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Vida en las huertas de Valencia en 1933

Miguel Pérez de Lema

Documento audiovisual que recoge la vida en las huertas de Valencia en 1933. Un mundo inalterado durante siglos y destruido por la industrialización, la superpoblación y el turismo. Un ecosistema perfecto en el que el hombre era el centro del paisaje y la medida de todas las cosas. Un reino pacífico, común y bueno, en el que el tiempo se resistía a cualquier aceleración, leal al ciclo de vida de las verduras.
El paraíso en la tierra.

Cualquier innovación en un entorno perfecto, sólo puede ser un deterioro, un fraude, un descalabro. Abominemos del progreso y de los progresistas.

No al progreso. Sí al regreso.

18 respuestas a «Vida en las huertas de Valencia en 1933»

Me apunto, aunque no creo que cualquiera sirva para esa vida. Hay que madrugar mucho y doblar el espinazo. Y el internet va muy lento.

¡olé al aspirante al premio del «Reaccionario de culto» del año y olé al vídeo aspirante al premio de mejor manipulación! Impagable la capacidad de persuasión del sonido del vídeo: ese vino en el gaznate, esos gorgoritos de los pájaros felices…me han hecho llorar.

Yo conocí de niño ese paraíso, que duró hasta los comienzos del turismo en los 70. Los días más felices de mi vida los viví sin agua corriente ni luz eléctrica. Y sí, el campo es duro, pero las paellas huelen a leña y a romero, y no hay ni metro ni semáforos. ¿Alguien se iría a vivir al campo si tuviera que detener su vida 1 minuto cada 3 minutos simplemente porque una luz se ha puesto roja?

Entre la vida de la gran ciudad y la vida sin luz y agua hay un término medio.
Yo vivo en un pueblo en el que sólo hay un semáforo, que casi siempre está apagado. Voy y vengo andando a trabajar, mi hija va andando al Instituto… Y no tengo que lavar la ropa en el río.
Probablemente Ricky viviera los días más felices sin agua corriente ni luz eléctrica. Pero mucho me temo que se debía más al hecho de que era niño, no a que no hubiera progreso. Francamente, no os imagino, ni a ti ni a Miguel, lavando los platos y la ropa en el río, cortando leña, cavando la huerta, tomando la cerveza caliente -tampoco habría frigos- conformándoos con la única conversación de los lugareños, sin internet, sin correo electrónico… Si os parece que eso es el colmo de la felicidad, probad a dejar de pagar los recibos de la luz 😉

Empiezo a creer que el agro es macho, y la ciudad es hembra. Va a ser esa la intuición que nos llama, en este remate final de partida. ¿Reaccionario yo? Gracias, gracias. Cuánto honor.
Reaccionemos siempre, frente a todo.
El acto instintivo de reaccionar es el acto supremo de afirmase uno. Y todo el mal que hoy nos pudre el tuétano es por haber cedido ya tanto y tanto tiempo que apenas somos un resto de humanidad, de ser, colgando de un hilito, y aun ese hilito nos lo quieren castrar. Quizá cuando Heidegger hablaba con nostalgia de dasein y del encaje absoluto de su padre tonelero en Baviera, con su paisaje y su tiempo, a lo mejor nos hablaba de esto. Y de su descomposición, que ya dura más de un siglo.

Dejemos, en nuestra mente al menos, las ciudades, con sus espumosas decadencias, sus engañosos brillos, sus fiestas de pederastas y sus alegres divorciadas. Y marchemos al campo, a descubrir la epifanía del buen pan cociéndose en el horno. Algunas mujeres fértiles y de sana constitución se nos unirán. Y si no, se las rapta y se funda otra Roma con la hermosa raza que alumbremos.

(Dureza la hay en todas partes. Existen, por ejemplo, humanos que viajan en Metro cada amanecer de su vida. Sólo que ocurre muy temprano y bajo tierra, para que su visión no ofenda).

