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Barroso, la Merkel y la verdulera con un par

por Robert Lozinski
Fotografía en contexto original: rr.sapo

Rumanía es un país que existe por la gracia de Dios. Desde que entramos en la OTAN no necesitamos ejército, ya tenemos quien nos proteja. Después de meternos en la Unión Europea no nos hace falta industria, otros producen por nosotros. Comed y dormid tranquilamente, parece que nos quieren decir nuestros nuevos papis. Y ríen por un colmillo.

Los rumanos, disciplinados, comen y beben alegremente, liquidando ya lo que les quedaba aún en la despensa que, en opinión de muchos, Chaushescu había dejado llena; y se duermen en las casas construidas en la época del “fusilado”.

Sin embargo, en medio de esta perplejidad general, algunos ya han empezado a ver indicios de falacia. Ni el dictador, dicen, fue tan malo como lo están pintando, ni los occidentales resultaron ser tan buenos. Y el país en que aún están viviendo va dejando de ser suyo poco a poco.

Ya no son ellos los que deciden qué hacer con sus vidas, sino unos tales Merkel y Barroso de “Burselas”, como dijo una anciana, vendedora en el mercado. “¿Quiénes, coño, son esos Merkel y Barosu?” (en rumano “baros” significa “mazo”), preguntaba muy cabreada esa sencilla mujer. “¿Y por qué regla de tres hacen ellos la ley en mi tierra?”.

El caso es que ella fue a votar un mes atrás a favor de la suspensión del presidente Traian Basescu. Lo mismo votaron siete millones y medio de rumanos, pero Merkel y Barosu de Burselas no quieren que Basescu se vaya. Han echado pestes y rayos sobre los rumanos y los han amenazado con plagas, epidemias y pestilencias. Es decir, que no habrá ya ni un puto céntimo para ellos en sus arcas y ya pueden ir pensando en hacer las maletas para largarse del Edén europeo. A la mujer no le gustó que le alzaran la voz de esta manera y dijo que a ese desgraciado de Barosu le daría ella con el “barosu” en sus mismísimos. Y a la Merkel también, si los tuviera de hombre.

Bromas aparte, señoras y señores, las cosas por aquí se están poniendo harto chungas. Si no paramos esto, nos habrán jodido otra vez para muchos decenios más. Y sólo pueden hacerlo hombres y mujeres como esa verdulera con un par.

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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena

10 respuestas a «Barroso, la Merkel y la verdulera con un par»

No hay tanta similitud. En RO habrá voces que digan que con «el fusilado» vivíamos mejor y otras, también RO, que España está mejor porque nunca fue comunista tras la segunda guerra mundial, que no fue soviética.
Y ahora, los interrogantes:
Robert Lozinski llama con voz bajita y letra pequeña a la revolución?
¿ a qué revolución? ¿ a la comunista? ¿a la capitalista? ¿a la del proletariado? ¿a la actual embrionaria de los indignados?
¿y la revolución de los indignados -más viable- la tiene que hacer gente como la verdulera? ¿y por qué la harían? ¿por libertad del pensamiento? ¿derechos humanos? ¿quizá por ganar más dinero? -será por ganar más dinero…
¿no será más bien que debe hacerse desde instancias culturales y de pensamiento?
¿y esas instancias… no están politizadas?
¿y esas instancias… tienen ese «par»?
¿y es que todo tiene que venir de «ese par»?
¿no puede venir de la democracia?
y aquí seguiríamos con el interrogatorio retórico…

Por lo demás, muy bien escrito. Se lee bien. Quizá eso es lo que importa.

Me parece a mí que la libertad -o democracia, si se quiere- como el amor, hay que defender siempre. No vale un día sí y otro no. Los rumanos, los que creyeron en ella y tomaron partido, la ganaron hace 23 años. Pero tuvieron que pagar un precio, el más alto; el de la sangre. El otro precio que pagaron fue el de la repulsa, camuflada, eso sí, como siempre, del mundo que se llama a sí mismo «civilizado». O sea occidental. Como si los revolucionarios fraceses no hubieran guillotinado a su rey, por dios. «Olé, olé, olé, olá, Chaushescu ya no está» era el estribillo más popular que cantaba en aquellos días el pueblo. Pero la ilusión muy pronto se tornó en desengaño. Resultó que la democracia es para algunos sólo un gran business. Resultó que el pueblo -no Chaushescu- que había pagado todas sus deudas, pasando hambre y frío, empezó a endeudarse de nuevo, que unos hombres vestidos de negro vienen puntualmente a cobrar su parte, como unos mafiosos rusos que controlan un mercado, que ya no hay educación sino otro business más, que no hay sanidad para todos, que todo fue papel mojado, mentira, engaño. Y ahora esto; la Europa de valores democráticos les da el golpe de gracia. Merkel y Barroso han decidido que Traian Basescu debe quedarse en el poder a pesar de que siete millones y medio de votantes de los ocho millones y medio de los que fueron a votar dijeron sí a la suspensión. Y téngase en cuenta un detalle importante: desde su sede de campaña, Traian Basescu conminaba a los rumanos a que no votaran. Si lo hacían, entre todos se cargaban el Estado de Derecho que tanto esfuerzo le había costado construir. Mientras tanto hordas de fiscales, acompañados de policías, iban a los pueblos para tomar declaración a los campesinos, con la mano sobre la Biblia, cómo, o por qué, o si habían votado porque un tal mister Gordon, de la Casa Blanca, había viajado urgetemente a Rumanía y había declarado que en Estados Unidos temen un voto fraudulento masivo. Cómo había llegado mister Gordon a esa conclusión nadie lo sabe.¿Dónde estaban los demócratas de Bruselas? Me parece a mí que sólo verduleras como esa mujer, como las lavanderas de París cuando la Revolución Francesa, son capaces de hacer algo concreto. El pueblo llano siempre ha tenido más agallas. En Rumanía como en España.

