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No lo hizo el pueblo, lo hicieron ustedes

Por Robert Lozinski

No tengo nada en contra de los nostálgicos que aún llevan flores a la tumba del fusilado dictador Chaushescu –el nuestro también es un país democrático- pero, si tanto desean repetir viejas experiencias, ¿por qué no se van a vivir un mes en Corea del Norte?

Lo mismo deberían hacer los compatriotas que han olvidado demasiado rápido las interminables colas que debían guardar si querían conseguir unas patas de pollo para una sopa y que hoy tiran a la basura lo que queda en el plato, o los que quieren adelgazar y no saben cómo, los deprimidos por las fiestas navideñas –prohibidas en aquella época, recuérdenlo- o los que juegan al fútbol con un trozo de pan (a quienes recomiendo probar, por si acaso, en la cena la corteza de una pelota).

Millones y millones de norcoreanos se echaron a la calle para llorar la muerte del dictador. De pie o de rodillas. O hasta mordiendo rabiosamente la tierra. No se rían de ellos. Su comportamiento no es nada cómico. Es el reflejo condicionado pavloviano: el terror ejercido de manera continuada sobre el ser humano crea reflejos automáticos de servilismo. Dicen que no mucho tiempo antes de morir, Kim Jong-Il ofreció al pueblo pequeñas cantidades de pescado congelado. El pueblo entero salivó y vertió lágrimas de agradecimiento.

¿Es eso lo que quieren repetir estos señores? Tal vez, pero su actitud no es tan criticable al fin y al cabo. Ellos se sentían felices con lo poco que recibían si a cambio no se veían obligados a estrujarse mucho la cabeza. Lo más chocante no es esta masa de desmemoriados inocentes. Lo más chocante es lo que declaró un cineasta de gran éxito en la época del tirano fusilado y, después de su muerte, distinguido senador y laureado artista;“mejor hubiera sido dejarle que lo linchara el pueblo”. A ver si he entendido bien el deseo de este ilustre personaje: es decir, que ojalá cargáramos nosotros, el populacho, con la culpa del magnicidio para que él y los de su calaña puedan disfrutar tranquilamente de las ventajas de esta muerte.

Pues lo siento por usted, señor senador y artista. Dios esta vez fue un poco menos injusto: le llenó a usted los bolsillos de dineros y la vida de privilegios; pero no le libró como a usted le habría gustado de los fantasmas de los difuntos –marido y mujer, Nicolae y Elena, no lo olvide- que, por lo visto, no dejan de rondarle los sueños por la noche.

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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena

2 respuestas a «No lo hizo el pueblo, lo hicieron ustedes»

No importa lo que le llevo a la muerte, ni el grado de odio, el campo santo a la hora de recibir las flores se verán los allegados, familiares, los que recibieron favores, los admiradores y los comprometidos por una u otra cosa, lo cierto es que recibirá las ventajas de la muerte [descanso de los problemas], que importa quien le haya matado, sus errores, equivocaciones se verán traducidas en el presente, en el pasado impreso como una lección como factor de aprendizaje; al final del día siempre se ven las traiciones, el valor del pago, en el panteón o lapida flores reposaran por agradecimiento con un concepto definido.- Chinca C. Salas R-

Voy a escribir una anécdota… En el pasado mundial de fútbol, el celebrado en Sudáfrica, el Gobierno de Corea contrató a personas asiáticas (ninguna de Corea) ya que si daban permiso para salir del país se arriesgaban a que esas personas no volvieran. Un detalle que dice mucho…
Un saludo!!

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