por Marisol Oviaño
Y es una sensación rara, porque en ocasiones me parece estar leyéndome a mí misma, a Miguel, o a cualquiera de nuestros comentaristas.
Durante años hemos estado bebiendo de las mismas fuentes, analizando los mismos temas y escribiendo sobre ellos. El manifiesto de B. es para mí territorio conocido, en él reconozco a Kaczynski, a Nietzsche, a Fallaci…A medida que voy avanzando por sus páginas, voy encontrando más y más coincidencias entre sus conclusiones sobre la sociedad occidental y las nuestras: el perjuicio de las políticas de igualdad –Breivik, que vive en un país muy feminista, llega a decir que el Estado ha sustituido al marido hasta convertir al hombre en algo innecesario-, la destrucción de la familia como política para destruir cualquier oposición al poder, la eterna adolescencia de las personas adultas…
El manifiesto rebosa testosterona, en él se habla de hombres que ya no sirven para defender a sus familias –porque ya no hay familias que defender-, de hombres que rehuyen el compromiso porque les resulta muy fácil tener una o varias mujeres sin comprometerse, de mujeres que tras conocer la libertad caen en brazos del Islam… B. preconiza que, dentro de unos años, la hija de la feminista de hoy será la mujer del moro de mañana.
Dice que, desde un punto de vista sexual, la mujer viene programada para someterse a un hombre –y no le falta razón-, y que como el hombre occidental es débil y no las somete, ellas acaban echándose en brazos de los musulmanes. Acusa al feminismo de estar contribuyendo activamente a la islamización de Europa.
Uf, nosotros dijimos prácticamente los mismo hace años:
«abdellah dice:
LOS OCCIDENTALES SOIS MUY COMODOS. NO ESTAIS
ACOSTUMBRADOS AL SACRIFICIO, A SUFRIR.
inar dice:
sí, es cierto. Somos un pueblo en decadencia. El otro día cuando
quedamos y te vi tan cansado y pensé que no tenías coche, que
te levantabas a las seis, que estabas agotado y habías cruzado
medio Madrid para verme, pensé en la excusa que cualquiera
habría dado: estoy cansado estoy deprimido estoy triste. Pero tú
estabas allí. Sois más fuertes
Osama dijo: conquistaremos occidente con el vientre de nuestras
mujeres. No puedo evitar un escalofrío cuando pienso que se quedó
corto. Conquistará occidente con nuestros vientres».
(Seduciendo a dios, pág. 214)
Pero, muertos aparte, hay una diferencia radical entre nosotros. B. propugna la vuelta a un feliz e ideal pasado en el que el hombre era proveedor y la mujer se quedaba en casa limpiando y cuidando de los hijos.
Y yo no creo que los tiros deban ir por ahí.
Si alguien llegara ahora a decirme que tengo que casarme, someterme a la voluntad de un hombre y quedarme en casita haciendo rosquillas, no dudaría en salir a la calle a pegarme con quien hiciera falta para defender mi independencia.
Habría que buscar una solución intermedia. Yo también creo que es bueno que la madre esté cerca de los hijos, sobre todo cuando son pequeños. Pero los hijos crecen, llega un día en que no necesitan que la madre esté pendiente de ellos las 24 horas del día.
Sé, por experiencia –yo, al contrario que B., sí tengo hijos- que en ese momento a la madre le apetece volver al mercado laboral, volver a tener vida propia.
Estoy en contra de la aniquilación del hombre, pero no creo que para evitar su extinción haya que encerrar a las mujeres en casa de por vida.
La vuelta al pasado no es una buena solución.
Habrá que seguir dándole vueltas.
6 respuestas a «Yo también estoy leyendo a Breivik»
La tecnología, como sucedió ya con la lavadora, el frigorífico o la píldora, es la que vendrá en auxilio de las mujeres. El trabajo en domicilio es un porcentaje del empleo cada día mayor, y las jornadas laborales tradicionales, de horario fijo, tienen los años contados. Lo que no sé es hasta qué punto estas dos últimas generaciones de feminismo ideológico han alterado la mentalidad de las mujeres. La juventud es un mercado de consumo muy potente, que ha creado indirectamente el poco atractivo estereotipo de la ‘maruja’. Las empresas tendrán que encontrar algo (mucho) que venderles a las mujeres que se quedan en casa antes de que esa forma de vida pueda ser rehabilitada.
