El tiro por la culata

por Antonio Santos
Fotografía en contexto original: El País

Los republicanos creyeron tener la guinda perfecta para el pastel de la convención de Tampa. Un invitado sorpresa que intervendría justo antes de Rommey para apoyar su candidatura: el gran Clint Eastwood.
Esto era una novedad en la estrategia de los conservadores, ya que es difícil encontrar adeptos a su causa en Hollywood y mucho menos de la categoría de Eastwood, conocido además por su militancia libertaria.
Prepararon la puesta en escena con retro-proyección de su imagen en “El bueno, el feo y el malo” y un guión para Clint sobre los pecados de Obama.

El actor rechazó el guión y pidió una silla que no utilizó para sentarse.
En el climax del evento, cuando las cadenas de TV de todo el país conectaban en prime time con Tampa, el octogenario Eastwood subió al escenario sereno y justiciero como sus personajes.
Con el poder mágico de su palabra, hizo aparecer en la silla vacía a Obama e inició un crítico diálogo con él, recriminándole sus promesas incumplidas, sus malos resultados y la decepción causada entre quienes creyeron en él.

Dijo cosas como “ cuando alguien no hace bien su trabajo tiene que irse” pero también “este país es nuestro y ustedes los políticos son nuestros empleados”.

Rommey y los suyos se debatían entre la satisfacción por los aplausos y la diversión que el show provocaba en el auditorio y la preocupación por un discurso de doble filo que duró 12 minutos en vez de los 5 programados.
El efecto sorpresa buscado se les fue de las manos, hasta el punto de que a día de hoy después de ver y valorar la repercusión del evento en los medios de comunicación y en las redes sociales, puede decirse que ésta ha sido más la convención de Clint Eastwood que la de Mitt Rommey.

El pistolero a sueldo que debía enfrentarse a Obama, disparó también contra su presunto patrón.

http://youtu.be/yoqKdWY692k