por hijadecristalero
Fotografía en contexto original: justjared de la serie The Office
Cuando yo tenía la edad de mis hijos, podíamos conducir motos a los catorce años, hacer pellas sin que nos detuviera la policía, ir a conciertos gratuitos, salir por la noche hasta las tantas, beber litronas en los parques, fumar porros sin que te pusieran una multa, ganarte la vida trabajando media jornada… Incluso estudiar una carrera servía para algo.
Ahora, si alguno de mis hijos falta una hora a clase, el instituto me pone un mensa.
¡Qué bien! dicen muchos padres, así están más controlados.
Educar a los hijos es muy difícil, todos creemos que lo hacemos bien y probablemente nunca sepamos si acertamos o nos equivocamos: la vida me ha enseñado que la educación que uno ha recibido, comienza a hacer efecto cuando la persona que te la ha dado muere.
Yo no sé si estoy educando bien o mal a mis cachorros.
Intento que en casa haya una tibia –en comparación con lo que veo a mi alrededor, parece férrea- disciplina.
Pero no me gusta que controlen a mis hijos, no le pido al Estado que los vigile, sino que los instruya. Prefiero que tomen sus propias decisiones y aprendan a base de equivocarse, como hicimos los de mi generación: un mes te pasabas faltando a clase de mates, te cateaban y al mes siguiente no faltabas ni un día, porque habías aprendido la lección. Un día salías con los yonquis, veías la mierda en la que vivían y te alejabas para siempre del camino de la dependencia.
O te hacías adicto.
De ahí la importancia de aprender a manejarte en libertad.
Por mucho que nos controlen, todos, en algún momento de nuestras vidas, somos libres. Siempre llega un día en el que no hay una madre o un profesor mirando.
Tarde o temprano hay que tomar decisiones en completa soledad. Tarde o temprano hay que empezar a responsabilizarse de lo que uno hace con su vida. Tarde o temprano, si vives, llegará un momento en el que ya no puedas seguir echando balones fuera.
Cada vez que un padre celebra que sus hijos estén más controlados, sé que estoy ante un adulto que, cuando el jefe no mira, deja de trabajar.
Y yo quiero que mis hijos sean libres para escoger su camino y poder dedicar su vida a hacer lo que aman, que no necesiten vigilancia.
Pero, como decía un poco más arriba, nunca sabré si lo estoy haciendo bien.
Una respuesta a «intentar educar»
Es curioso, mis hijos ya son mayores, tienen sus parejas, viven en sus casas, y, muchas veces, sigo preguntándome: lo hice bien. Fui demasiado tolerante, quizá… No lo sé, Creo que cada uno de ellos eligió su camino, y lo hizo en libertad, y ahora les veo felices… Sigo cerca por si me necesitan… Pero «la libertad» les ha sentado muy bien.