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Resentimiento

por hija de cristalero

Foto: hazteoír

Leire Pajín me da miedo.
Me da miedo el resentimiento hacia el hombre que late en cada una de sus propuestas.
Me da miedo que se deje abortar a los 16 años a espaldas de los padres.
Me da miedo que en nombre de las mujeres, en MI nombre, se demonice a los hombres.
Me da miedo que me digan que me defienden cuando en realidad lo único que hacen es ponérmelo más difícil.
Me da miedo esta política que está consiguiendo más muertas, más odio hacia las mujeres y más brechas entre los dos sexos.

Soy mujer, soy madre, estoy divorciada y el padre de mis hijos desapareció en combate hace unos cuantos años.
No necesito un Estado que acose y derribe al hombre, yo sé defenderme solita. Necesito un Estado que me ponga las cosas más fáciles. Por ejemplo, que no me obligue a enfrentarme judicialmente al padre de mis hijos: es largo, inútil y muy gravoso para una economía monoparental.

A veces hay padres que, por las razones que sean, no pueden encargarse de sus hijos; como es el caso del padre de los míos. Y cuando un hombre quiere desaparecer, lo mejor es dejar que desaparezca (me ha llevado muchas noches en vela comprender esto). A mí me gustaría que el Estado me diera un papelito en el que dijera que él no puede encargarse de ellos; para que, si yo muero -por mi cuenta y riesgo-, él no pueda quitarle a sus hijos lo poco que yo les haya dejado.

No necesito que lo juzguen, lo condenen y lo castiguen, bastante castigo tiene cada vez que se mira en el espejo. No necesito venganza. Pero el Estado sólo me deja la opción de denunciarle por abandono familiar. Algo completamente inútil, porque yo no voy a cobrar nunca lo que me debe y él no puede –o no quiere, a estas alturas da lo mismo- encargarse de sus hijos. Pero, si no le denuncio, no me darán el papelito.

No entiendo por qué hacen falta abogados, procuradores, fiscales y jueces. Sólo haría falta un funcionario de ventanilla que supiera leer y escribir. A ver, esta señora dice que lleva usted cuatro años sin ver a sus hijos y sin pasarles un euro de pensión ¿puede aportar pruebas que desmientan lo que ella dice: ingresos de banco, facturas de teléfono con llamadas a sus hijos, fotografías recientes con ellos?. El padre de mis hijos no podría aportar una sola prueba. El funcionario anotaría en mi expediente: el padre no puede probar que está cumpliendo con sus responsabilidades como padre. Y ese mismo funcionario, u otro parecido, me daría un papelito que dijera que el padre ha hecho dejación total de sus funciones y yo lo archivaría junto a mi testamento, por si las moscas. Claro que entonces ¿de qué iban a vivir procuradores y abogados?

Si él no estuviera de acuerdo, siempre tendría tiempo para meterse en juicios y pagar abogados –lo que significaría que sí le importan sus hijos y que sí quiere ejercer sus derechos como padre-, que es lo que llevo haciendo yo los últimos cuatro años.

Todavía estoy esperando el juicio, que no va a cambiar nada: él no va a pagar lo que me debe, ni va a retomar sus responsabilidades paternales. Y yo, que soy la que apechuga con la familia, habré pagado un dineral por un papelito de mierda.
Esa es la Justicia que hay tras los fastos del feminazismo.

A mí no me ha maltratado ningún hombre, señora Pajín.
Me maltrata usted cada vez que abre la boca.

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Queridos comentaristas: Acabamos de subir el blog limpio de virus. Hemos podido rescatar los últimos artículos, pero, en el proceso, hemos perdido algunos comentarios. Estoy intentando rescatar todos los que pueda. Si véis que falta alguno, no penséis en la censura, sino en los duendes de la informática.
Lo siento muchísimo. Si alguno los tenéis archivados, podéis volver a colgarlos.
Gracias.