Sí, ir en Metro es muy duro. Levantarse a las seis para ordeñar la vaca, recorrer en alpargatas los seis kilómetros nevados que te separan de la escuela y romper el hielo para lavar los platos o la ropa en el río, es una fiesta.
Que no todo el campo es Valencia.
No es un problema de que la ciudad sea femenino y el campo masculino.
Es un problema de que tus ancestros son urbanos y no te has criado oyendo historias de sabañones, malas cosechas, cerdos que se mueren, espinazos partidos, jornadas de sol a sol…

Mis ancestros son murcianos.
Mis abuelos tuvieron siempre una finca (modesta pero suficiente) en el interior de la región, con sus cerdos y sus gallinas y conejos y sus pocas fanegas de olivos, y sus padres eran panochos de la mismísima huerta. Ojalá jamás hubieran salido de allá.

Por alusiones: yo soy más de campo que una esparraguera, y sin embargo como conozco sus sinsabores, no me gusta que me lo «vendan» así y mi comentario se ceñía al vídeo, a su interesada idealización de la arcadia feliz, la ideología subyacente y el texto que lo acompaña. Y ¿ves?, a poco que se rasca, sale, todo sale. Impagable la imagen del rapto y la fundación de una nueva Roma…

Rapto de las sabinas
El Rapto de las sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.

Según la leyenda, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tacio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.
El libro «El Ocho» hace referencia a esta pintura de forma tácita, donde explica la supuesta elaboración del cuadro por el artista retratando en ella a las dos protagonistas Mireille y Valentine. Valentine es la mujer que se interpone entre los romanos y los sabinos, y Mireille es la mujer que está en el suelo.

Ya, murcianos (los abuelos de Miguel). Allí no cae una gota de nieve.
Y ¿si eran tan felices y todo era tan maravilloso allí, por qué emigraron? ¿Creían en la Arcadia urbana como tú, crees en la Arcadia rural? ¿Te contó alguna vez tu abuelo por qué abandonó el campo y se fue a la ciudad?

Te diré porque emigraron los míos: porque eran de Ávila y hacía un frío de pelotas, porque las tierras que dieron de comer -malamente-al bisabuelo, no eran suficientes para dar de comer a los hijos y no quedaba más remedio que mandar a las hijas a servir a los 12 años -por supuesto, ya nunca más volvieron-. Mi familia emigró porque generación tras generación morían sin haber conocido otra cosa que la miseria.

Yo agradezco que mi abuelo sintiera la llamada del progreso, saliera del pueblo y no condenara a mi madre, y por extensión a mí, a una vida miserable. Agradezco que mi madre no me tuviera que poner a servir a los doce años y que yo tampoco haya tenido que hacerlo con mi hija.

No hace falta que secuestres mujeres y vuelvas a fundar Roma . Lo único que tienes que hacer es dejar tu piso de alquiler y mudarte a vivir a una aldeíta. El alquiler de una casa con tierra de labor te costará mucho menos que malvivir en la gran ciudad. Y podrías mandarnos crónicas desde allí.

Unos amigos muy queridos se han marchado a Argentina y están viviendo como tú dices que te gustaría vivir. Pego aquí unas fotos para que veas que eso que tú sueñas, existe. Pero no esperaron a que nadie viniera a decirles: por orden del rey, hay que volver al campo. Sintieron la necesidad y, sin echarle la culpa a nadie y sin esperar a que nadie les arreglara la vida, se marcharon.
¿Por qué no haces tú lo mismo? Cuando quieras te pongo en contacto con ellos.

Las fotos: https://proscritosblog.es/wp-content/uploads/2012/05/cocina.jpg

Viendo claramente el precipicio en el horizonte, la única salida es recular. El instinto de supervivencia necesita de idealizar el tiempo pasado cuando el futuro es tirarse por un precipicio. Normal, creo que la etiqueta al «invento» es «Decrecimiento»

De vez en cuando te encuentras historias como la del Robinson ese que te devuelve la fe en la humanidad y en la naturaleza, que deberían ser la misma cosa. ¿Alguien puede dudar de la inmensa felicidad que debe de sentir ese privilegiado al despertarse cada mañana en ese entorno? ¿Se puede imaginar una vida más plena? Te hace pensar en que ¿a que coño nos dedicamos los demás que no hacemos lo mismo?. Lo anormal debería ser o mejor dicho es, lo que hace la gente «normal». Me recuerda a la película de uno de los nuestros, en la que Ray liotta dice que la gente que madruga cada mañana para pagar impuestos y facturas son unos pringados que están muertos y todavía no lo saben. Lo mejor de esto es que la mayoría piensa que lo que digo son estupideces y es mejor así porque donde yo voy no hay sitio para todos.