Pues apañados estamos.
Entiendo que tu conclusión es que sólo las verduleras (como las lavanderas de París) son capaces de hacer algo concreto, y que todo aquel que no es ni verdulera ni lavandera, lo único capaz de hacer, es instarlas a hacer vuestra revolución.

p/s: A mi no me mires, yo tengo un puesto en el mercado, y me revolucionaré cuando yo quiera, no cuándo me digan los intelectuales que ya es hora de ello, que no pueden llegar a fin de mes. Con todos mis respetos a la intelectualidad.

No te miro a ti. Y lo de las lavanderas y verduleras es un decir. En Europa ya no se protesta. Proletariado ya no hay y con la lucha sindical ya no vas a asustar a nadie. Cada uno va a lo suyo y no queremos perder lo poco que tenemos; un puesto en el mercado -suerte y que lo sigas teniedo-, un puesto de trabajo aunque mal pagado, la ayuda por desempleo, LA ILUSION de que esa porquería de la crisis se acabe algún día como una pesadilla. Si no estás a gusto en España te puedes ir a Alemania o Inglaterra. Opciones hay. ¿Revolución? Nuestra, vuestra o de quién. ¿Intelectuales? Esos también están divididos por periódicos. Escribes libremente mientras nadie te paga.

Espero que Clavileño no se refiera a nosotros como «intelectuales» que llegan sobradamente a fin de mes. Aquí nadie llega ni a mediados ni nadie cobra por escribir, por eso podemos decir lo que nos da la gana.

El escenario que hemos planteado es el siguiente:

1º.- Un texto (bien escrito, ya lo dije) transmite que sólo verduleras de la Piata Amzei y lavanderas de París (metáfora del proletariado) tienen la valentía necesaria para hacer la revolución.

2º.- Yo me lo creo. Por ello crítico la inmovilidad e indiferencia que subyace, pues, a sensu contrario, el lozinskitexto (bien escrito, insisto) lo que transmite es: no somos valientes, que se revolucionen otros por nosotros.

3º.- Se me responde con una comparativa a modo de defensa: cobardes los hay en todos sitios (allí y aquí), y Bruselas es una pantomima. Es una verdad incontestable. Sin duda.

4º.- De contrario, se me recuerda que los sindicatos ya no cumplen su labor. Estoy de acuerdo, tienen la boca -y el estómago- lleno. Eso hace incómodo gritar. Se intenta, además, dar un barniz de esperanza con las afirmaciones: «siempre te puedes ir a UK o Alemania» «nos queda la ilusión» (esta última, escrita con mayúsculas).

5º.- Llega una nueva voz, que se pregunta (retóricamente)… espero que Clavileño no se refiera a nosotros… y con una respuesta, por si así fuera: no estamos comprados, tenemos libertad para escribir.

Efectivamente. Toda la libertad para escribir (y reconocer) la cobardía.

Como a mi tampoco me paga nadie por escribir (si es que a lo mío se le puede llamar escribir) seguiré en mi puesto del mercado. Cuando me vuelquen el mostrador y me tiren la fruta por el suelo, llamaré a la revolución, pero no será la vuestra, sino la del comerciante que precisa paz en el mercado para poder desarrollar su actividad y poder tener beneficios que le permitan educar a sus hijos para que sean intelectuales y se vuelvan cobardes, y, junto a aquellos intelectuales que nunca fueron proletarios, reclamen que otros se revolucionen por ellos.

Los griegos representaron el infinito con un símbolo (un ocho tumbado) muy significativo. Todo es circular. Y la pescadilla lo representa. Dado su alto valor simbólico, decido subirle el precio a las dos que me quedan en el mostrador. Luego dicen que el pescado es caro. La gente no entiende que al comprarme la pescadilla, están, en realidad comprando una metáfora social de profundidad insondable. Lo malo, es que algunos, quieren que se la de limpia. Sin entrañas ni cabeza.

Por lo demás, y aunque no esté de acuerdo con el texto de Lozinsky, al menos, hace reflexionar y mueve a que suelte la escarpia de limpiar escamas, y utilice la escarpia de juntar letras (también sin entrañas y sin cabeza).

Ah! tengo un puesto de fruta, y, parejo, el de pescado.
No hago descuentos a cobardes ni a valientes. La pescadilla es lo que tiene. Cómo el brócoli, no hace distinciones.

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