia)

Para empezar, trajo a mi vida una palabra que no había oído antes y que, de repente, escuchaba en todas partes: “política”. Los mayores nos mandaban callar cuando empezaba el telediario, seguían las sesiones del Congreso y les oíamos discutir apasionadamente sobre lo que Adolfo Suárez podía prometer y prometía. Así, poco a poco, el de Cebreros se fue convirtiendo en uno más de la familia.

Mi padre no era ni de derechas ni de izquierdas ni seguía ninguna ideología, era un hombre que se había hecho a sí mismo y no necesitaba que nadie le marcase el camino a seguir. Como Suárez, era hijo de un perdedor de la guerra y no sentía la más mínima pulsión revanchista; por eso se identificaba con la reconciliación nacional que Suárez propugnaba.

En las primeras elecciones, intentó por todos los medios que mi madre votara a UCD. “Toma, Solete”, decía tendiéndole la papeleta cada dos por tres. Pero ella, que era trece años más joven que él, votó “a Felipe”, el chaval de la chaqueta de pana.

Adolfo Suárez ganó aquellas elecciones,aunque no duraría mucho tiempo en el poder. La crisis económica, las presiones de las distintas facciones que le consideraban un traidor, la oposición salvaje que le hizo el PSOE, las huelgas y las movilizaciones, los frecuentes atentados de ETA, el GRAPO y hasta de la ultraderecha… Las cosas no fueron fáciles para él. Tampoco para mi padre, que a causa de los impagos se vio obligado a cerrar la empresa que tanto esfuerzo le había costado levantar.

Mientras a Suárez le daban desde todas partes, el sindicato al que se habían afiliado los empleados de mi padre nos amenazó de muerte y, en espera de que se calmaban las aguas, nos marchamos tres meses fuera de Madrid. Regresamos un 8 de enero. Tres semanas más tarde, Adolfo Suárez presentó su dimisión.

Veinticinco días después, mi tío Eduardo entró en casa gritando: «¡Pon la tele, que estos cabrones están dando un golpe de Estado y Laureano está dentro!». El tío Laureano era periodista, y estaba en el Congreso cubriendo la investidura de Calvo Sotelo. A mí me faltaba poco más de un mes para cumplir los quince años, y entonces Adolfo Suárez me pareció un valiente. Hoy me parece un héroe, no por lo del 23-F -vete tú a saber si él no estaba al cabo de la calle-, sino por todo lo que había pasado hasta ese momento.

Él plantó las semillas de la mierda de régimen que tenemos hoy, su «café para todos» fue el pistoletazo de salida para que la casta política comenzara el latrocinio al pueblo español. Pero nos ahorró una guerra civil, aceptó ser un mero instrumento y supo hacerse a un lado cuando comprendió que su momento había pasado. Sólo por eso merece mi admiración y mi respeto.

Adolfo Suárez fue el último que vino a servir a España. Todos los que llegaron después sólo vinieron a servirse de ella. Por eso en su cortejo fúnebre hubo gente que gritó a nuestros políticos: «¡A ver si aprendéis de él!».
Descansa en paz, PRESIDENTE.

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10 respuestas a «Españoles, Suárez ha muerto»

Otra visión del personaje Marisol:
Adolfo Suarez fué un trepa, tan listo como inculto, que para llegar a presidente no dudó en pactar con todo el mundo a base de repartir el poder que puso en sus manos el rey porque le creyó más fácil de manejar por su juventud e inexperiencia que a los dinosaurios del franquismo. Traicionó los Principios Fundamentales del Movimiento que había jurado como diputado falangista y propició el pacto clave del nuevo régimen: el que hizo Santiago Carrillo (otro traidor a sus pricipios) con la banca, en nombre del PC.
En cuanto a lo de la presunta guerra civil de la que nos salvó, cuenta Antonio García Trevijano, quien como presidente de la Junta Democrática mantenía contacto permanente con los militares en aquellos días, que Carrillo se inventó lo del «ruido de sables» para justificar su claudicación ante la monarquía y su pacto con el diablo.
Suarez fué una pieza clave en el plan post-Franco de Kissinger para España: una seudo-democracia tutelada por partidos vendidos a la oligarquía económica. El fué el artífice de esa gran estafa al pueblo español, que como primos le compramos la estampita a él, a Gonzalez, a Carrillo y a Juan Carlos I.
Suarez se creyó su papel de salva-patrias hasta el final: sospechando (o sabiendo) que sus mencionados compinches y los militares, hartos de su prepotencia, preparaban el 23F para sustituirlo por Armanda, dimitió gallardamente e incluso se enfrentó a Tejero en el congreso, con un par…
El último acto de esta tragicomedia española es su ascensión póstuma al olimpo de los mitos, auspiciada ahora por sus enemigos de entonces. RIP.

Sí, nunca me ha cabido la menor duda de que era un trepa muy ambicioso y bastante inculto, Calvo Sotelo decía que en Moncloa había muchos teléfonos y pocos libros. Pero ¿puede llegar alguien a ser presidente de gobierno sin ambición?