«El 14 de diciembre de 1967, la Asamblea Nacional aprobó en primera ronda la lay Neuwirth sobre la legalización de los anticonceptivos; aunque todavíano estaba subvencionada por la Seguridad Social, la píldora opdía venderse libremente en las farmacias. A partir de aquel momento, amplias capas de población tuvieron acceso a la ‘liberación sexual’, hasta entonces reservada a las clases directivas, los profesionales liberales y los artistas, así como algunos empresarios como si fuera un sueño comunitario, cuando en realidad se trataba de un nuevo escalón en la progresiva escalada histórica del individualismo. Como indica la bonita palabra francesa ‘menage’, la pareja y la familia eran el último islote de comunismo primitivo en el seno de la sociedad liberal. La liberación sexual provocó la destrucción de esas comunidades intermediarias, las últimas que separaban al individuo del mercado. Este proceso de destrucción continúa en la actualidad».

Michel Houellebeq

“ Estoy disfrutando de la vistas en la plaza de Olavide con una cerveza
en la mano, los niños juegan en el parque que hay en el centro.
Siempre me ha gustado este rincón de Madrid, con sus edificios
pintados en diferentes colores pastel y el estilo neoclásico barato de
las casas de la antigua burguesía. Dos señoras se sientan a la mesa de
al lado. Hablan mucho y muy alto, su presencia es ineludible como
la de dos gallinas que cacarearan. Tendrán algo más de sesenta años,
las dos se han arreglado con esmero aun a sabiendas de que ningún
hombre las mirará. Se han dado las mismas mechas, escogidas entre
un catálogo de cuatro colores discretos, el mismo peinado ahuecado,
parecidos trajes de tienda de pret-a-porter: el uniforme oficial de
todas las mujeres mayores de cincuenta y cinco años con rentas que
redondeen la pensión de viudedad.
Hasta mí llega un penetrante olor a cosmético caro, a juventud de
mentira, a mujeres que sólo ríen entre mujeres, a nietos besuqueados
y tinte para las canas.
A mujeres que se maquillan para ser juzgadas por otras mujeres.
Abuelas endomingadas
Mujeres sin ganas de hombre.
Vida sin sexo.
¿Quién quiere llegar a vieja?
Casi todas las mujeres.
Por eso no pueden ser mesías.
Aunque me juro a mí misma que jamás negaré bajo un maquillaje
lo que he vivido, comprendo que esas mujeres mantienen un mundo
sobre sus espaldas como si no hubieran dejado lo mejor atrás. La juventud
se hace más preciada cuanto más se aleja. De jóvenes éramos
hermosos y ágiles, de jóvenes teníamos futuro.

Estas mujeres pertenecen a evoluciones anteriores a la mía, fueron
educadas en la creencia de que el sexo era sucio y la decencia una cualidad
imprescindible para sobrevivir. Su única misión era parir y criar
hijos triunfantes. Hablan de una amiga que va por la vida con la cara
lavada, comentan con tristeza: la pobre no se cuida nada, si al menos se
pintara un poquito… Entre determinadas mujeres, no maquillar la vejez
es casi una falta de educación.
Los días soleados, ejércitos de ancianos salen a la calle, renqueantes
como las hormigas supervivientes al pisotón de un niño. Las hormigas
siempre hacen lo que tienen que hacer, no es extraño que los chicos
sientan una atracción irresistible por deshacer sus filas y favorecer la
anarquía. Que estos viejos no se pueden permitir: horario de medicación,
de fisioterapeuta, de paseo, de ver la tele, de posarse en los
bancos del parque, de la calle, de la parada del autobús.
Los centros comerciales cobijan su soledad y sus enfermedades
cuando llueve. No se escuchan los unos a los otros, porque cuanto
más viejos somos, más egoístas nos hacemos, y no nos interesan las
penurias de los demás, iguales a las nuestras, sino que nos escuchen,
que nos hagan creer que todavía tenemos algo que contar, algo que
enseñar.
Hombres y mujeres que arrastran livianas bolsas de la compra con
cien gramos de jamón de york, una pera, una manzana y un filete de
merluza congelado; seres humanos que hacen recuento de dolores al
acostarse cada noche, que apagan la lamparita con la esperanza de que
sus ojos no vuelvan a abrirse con la primera luz del día. Con la ilusión
de que sus huesos no vuelvan a recordarles que siguen vivos, y de que
el olor a muerto llegue a sus vecinos antes de que la descomposición
haga vomitar a algún policía novato.
Son los supervivientes de sus generaciones, unos gracias a que
nunca fumaron o lo dejaron hace años, otros a que sólo prueban el
alcohol en Nochevieja, ponle un sorbito de champán a la abuela, que
un día es un día; y todos, porque jamás se han drogado.
A excepción de mi tío Jeremías, que a sus setenta y cinco años
sigue fumando porros y tomando botellines. Se pasea cada mañana
por su barrio obrero de viviendas de protección oficial, construidas
en los sesenta, y reparte tabaco entre quienes envidian su salud de
hierro y su libertad para hacer lo que le dé la gana. Soy el diler de la
tercera edad, dice con su eterno pitillo en la boca.
En ocasiones me siento a fumarme un cigarro en algún banco
de viejos. Y siempre ofrezco tabaco. Hablan de los que han muerto,
hacen apuestas para ver quién será el siguiente.
Desean la muerte.
Y antes de regresar a sus casas correrán al bar de enfrente, urgidos
por la próstata, y harán gárgaras con Coca-Cola, no les vaya a oler la
nuera, la hija, la mujer, la hermana, el aliento a tabaco. Hombres a los
que las mujeres no permiten quitar una última calada a la vida.
Cuando me miran las tetas, les sonrío.
Antes la vejez era más corta. Moríamos por menos motivo: una
gripe, un mal aire. Antes, quienes llegaban a muy viejos eran considerados
sabios, hoy cualquier idiota puede llegar a cumplir noventa
años. La vejez, que debería ser un último y breve estadio del ser humano,
pronto pasará a ser casi la mitad de nuestra vida.
Pronto sólo recordaremos haber sido viejos.
Enciendo un cigarrito y doy un trago a la cerveza».