El confidencial: ellas prefieren a los hombres débiles porque son más manejables

LA EVOLUCIÓN FEMINISTA DE LA HUMANIDAD
Ellas prefieren a los hombres débiles porque son más manejables

Iván Gil

La biología evolutiva de la especie humana dio un giro de 180 grados cuando aparecieron las grandes ciudades: las mujeres comenzaron a inclinarse por los hombres físicamente débiles (machos Beta) frente a los fuertes (machos Alpha) para buscar descendencia. Esta es la conclusión de un estudio elaborado por un grupo de biólogos de la Universidad de Tennessee-Knoxville, que recoge la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.

Las bases de la familia moderna se sentarían en esta “revolución sexual”, en la que priman cualidades como la lealtad y la generosidad sobre la fortaleza o la promiscuidad. Es decir, las necesidades emotivas han adquirido en nuestros días una mayor relevancia que las necesidades de protección. La decisión de las mujeres ha influido más en la evolución que la biología

Este cambio de tendencia comenzó a producirse con la formación de las grandes comunidades sociales. La creación de estos grupos mudó los hábitos relacionales al aportar un fuerte componente de seguridad para la supervivencia de las mujeres y sus hijos, de la que antes se tenía que encargar el macho dominante. Con el tiempo, los machos Beta desarrollaron nuevas estrategias para competir con los demás y asegurar sus relaciones, donde la monogamia se erigió como la condición sine qua non, ya que los machos Alpha continuaban buscando relaciones múltiples.

El grupo de biólogos evolutivos que dirigió la investigación llegó a estos resultados mediante el desarrollo de un modelo matemático simulado por ordenador, concluyendo que la decisión de las mujeres, basada en la fidelidad, ha determinado la evolución desde una perspectiva que se alejaría de las explicaciones netamente biológicas. “A partir de ahora, los estudios evolutivos deberían tener en cuenta este punto de vista sobre la elección femenina para explicar los dilemas y comportamientos sociales”, según explica el investigador Sergey Gavrilets.

Una sociedad matriarcal

El equipo de investigadores explica este fenómeno, que empezó a gestarse en una etapa más temprana de lo que se pensaba hasta el momento, como una reacción de “los hombres que carecían de la capacidad de competir físicamente con sus iguales, por lo que se centraron en suministrar alimentos a sus cónyuges con el fin de comprar su afecto” y eludir así la ley del más fuerte. Primitivamente los preferían fuertes para preservar su seguridad, pero cuando el grupo social cubrió esta necesidad se inclinaron por los fieles

Con las necesidades básicas de supervivencia cubiertas por el grupo social, los hombres de menor rango comenzaron entonces a adaptarse a las preferencias de las mujeres. Desde el punto de vista histórico, también influyó el hecho de que los hombres físicamente más válidos eran destinados para ir a la guerra, por lo que los machos Beta ganaron terreno por tener más probabilidades de quedarse en casa cuidando de su pareja y sus hijos.

Entre las conclusiones más relevantes del estudio se encuentra el papel de la mujer a la hora de decidir la evolución humana. “Han jugado un rol muy importante en la evolución de la humanidad”, apuntan los investigadores abriendo un nuevo frente en los estudios evolutivos. Esta nueva perspectiva aporta un nuevo enfoque que minimiza las teorías sobre el machismo, que en la práctica no habrían tenido la importancia que se les ha dado. Es más, los investigadores se inclinan a favor de de que la evolución ha sido feminista y con unos componentes más cercanos a las sociedades matriarcales, aunque esta dominación de las mujeres se ejercería ‘en la sombra’.

Los resultados de este estudio también relativizan los cánones sobre la belleza masculina y con ello el excesivo culto al cuerpo, que en los últimos años ha adquirido su máxima expresión. La buena presencia física no aumenta por tanto las posibilidades de encontrar pareja. En cambio, las mujeres sí valoran otros aspectos psicológicos más escondidos, relacionados con los afectos para mantener relaciones a largo plazo.

Pues ya les vale a los de El confidencial poniendo titulares. Después de leer la noticia, mi titular sería: «Ellas prefieren a los hombres débiles porque son más leales».

Yo pondría: «nada tiene que ver un ¿estudio científico? con lo que se entera un redactor por un resumen de prensa, y menos aun con las ganas de vender del que dirige el periódico».

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