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Breivik: Si no lo hacía, «sólo quedaría sushi y televisiones planas».

breivik
Miguel Pérez de Lema

Breivik es el esteta contemporáneo que ha llevado sus manías personales hasta la pantalla más avanzada del juego. Sabiendo que hay que tener mucho cuidado, -los pobres muertos no permiten hacer comentarios chispeantes- no dejo de ver algo cómico -siniestramente cómico, señora, claro que sí- en este personaje. Esa cosa obsesiva del hombre blanco del norte, capaz de pasarse años mascando su plan, ahorrando, y esa fe resuelta en su razón frente a todos los demás. Y ese traje de comando, y esos saludos al entrar en el juicio, y esa media sonrisita de gato que se comió al canario…

(Dicho sea de paso, lo que le está haciendo Alemania a Europa se parece mucho a esta super determinación demente en la razón de uno mismo. Y se repite. Aunque los alemanes han mejorado la fórmula tras dos siglos de guerras franco prusianas, y ahora se atañen rigurosamente a las leyes para aplastar a sus vecinos sin pegar un solo tiro. Unas leyes promovidas por Alemania, gestionadas por bancos alemanes, para llevar tributos de los pueblos estúpidos del sur a sus amos naturales. No salimos nunca de las bancarrotas de Carlos I y Felipe II, y de lso barcos cargados de oro desmbarcando en Sevilla camino de la banca alemana. Y aquí Rajoy sigue moviendo la colita para tenerlos contentos. Un poco más adentro, un poco más fuerte, así. Lo que demuestra que sí, que ellos son superiores y nosotros tenemos lo que nos merecemos. Guau.)

Decía que Breivik tiene algo irónico en su mirada. Algo de autor teatral el día del estreno. Y está encantado con la atención que le prestan. Ha compuesto un monumental happening de sangre, y ha escrito un libro, y ha lanzado unos vídeos, y tiene a todo el mundo pendiente de él. Por eso sonríe, como el niño que ha roto el jarrón de mamá para que mamá no se vaya esta noche al cine con ese señor de piel marrón, y no le deje solo en casa. Algo así, pero en chungo.

Breivik no está loco ni es un idiota. Eso es lo que nos debe dar miedo. Y no es tanto un problema como un síntoma de un grandioso problema. Pero reconocer eso sería darle un poco de razón -un 1% de razón, señora, no más- a su tesis. Y eso no hay nadie que pueda hacerlo porque estaría feo. Lo cual que Breivik parece que juega con esa ironía, con esa contradicción, con ese estragamiento contemporáneo de nuestra negación de la realidad.

Andersen, otro hombre blanco y solitario del norte, escribió ese bonito cuento sobre «El traje nuevo del emperador».

La estética de Breivik ataca la modernidad y lo subrepticiamente totalitario de ésta. Y hay en su acción criminal un esbozo de mecanismo de liberación de la neurosis europea que ha convertido el problema del multuculturalismo, el relativismo y la decadencia impuesta de las naciones, en un asunto tabú.

La sonrisa irónica del asesino viene a decirnos: «si no hubiera problema yo no existiría».
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Bola extra: lugares donde no verás a un político europeo.
http://youtu.be/m4saB9uCz0I

http://youtu.be/FP_y5Mo8SB0

O tal vez sí:

Que dios nos coja confesados.

4 respuestas a «Breivik: Si no lo hacía, «sólo quedaría sushi y televisiones planas».»

Muy bueno el artículo.
Quienes hemos leído a Breivik sabemos que ni es un idiota ni es un loco.
Es un asesino, sí.
Pero lo peor de todo es que probablemente también sea un visionario.

Es lógico que sonría: sabe que se seguirá hablando de él dentro de muchos años. Ha cumplido su misión.
Y su celda es mucho mejor que muchos pisos de españoles.

Creo que Breivik está mentalmente igual de enfermo que, por poner un ejemplo español y reciente, De Juana Chaos y que no se han divulgado bastante sus antecedentes familiares para comprender las raíces de su patología.

Vale la pena repasar la biografía publicada de De Juana Chaos (Nota 1) para entender que en cada guardia civil despedazado por sus bombas estaba rematando a su padre y castigando a su madre.

Crecer en Legazpia, como hijo de emigrantes, dependiendo de la fábrica de Patricio Echevarría, hijo de un médico militar y falangista, con una madre nacida en Tetuán, también hija de militar y con un apellido galaico-portugués, debió resultar demasiado duro para aquel niño adolescente y se le rompió algo dentro. Edipo total como puerta abierta a un narcisismo sin límites. Habría que haberlo vivido de cerca en los años 60 para entenderlo. Vivirlo, sentirlo, no pensarlo.

En cualquier caso, De Juana va ganando y Breivik también lo cual debiera ser motivo de reflexión y, por qué no decirlo, de vergüenza colectiva.

Bochorno por las sentencias que son fruto necesario de una forma de derecho connivente e incentivador del crimen (Nota 2) y bochorno por la debilidad social e institucional que ha permitido que tales crímenes lleguen a producirse.

Crímenes que los grandes partidos, incapaces de gobernar para evitarlos (realmente gobiernan como si los estuvieran promoviendo), instrumentalizan en beneficio de los intereses que mueven el sistema globalizador una de cuyas necesidades operativas es la ya avanzada destrucción del estado nacional clásico.

El estado que nace lentamente tras los Reyes Católicos, la revolución inglesa y que en el continente se comienza a consolidar tras la Revolución francesa, el Romanticismo, Hegel y toda la banda de dominantes encubiertos.

Me ha encantado la colección de videos y muy especialmente el alucinante video del policía francés huyendo acosado por los okupas morenitos. Viendo estas cosas uno ya no se sorprende de que el estado se cebe en sus clases medias (estupenda carne de cañón) y se vaya rindiendo a los que mentalmente le superan en fortaleza y determinación.

Hay un libro: «C’est de la racaille?» Alèssi Dell’Umbria, 2005 que desde la extrema izquierda analiza el fenómeno de la marginalidad de la juventud francesa de origen norte africano. «Racaille, ya no me acuerdo se es slang o reglamentario, pero se traduce por «la canalla» o «la chusma». Otro fracaso que tiene mucho que ver con algunos grandes errores del estado occidental moderno y de la pobre comprensión de los costes sociales de la globalización que, a fin de cuentas, es un proceso animado por intereses económicos muy minoritarios (menos del 0.1% de la población de Occidente según Stiglitz y otros académicos como Rodrik –Harvard) y cuyo coste y numerosas externalidades negativas caen sobre los cada vez más escuálidos lomos de las clases trabajadores occidentales (el llamado 99%)

Una sintomatología que hace que algún autor con premio Nobel se pregunte ¿cómo es posible que tan poca gente tenga el talento y los medios para manipular a tantos?

Porque –por mucha envidia que nos dé– hace falta mucho talento para manipular a tanta gente y tenerla tan acogotadita e impotente.

Saludos

Nota 1. http://es.wikipedia.org/wiki/Iñaki_de_Juana_Chaos
Nota 2. Como bien saben los penalistas y los criminales profesionales el delito organizado es fruto de un cuidadoso análisis coste beneficio. No sólo eso sino que hay un premio Nobel de Economía (Becker) que se otorga por demostrar que las conductas antisociales siguen la curva de rendimientos marginales. Somos utilitarios hasta en el crimen.

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