Ejército del Futuro en Seduciendo a dios

Muy esclarecedoras sobre la personalidad y el talante político de Pajín son sus opiniones sobre la publicación de los informes secretos desvelados por Wikileaks. Según ella,hay que tomar medidas para evitar más filtraciones.
¿Le preocupará salir «retratada» ella también?
Por cierto, hijadecristalero, aplaudo y comparto tu propuesta de «ventanilla única» para los conflictos matrimoniales.
¿Alguna posibilidad de que llegues a ministro de igualdad?

«Los hombres que envejecen solos son mucho menos dignos de compasión que las mujeres en la misma situación. Ellos beben vino malo, se quedan dormidos, les apesta el aliento; se despiertan y empiezan otra vez; y se mueren bastante deprisa. Las mujeres toman calmantes, hacen yoga, van a ver al psicólogo; viven muchos años y sufren mucho. Tienen el cuerpo débil y estropeado; lo saben y sufren por ello. Pero siguen adelante, porque no logran renunciar a ser amadas. Son víctimas de esta ilusión hasta el final. A partir de cierta edad, una mujer siempre tiene la posibilidad de frotarse contra una polla; pero ya no tiene la menor posibilidad de ser amada. Los hombres son así, eso es todo».
Michel Houellebecq

Partamos de la base de que Houllebecq vivió al cuidado de su abuela porque sus padres, por lo que fuera, se desentendieron de él. Por lo tanto, es lógico que, como todo ser humano, fantasee con lo que no tuvo. Es decir, en su imaginario, la familia tradicional de padre y madre es el paraíso terrenal que nos mantenía fuera de las garras de la sociedad de consumo.

Pero la mayoría de adictos consumidores que yo conozco son hijos de familias tradicionales que, lejos de ponerles a salvo de la máquina de consumir, los arrojaron a ella: los obligaron a estudiar lo que no querían porque tenía más salidas, porque se ganaba más pasta, porque su título ennoblecería el iletrado salón familiar…

Houllebecq es un gran escritor, pero tiene tanto resentimiento contra la mujer como estas gobernantas revenidas lo tienen contra el hombre. Es un amargado más. Otro mal follado. Otro niño incapaz de admitir que quizá no sea el mundo el que conspira contra él, sino que él, simple y sencillamente es tan egoísta que no es capaz de hacer feliz a nadie.

No demonicemos a los hombres.
Pero no demonicemos el sexo tampoco ni minusvaloremos sus benéficas propiedades sobre la autoestima, combustible del ser humano.