Conozco la versión de Trevijano -que es perfectamente compatible con lo que yo he contado- pero me parece que ningunea el trabajo de conciliación que hizo Suárez: era muy difícil traicionar a todos sin provocar otra guerra civil.

Por muy trepa, muy ambicioso y muy inculto que fuera, salir del franquismo sin sangre no era tarea fácil. Imagina, por un momento, que el rey le hubiera encargado ese trabajo a alguien como Zapatero, por poner un ejemplo.

El tahúr del missippi, le llamó alguno. La cosa es que se le contrató para un trabajo y lo realizó con cierta solvencia. A partir de ahí siguió la política. La maldita política, la muy sucia y degenerada política con sus traiciones, sus pactos a escondidas, sus extraños compañeros de cama, sus miserias. La política como forma de vida. Ahí se acabó su historia. Recordemos lo bueno y olvidemos lo malo. Una duda: ¿Cada presidente de gobierno que hemos tenido es peor que el anterior o me lo parece a mi?

El mérito de la Transición fue de Torcuato Fernández Miranda, que fue el que la planificó. Suárez siguió el guión durante un tiempo, pero luego se le subió el poder a la cabeza, cedió a la tentación de ser progre (la eterna tentación de la derecha española) y se pasó de listo. El futuro cantón independiente de Villaburros de Abajo se lo agradecerá eternamente y, gracias a él, no es imposible que Cartagena vuelva a declarar la guerra al Kaiser algún día. El ruedo ibérico en realidad no es más que un circo, con sus payasos, sus fieras y sus funambulistas.

Ay, cómo sois los teóricos, siempre más listos que los demás, que somos tontos de baba. Me parece un gran error valorar sólo la inteligencia: por muy bueno que sea el ingeniero que diseña el producto, necesita operarios que lo fabriquen y comerciales que lo vendan. Sin ellos, su diseño se quedaría en un cajón y no serviría de nada.

En este caso pasa exactamente igual: Torcuato era el listo, ¿por qué no se le encargó a él la Transición? ¿Le faltaba carisma? ¿O quizá no estaba dispuesto a inmolarse como hizo Suárez?

Suárez encarna el arquetipo de «tonto útil», y lo hizo fetén. Otra cosa es su temple, casta y honradez, que no son incomparables con la purria subhumana de ahora.

En todo caso yo soy y seré de Enrique Fuentes Quintana, quien por cierto mandó dos veces a la mierda al poder y se volvió a la Universidad. Una a Suárez y otra a Josemari.

Era tonto? A mi todo esto me pilló muy joven, no tengo recuerdos de nada de ésto, de hecho nací 4 años después de la muerte de Patxi.

Veo un reflejo de lo que debió de ser la situación de mis padres: mi madre también era de Felipe, de hecho lo sigue siendo, luego lo ha sido de Zapatero y ahora critica a todos (al PP con la boca grande y al Psoe con la boca pequeña) y mi padre ha ido gradualmente pasando de unos a otros hasta acabar hasta los cojones de que todos le mangoneen y le putéen (pequeño empresario).

Me vais a perdonar, pero todo me suena a chino y no se si decir que lo siento o que me alegro, lo único que he sentido estos días ha sido la extrañeza de ver como todos los personajes (y grupos políticos) que (todo de oídas, repito) al parecer en su día le dieron de puñaladas al susodicho ¿tonto? se han arrimado cual mendigo a la fogata para hacerse la foto alabando las excelencias y virtudes del gran patriota (¿tonto?) y diciendo lo grandes amigos que eran, (y S.M. con la famosa foto de espaldas)…

Para el recuerdo la foto de los Presidentes y expresidentes del Gobierno por orden, en fila y de espaldas a la pared con cara de circunstancias (reconozco que fui malo por un momento y pensé «lástima una escopeta»).

Tonto útil

Tonto útil es una expresión política generada en los escritos de Carlos Marx y describe a personas que al luchar por un ideal pueden transformarse en instrumentos de otros grupos políticos. Se refiere a personas que colaboran involuntariamente con los intereses creados de terceros.

Puede ser empleado para designar a personas que colaboran con cambios, reformas o revoluciones lideradas por otros o por personas que mantienen un sistema que no les beneficia.

http://es.wikipedia.org/wiki/Tonto_útil

Recomiendo la entrevista publicada hoy en el mundo a Pilar Urbano. Si es verdad lo que cuenta sería lo más clarificador que se ha escrito hasta la fecha sobre lo que pasó con Suárez, Juan Carlos y toda la trama golpista. Muy graves las acusaciones, increibles las conversaciones salidas de tono entre ellos. Repito que si es verdad lo que cuenta, cambiará para siempre la manera en que vemos a nuestro rey Juan Carlos I el buenrollista.
No me voy sin mi duda del día: ¿Sabrían Alfonso Armada y el rey quién era Tejero? ¿Sabrían como se las gastaba ese tipo? ¿No será que le debemos a Tejero el que no triunfara el golpe porque a el no le salió de los cojones consentir un gobierno titere de concentración?

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