En auxilio de las mujeres y de los hombres también. Estamos todos juntos en el mismo barco.
No sé cuánto han alterado la mentalidad de las mujeres estas dos últimas genraciones de feminismo ideológico, pero no conozco ninguna joven madre trabajadora que no sienta remordimientos cuando se va a trabajar y uno de sus niños tiene fiebre.
Eso, las teóricas del feminismo que están o han estado en el Gobierno -Pajín, Aído, Mª Teresa Fernández de la Vega…- no lo saben.
Los mercados, sí.
Buenos días.
Un par de complementos para situar la poliédrica realidad que nos toca vivir.
En primer lugar, el comentario relativo a la maduración cada vez más tardía de los niños y la juventud. Hay diversos factores entre ellos dos muy importantes.
1. El sistema socio económico occidental, salvo nichos exportadores muy especiales, no puede absorber ni siquiera nuestra reducidísima natalidad y por ello se retrasó su acceso a la universidad unos dos años (es el caso con respecto a mi generación) llegando a ella con menores conocimientos que los chicos de 15 años de los sesenta y primeros setenta.
En este momento (Pisa) se está extendiendo otrs dos años su estancia en la universidad y, de nuevo, lo que aprenden –master incluido– es una fracción de lo que sabían al terminar antes sus cinco años de carrera. Es un fenómeno occidental, no sólo español.
2. El efecto de varias generaciones fundamentalmente audiovisuales.
Neil Postman, un profe de Coms. de la U. de Nueva York, hace ya más de 20 años que explica cómo el tránsito desde la lectura hacia lo audiovisual inhibe poderosamente las capacidades intelectuales más elaboradas y refuerza lo emocional instintivo haciendo que hoy sea inimaginable lo que era normal hace ochenta años (que los chicos de 16 años funcionasen ya como adultos responsables).
Hoy ya son padres generaciones que en su infancia fueron receptores audiovisuales en mucha mayor medida que operadores lógicos a partir de conceptos.
Disappearance-Childhood-Neil-Postman
Creo que hay una traducción al español
PD. Es un argumento más, Mª Sol, para tus cursos de lectura y escritura para jóvenes.
Tenía otro comentario pero se me ha olvidado y este me ha salido largo.
Y supongo que si a todo eso le añadimos los hábitos de la sociedad de consumo: obsesión por la eterna juventud, satisfacción inmediata de todos nuestros caprichos, necesidad de que el Estado nos asegure todo-todo-todo, obtenemos como resultado adultos que son eternos adolescentes.
Manu: si tienes otro comentario, no dudes en hacerlo, que el tema da para muuuuuuuucho, y estamos aquí para aprender.
Hombre, Manu. Kaixo. Long time no see.
¿Cómo andas, viejo?
A ver cuando vienes por Donosti y charlamos.
Veo que la dueña anda lamentando hábitos de consumo. Y eso que partece joven.
Si hubiera concido los besugos y las chuletas de cuando el caudillo veraneaba en Aiete no se lamentaría tanto porque guardaría memoria de cómo eran las cosas antes de los tiempos.
Cuando la vida y la gente tenían sabor y hasta, a veces, sudor.
Venga, dame un toque.
Geroarte
Estaba haciendo EGB cuando mataron a Carrero Blanco, no sé si eso es ser más joven o menos que tú, deconocido que por error ha firmado con el nombre de Manu Oquendo.
Seguro que en aquella época se comían unos besugos de muerte, pero mi madre no podía tener una cuenta en un banco. Mirar al pasado – a todo él, no sólo a un régimen concreto- puede servir de referente en algunos casos, pero creo que hay que inventar cosas nuevas.
A veces creo que la nostalgia de muchos por tiempos pasados no es nada más que nostalgia por la juventud perdida.