Miguel Pérez de Lema
Este viejuno debate está lleno de matices gozosos. Desde luego la explicación de Balbín sobre la desaparición de cierta parte del debate, la más ríspida, entre Bernard-Henri Lévy y Santiago Carrillo, crea expectación ¿Qué mano entre las sombras de TVE pudo cortar ese rapapolvo del filósofo francés al carnicero de Paracuellos?
Por lo demás, comparar el nivel de estos señores de La Clave con las tertulias al calor de una copa de vino de hoy, produce un dolor intenso. ¿Todo era mejor entonces? Seguramente no, pero cada vez me viene más a menudo esa idea a la cabeza. Quizá lo que se envidia es un mundo sin posmodernizar. La PSOE todavía no era esa agencia de colocación de gañanes de provincias, la PP no era la fraternidad de los chicos peras de NNGG, el centrismo parecía una opción, y de Francia nos llegaban «intelectuales» guapos y que fumaban en boquilla.
Es interesante atender a este documento por lo que nos pueda servir la reflexión cíclica sobre los «procesos revolucionarios», «la violencia», «la intransigencia», «la crisis energética», y tantos otros perros que nos muerden hoy mismo los tobillos rabiosamente.
No se trata, claro, aquí, de buscar o promover lealtades al ciento por ciento en uno u otro sentido. Aquí estamos para aprender lo que se pueda, venga de donde venga, tanto del marxismo como del antimarxismo, e incluso de Roger Garaudy, que fue condenado en Francia a 6 años de cárcel por revisionismo y se tuvo que refugiar en las alpujarras…
Está todo el tono excepcionalmente lejos, y el problema tan alarmantemente cerca, si se piensa más despacio, que sorprende lo poco que hemos avanzado.
http://youtu.be/VLo9LajdKnQ