Categorías
Familia General Morirse no duele, pero molesta

Morirse no duele, pero molesta

por Marisol Oviaño

Eude me enseñó a luchar.
En el octavo mes de embarazo los médicos nos plantearon un panorama en el que la muerte era la mejor de las opciones: parálisis cerebral, cardiopatías, ceguera, sordera… Y aceptamos que probaran técnicas experimentales.
A los cincos días de nacer había entrado en el túnel dos veces. Pero en ambas ocasiones se resistió a ir hacia la luz y se dio media vuelta. Yo me puse al servicio de su causa y juntas derrotamos a la muerte todas las veces que vino a buscarla.

Un día, cuando ella tenía cinco años, su hermano de siete me preguntó si morirse duele (lo he contado alguna vez aquí). Ella, que estaba pintando tumbada en el suelo de la cocina, contestó con toda naturalidad:

– No, pero molesta.

Entre la foto que encabeza este artículo y la que lo cierra han pasado 17 años.
Hemos superado dos embolizaciones, dos infartos cerebrales, un trombo en una pierna, bronquiolitis, neumonías, apendicitis, caídas de bicicleta y de patines, muertes de abuelos, divorcio y desaparición del padre, cuernos de novios adolescentes e incluso, con un poco de suerte, acabaremos 1º de Bachillerato con todo o casi todo aprobado.

Hace tres días teníamos cita en Neuroradiología, para que valoraran las últimas pruebas que le habían hecho. Yo conducía por la M-50, ella iba en el asiento del copiloto.

-Bueno, vamos a que nos digan que todo está estupendo ¿no? –me dijo.

Ya no es una niña. Sabe que en las embolizaciones que le hicieron cuando era un bebé no consiguieron cerrar del todo la malformación aneurismática de la vena de Galeno (cerebro). Y que eso es una espada de Damocles: nadie sabe cuándo puede reventar, lo único seguro es que cuando reviente no habrá tiempo para hacer nada.

Sin embargo, Eude todavía no sabe todo lo que yo sé. Yo había visto la nota que el neurólogo había escrito para el neuroradiólogo y sabía que esta vez no iba a ser una visita de rutina. Pero no quería ser yo quien se lo dijera: no soy médico.

Aguantamos como jabatas lo que tenían que decirnos. A mí se me quebró un poco la voz cuando hablábamos con el doctor, y las dos teníamos en los ojos una línea de lágrimas; pero ninguna rompió a llorar: somos guerreras.

De momento, cateterismo. Después, los médicos valorarán si merece la pena entrar e intentar cerrar lo que hace 17 años no pudieron. Pero la intervención es arriesgada y la decisión final dependerá de mí. Y de ella. Aunque sea menor, es su vida la que está en juego.

– Si los médicos dicen que sería bueno intervenir, yo quiero operarme –dijo en cuanto salimos de allí-. Prefiero arriesgarme a tener que vivir con miedo toda la vida. ¿Tú qué dices?

Que te he entrenado para luchar.
Te he enseñado que la vida es de los valientes.
Mi miedo a perderte no entorpecerá tu deseo de vivir sin miedo.
Yo ya no soy joven y fuerte como cuando tú eras un bebé y le hacíamos cortes de mangas a la muerte, ahora la joven y fuerte eres tú.
Pero arrastro la sabiduría de mil contiendas y tengo el pecho cruzado de cicatrices y medallas: para tu veterana madre será un grandísimo honor combatir a tu lado.


¿Conoces nuestro taller de escritura como herramienta de crecimiento personal?

16 respuestas a «Morirse no duele, pero molesta»

En este mundo que se nos avecina, lleno de temores, oscuridades, desequilibrios y desengaños, la separación vida-muerte a veces sólo es cuestión de un suspiro. Pero un corazón joven, un cerebro inquieto y un alma valiente pueden coger ese suspiro y extenderlo hasta el infinito. Y está claro que eso es lo que ha hecho Eude desde el principio…Mucho, muchísimo ánimo.

Eres la persona más valiente que conozco! y como no podía ser de otra forma, tu hija también lo es! Eude seguirá luchando junto a su madre y las dos lo conseguiréis y yo estaré allí para verlo! hasta pronto.

Marisol, cuando te conocí como profesora en un curso que recibí me pareciste una persona muy vital, con mucha energía, leyendo este artículo me doy cuenta de que eres una persona extraordinaria y que tu hija sigue tu camino.

Marisol, me has ayudado a ser fuerte y tomar las decisiones correctas en un momento decisivo con mi hija. Ahora veo de donde viene tu sabiduría, tu fuerza de voluntad y tu sinceridad. Quiero que sepas que estoy ahí para cualquier cosa que necesites. Besos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *