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Manual de conspiranoia: el programa de estupidización

La fuerza de las personas reside en su espíritu, en su moral, -en su ética si te asustan las palabras anteriores y necesitas un eufemismo-, y no en su cuenta corriente, en su agenda, en su historial sexual -si bien estas tres cosas son estupendas-.

Miguel Pérez de Lema

Osama Bin Laden dijo que entre un caballo débil y otro fuerte, la tendencia natural es la de escoger el segundo. La fuerza de las personas reside en su espíritu, en su moral, -en su ética si te asustan las palabras anteriores y necesitas un eufemismo-, y no en su cuenta corriente, en su agenda, en su historial sexual -si bien estas tres cosas son estupendas-.

La verdadera fuerza de una cultura se demuestra de forma inconsciente en su crecimiento. En su conquista del territorio por la vía demográfica. Aunque crecer no es una cuestión de reproducción, ésta es sólo su consecuencia. Ese crecimiento procede de la fe en la vida, una confianza que necesita unos cimientos sólidos, sin fisuras, no negociables. Los cimientos no se pueden mover, no son relativos. Si se tocan se cae la casa.

En el interminable relato de la civilización, nuestra cultura es, quizá, una menopáusica divorciada, pre jubilada de telefónica, enganchada a los antidepresivos, al sexo por compasión, y al batiburrillo espiritual. En la escena han aparecido otros personajes, como el orgulloso musulmán, un muchacho muy joven, medio analfabeto pero con ganas de aprender y comerse el mundo, que trapichea un poco y está al loro; la dulce chica sudamericana, tan ubérrima y feraz, que se queda embarazada con sólo tocarla; el sonriente joven sudsahariano, digno hasta en los peores trances imaginables, que lleva dentro de sí una luz que nunca se apaga. Esos tres personajes, hasta ahora secundarios, son la vida, «la fuerza» les acompaña, y prevalecerán.

En el ámbito de la conspiranoia se habla mucho de ingeniería social. Pocas veces se concreta. Hemos visto este vídeo en el que una mujer explica lo que ella entiende como el programa de «estupidización» de la sociedad norteamericana, introduciendo en la escuela pública el relativismo. Ese relativismo, que según los conspiranoicos lleva décadas en el poder, se habría encargado de formar una generación sin nervio, sin espíritu, sin moral -o sin ética, si prefieres-.

La consecuencia de ello, sería el atasco neurótico de la sociedad, su «liquidez» como se dice ahora, y el retroceso progresivo en número de sus integrantes, frente a otras culturas que mantienen sus cimientos sanos, con un pensamiento «sólido» que sustenta: su organización social, su idea de la familia, sus principios religiosos, sus limitaciones y renuncias.

En mi opinión, las cosas son mucho más complejas de lo que proponen los conspiranoicos, pero su punto de vista no me parece, en muchas ocasiones, ridículo ni despreciable. Al contrario, creo que buena parte del fenomenal atasco en el que estamos metidos, se explica por el desprecio y el silenciamiento de todas sus advertencias, sin discriminar las que son ridículas de las otras. Prueba de ello, de que la gente intuye que hay un intenso juego subterráneo por explicar, me parece que es la extraordinaria expansión que este tipo de teorías están teniendo en el mundo de la comunicación horizontal y en red, que es Internet, una vez que el viejo mundo del control de la información vertical ha caído en el desprestigio.

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6 respuestas a «Manual de conspiranoia: el programa de estupidización»

Sugiero la convocatoria de un concurso para acertar cuantas veces aparece el término «normal» en este vídeo y el los otros vídeos de la conspiranoiade más abajo. El premio: no se, depende de vuestra liberalidad, bastaría con una mención honorífica.

Me gusta mucho la imagen de la cultura occidental como una jubilada, menopáusica, divorciada y adicta a casi todo. Es muy explícita y definitoria. También la de los tópicos del «morito inculto», el «negrata sonriente» y la «sudaquilla embarazosa». Hoy he escuchado en rne que una revista americana de cierto prestigio (escribió en ella Mark Twain) habla en un artículo del relativismo moral en el que se está cayendo. Culpa a este capitalismo exacerbado y la desregulación de los mercados y pone ejemplos sangrantes como una mujer que se tatúa en la frente una marca comercial por unos dólares, la compra-venta de niños, la publicidad en los pasillos de los institutos y todo tipo de aberraciones del mercadeo. Todo está en venta, a la dignidad del ser humano le ponen un precio, por supuesto a la sanidad, a la educación, etc. y siempre salen perdiendo los que no pueden comprarse una vida digna. Se pierde de esta manera el valor de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades que eran el eje de la constitución de ese país. Por cierto yo no veo a un sudsahariano, a un musulmán o a una sudamericana tatuarse una marca de refrescos en la frente a cambio de unas monedas; se respetan a si mismos.

Por eso es tan importante transmitir unos valores a los hijos en casa. Aunque esos valores se contradigan con lo que ven en el colegio y en los anuncios de la tele.

No sé si lo que cuenta esta mujer es verdad o mentira, pero en cualquier caso, el gran problema es que creemos que el Estado debe ser responsable de todo, que el Estado nos cuida mejor de lo que lo haríamos nosotros mismos y delegamos en él hasta el más mínimo detalle de la educación de nuestros hijos.

En cualquier caso, ella también parece querer adoctrinarnos sobre qué es lo bueno y que es lo malo.
Yo prefiero seguir fiándome de mi conciencia.

(Por cierto, Miguel: Manual de conspiranoia ya es una serie. Tú acuérdate de empezar siempre con el mismo título y el artículo irá derechito a la serie)

Anónimo. Muchas gracias por el regalo.
Mis padres pudieron elegir y eligieron para mí una educación en un colegio solo para niñas, no había «incoherencias» entre lo que me ensañaban en mi casa y en el colegio. El colegio y mis padres nos indicaban a mi hermana y a mi que había que llegar vírgenes al matrimonio y que el noviazgo era una relación con fin matrimonial, no para estar «entretenida». Ya de la homosexualidad y el aborto no había que hablar. Para qué, sino quedaba resquicio para la duda. En cambio, a mi hermano lo enviaron siempre a un colegio mixto. Nadie le dio indicaciones de que debía llegar virgen al matrimonio ni que las chicas con las que se relacionase habían de ser tratadas con fines matrimoniales. ¿Esto es «normal»? ¿Era lo «normal» para mi generación, para mi ambiente social, para los que vivíams en la calle X nº Y piso Z? ¿Hasta dónde tienen derecho los padres y el Estado a entrar en las conciencias de los menores? ¿Qué debe hacer el Estado con lo que enseñan los imanes, o cualquier autoridad religiosa, o con los padres y madres de familia que conciertan contra la voluntad de sus hijos los matrimonios de sus hijos menores de edad pero con capacidad jurídica para contraer matrimonio? El límite es el código penal. Esa es nuestra ética en el sentido de moral pública o socialmente admitida: el mínimo común denominador del código penal. ¿Demasiado líquido? no lo creo.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía sale de una fundación con ese nombre en la Universidad de la que fue rector Peces Barba, no recuerdo su nombre ahora (¿Carlos III?).

Este laboratorio filosófico, a mi modo de ver, trata de establecer las bases que permitan que el estado se convierta en fuente de norma moral de tal modo que al poder político le sea posible promulgar leyes y que estas estén libres de crítica moral exógena al estado (religiones, derecho natural, etc).

La promoción de la homosexualidad, las pajillas grupales en algunos talleres escolares extremeños y andaluces, las escuelas catalanas que enseñaban a los chicos lo bueno que era que los sodomizasen, leyes como la despenalización total del aborto, la tolerancia con la droga, los bombardeos de civiles libios por nuestros aviones, la corrupción rampante, etc, etc requieren una sociedad sin criterios morales o que, al menos, no castiguen electoralmente por ello. En Andalucía lo han conseguido con la entusiasta ayuda del PP que calla por si acaso al hablar pierde votos. Como les ha sucedido, por cierto. O sea, funciona bien.

A mi modo de ver este esfuerzo de segregación del individuo de sus núcleos de apoyo y formación moral tradicionales es una constante de las sociedades humanas gobernadas por poderes con tendencias totalitarias o por gente sin carácter moral.

Es decir, no es de ahora.

En su momento las religiones oficiales ejercieron ese «rôle» de cooperador del poder político (frecuentemente teocrático) para facilitar la dominación y el gobierno. Esto es muy difícil si no puedes manipular la estructura moral de la sociedad.

Lo que cuenta Charlotte en el video es pues un ejemplo más de adoctrinamiento escolar esta vez desde el poderoso sector laicista y liberal USA.

Recordemos que en Estados Unidos el término liberal designa desde el rosa al «rouge à lèvres» políticos. Desde la socialdemocracia al comunismo underground que viven tras el partido demócrata o fuera del sistema.

Aquí es evidente que Zapatero dió muchos pasos más en este proceso. Creo que lo hizo por cálculo electoral (de hecho llevaba a sus niñas a un colegio religioso antes de ser Secretario del PSOE) más que por ideología. Franco también tuvo su Educación para la Ciudadanía y todos, de una forma u otra, tratan de «bromurizarnos» de modo que, por lo menos, no les molestemos mucho y nos dejemos llevar por los que saben más que nosotros.

Me gusta mucho encontrar a gente como Marisol y otros porque son la prueba viviente de que estas cosas funcionan fatal y a veces producen efectos inesperados. Se aprende por el ejemplo y nos rebelamos desde niños contra la hipocresía y los malos adultos.

Pero de que se intenta y progresan a mi no me cabe la menor duda: El poder político es el mejor negocio del mundo y lo ingenuo es pensar que no hay gente que vive y trabaja para ello mucho más allá del horario normal de trabajo.

¿Por qué no lo harían si encima se lo pagamos nosotros?

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