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Me limpien el plato, por favor

por Guillermo Rodríguez
Fotografía: David Luna
(Si quieres la fotografía en un tamaño más grande, pincha aquí)

Eugenia bate los huevos, echa el azúcar, vierte la leche en un cazo y pone las ralladuras de limón. Cuando está caliente mezcla el contenido del bol con el del cazo y remueve lentamente. Entonces añade el veneno.

Mientras las natillas se enfrían en la nevera, Eugenia hace limpieza por última vez. Le quita el polvo a las figurillas de porcelana, pasa la aspiradora y la fregona, e incluso limpia los cristales de las ventanas. Y todo mientras aguanta el terrible dolor en los dedos. Nunca fue guapa, por eso no sufre esa nostalgia que se tiene al perder la juventud, pero no puede soportar lo de sus manos; siempre le dijeron que las tenía bonitas, suaves y blancas, Antonio afirmaba que se había enamorado de ellas. Por eso odia verlas arrugadas, artríticas y encallecidas.

Después friega toda la vajilla y la encimera, incluso se detiene a desengrasar el horno.
Luego va al baño, donde se quita la faja y se pone uno de los pañales que sobraron cuando Antonio falleció y ya no fue necesario seguir cambiándoselos. Ni darle de comer por un tubo. Ni bañarlo una vez por semana.

Finalmente abre las ventanas, para que la casa no huela mal cuando la encuentren. Coge una cuchara y saca el plato de natillas de la nevera. Se sienta en el salón y enciende la tele. Sale el presentador que le dio la idea de las pastillas, las vendían como remedio para la artritis, pero mencionaron que había que tener cuidado con las sobredosis. Que simplemente te quedabas dormido y ya no despertabas. Eugenia ha estado reduciendo su dosis durante meses, aguantando el dolor, y por fin hoy ha tenido suficientes para molerlas y deshacerlas en su postre favorito.
Ha tomado precauciones para cuando pierda el control de sus esfínteres (ha oído que eso pasa cuando te mueres), y no tiene nada más que esperar de esta perra vida. Disfruta las natillas, como si fueran el manjar más precioso del mundo. Coge el papel y el lápiz que se había preparado, y se da cuenta que no tiene a quien dejarle una nota. Finalmente se le ocurre algo.
Cuando la policía la encuentra varios días después, descubren su última voluntad.

“Me limpien el plato, por favor”

23 respuestas a «Me limpien el plato, por favor»

Estupendo cuento, con la extensión adecuada y la intención clara, explicando muy bien las reflexiones intimas de una mujer en una situación semejante.
Esperamos ver otros tuyos por aquí!

Por discrepar –que, dentro de un orden, es más constructivo.

Para mí que a las natillas le faltó una buena cucharada de ilusión y de esperanza.

Con la cantidad de gente que va a morirse sola para que les incineren deberíamos de crear un movimiento que reivindique la vida eterna como derecho humano. Eso y un buen cementerio al pie de un roble andino mirando al mar. Alternativamente un cedro de Líbano y una tumba orientada a Esmirna para no perderse las puestas de sol.

Optimismo, coñe. Que es gratis.

Excelente relato. No sé si es acertado hablar tan pronto del veneno, posiblemente sí. Con eso se consigue que las rutinas de limpieza cobren su sentido final y se pierde el suspense y cualquier sorpresa final, por el contrario. Todos sabemos que está limpiando con el objetivo que culmina con la frase final: irse de la vida tan pulcramente como debe haber vivido. Enhorabuena.

Me ha gustado, sobre todo esa descripción del personaje a través de la obsesión por la limpieza y el deseo de no molestar, con esa petición final del favor que deja todo en su sitio.

Es un cuento redondo. Directo. No le hubiese puesto la palabra veneno, para no anticipar tanto la acción. Pero esta figura se usa bastante, solo es una percepción personal.
El tema de las manos me gustó. Tratado por un hombre en especial. Se ve que el autor presta atención a los estados emotivos femeninos. Escucha, analiza y vierte con acierto las inquietudes de ellas.

Vas por muy buen camino. El cuento se te da muy bien. Parecés publicista con ejercicio en síntesis la cual manejás con precisión.
Te felicito
.

Me ha impresionado que en tan pocas líneas haya sido capaz de transmitir tanto sobre la vida y personaalidad de la protagonista.
Muy ingeniosa la frase final.
Enhorabuena, creo que tienes futuro como escritor

Muchas gracias a todos, me han pedido que explique de dónde nació la idea de este relato, pero es algo que nunca sé definir muy bien. Así que, para contarlo mejor, os ofrezco una pequeña historia:
Erase una vez un triste joven, en un frío, húmedo y lejano país. Este joven creía que su vida había acabado; mal de amores, por supuesto. En la tarde más lluviosa y fría de aquel invierno, el joven miraba por la ventana con aire melancólico. En la calle vio a una anciana, sentada en una esquina, vestida con harapos, pidiendo con una mano esquelética a los pocos transeúntes que pasaban. Al verla, el joven pensó que si aquella pobre mujer, más allá de cualquier esperanza, aún encontraba una razón para seguir intentándolo, es que quizá aún había posibilidades para él, que tenía toda la vida por delante.
Su corazón se vio iluminado de gratitud hacia la anciana por lo que acababa de descubrir gracias a ella, pero también de piedad y tristeza, ya que no había nada que nadie pudiera hacer por los dos principales problemas de aquella mujer; vejez y soledad.
Entonces, el joven, en agradecimiento, cogió pluma y pergamino e hizo lo único que estaba en su mano: escribió una bella historia, en la que la anciana finalmente encontraba la cura para todos sus males. La muerte.

Muy lindo. Y sin embargo, vivir cuenta…

«Si pudiera vivir nuevamente mi vida
en la próxima trataría
de cometer mas errores
correría mas riesgos
iría a lugares donde nunca he ido
tendría mas problemas reales y imaginarios»

Jorge Luis Borges

Me han gustado mucho los dos relatos, Guillermo y te animo a que sigas escribiendo. Lo de las manos de la señora mayor me ha recordado mucho a mi madre pues tiene psoriasis y hay días que tiene dolores y no puede hacer nada. Espero que no se le ocurra hacerse natillas..

Me ha gustado la historia, triste, profunda … pero sin duda, real y hermosa.
Sigue escribiendo historias como éstas, llenas de humanidad. ¿Cómo con tan pocas frases se pueden decir tantas cosas?

Guillermo tu relato me ha parecido muy interesante, duro, triste y sin lugar a la esperanza aunque con un toque de dulzura y ternura. Me admira tu gran capacidad de análisis y percepción de la naturaleza humana.
Sigue escribiendo cosas tan bonitas como esta porque para nosotros será un placer leerlas, con cariño Isabel.

Me llama la atención que una persona tan joven se ponga en la piel de una anciana deprimida. Me ha dado que pensar… Lo analizaré con más detenimiento. Besos

Me ha encantado, es muy dificil escribir buenos cuentos, y este sin duda lo es, es muy breve pero da muchas pistas de toda la vida de una persona y qué la conduce a tomar su decision, escribe más!

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