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Hermetismo

por Juan Hopplicher
Imagen en contexto original en contexto original: psicoblog

El Gran Gringo es una torre de pelo amarillo, cara roja, y músculos decorados con tatuajes y cicatrices. Al poco de conocerle, un día en que nos emborrachábamos en un bar fino de Las Aguas, me dijo que es un ex marine que tras Iraq fue incapaz de volver a su granja de Alabama. Pensó que los slums de América Latina serían un termino medio entre la guerra y la civilización, justo la transición que él necesitaba, y por eso vino.
Un año después no he podido sacarle más biografía; pero por fotos y testimonios de algún camarada que le ha visitado, me consta que en efecto llegó a sargento mayor y estuvo en primera línea.

La India Postmoderna tiene silencios sobre su vida que me aturden. He podido reconstruir su historia entre referencias casuales que hace al pasado y algún dato que me ha filtrado una de sus amigas. Resulta que fue expulsada de la Universidad Distrital por vínculos con grupos subversivos – la detuvieron por guardar papas bomba en casa. Pero la herida que aún supura es de cuando descubrió que los líderes del grupo al que pertenecía, y a los que veneraba, estaban matando ellos mismos estudiantes afines para poder culpar a la policía. Jamás ha querido hablar de todo esto.

Las dos personas más importantes de mi estadía en Bogotá cargan con un dolor que mascullan pero jamás verbalizan. Esa distancia, sin embargo, les hace a mis ojos muy auténticos.


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