Como siempre, no son malas las drogas, sino los drogadictos.
No es mala la liberación sexual. No es malo poder acostarte con distintas personas a lo largo de tu vida, no es malo poder elegir cuándo y cuántos hijos se quieren tener, no es malo que la mujer trabaje fuera de casa.

Algunos, unos pocos, se inyectan la libertad sexual en vena, se lían a follar con todo lo que se menea, saltan de una relación a otra, buscan al/la príncipe/princesa azul en cada cama y, cuando se dan cuenta de que han perdido el tren del amor y de la paternidad, escriben obras tremendas las que el Sistema tiene la culpa de que ellos estén viejos y solos.

Pero otros hemos disfrutado de la misma liberación y hemos sabido quedarnos quietecitos cuando la cosa merecía la pena, hemos tenido hijos por amor y, acabado éste, seguimos teniendo una familia. Ese parapeto contra la sociedad de consumo.

Pajín es un fenómeno pasajero, una distracción para que no pensemos en el rescate que se nos viene encima..

Y por muchos mazazos que ella dé a la familia, la familia será la única institución que saldrá reforzada de la crisis. Y no me refiero a la familia tradicional que añoran Houllebecq, la Iglesia Católica y los Hermanos Musulmanes, sino esa en la que te sientes querido o apoyado o, cuando menos, esa que te presta dinero cuando no hay para comer. Biparental, monoparental, multiparental, tribu… no nos quedará más remedio que apoyarnos los unos en los otros para salir adelante.

Y estoy segura de que tanto Pajín como Houllebecq, estarán mucho más solos entonces que tú y yo, M.

Vaya mañanita de lunes que me habéis dado. Yo, cuantos más años veo pasar, menos entiendo la vida y a los seres humanos. La vida, para mí, es como un viaje en barco: lo que te toca es lo que te ha tocado, y con eso hay que apechugar. Y la felicidad es una fruta perecedera que a veces uno consigue cosechar y, otras veces, aparece donde uno menos se espera. En cualquiera de los dos casos, hay que apurarla hasta el troncho.

Y el afán de trascendencia no es lo que queda después de comerse todas las frutas. Es, simplemente, una fruta más.

Atención, ciudadanos:

Periodista Digital
La Consejería de Medio Ambiente edita una guía para evitar el «androcentrismo»
Con la que está cayendo en España y los de la Junta de Andalucía se han gastado 18.000 euros en una peregrina ocurrencia más propia de la ex ministra Bibiana Aído que políticos, profesores e intelectuales con dos dedos de frente y una pizca de sentido común.

Esta iniciativa es una guía que ha editado la Consejería de Medio Ambiente de la Junta y en la que se propone evitar términos sexistas entre los que se consideran algunos como futbolistas o parados.

«La guía sobre comunicación socioambiental con perspectiva de género», por supuesto está editada en papel reciclado y fue repartida en las jornadas sobre«Ecofeminismo».

PAPEL RECICLADO Y FONDOS EUROPEOS

Publicada obviamente en papel reciclado, fue repartida en las jornadas sobre «Ecofeminismo» que se celebraron en Sevilla el pasado 27 de Noviembre y que contaron con la asistencia de al menos cuatro consejeros de la Junta -Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo; Presidencia, Mar Moreno; Igualad, Micaela Navarro y Hacienda, Carmen Martínez Aguayo-.

La publicación, que cuenta con 71 páginas, tiene como objetivo propiciar «el conocimiento de la perspectiva ecofeminista» y buscar «nuevos patrones comunicativos», así como potenciar el uso del lenguaje periodístico desde una perspectiva de género en la información sobre medioambiente».

El departamento que dirige Díaz Trillo aseguró que se trata de una publicación editada en el año 2007 y que costó 18.000 euros, sacados de los fondos europeo.

Y se editaron 3.000 ejemplares. Lo que supone que cada uno de estos libros (que constan de 71 páginas) le salió a razón de unos seis euros.

UNA NUEVA PERSPECTIVA

La 71 páginas de este panfleto tienen como objetivo propiciar «el conocimiento de la perspectiva ecofeminista» y buscar «nuevos patrones comunicativos», así como potenciar el uso del lenguaje periodístico desde una perspectiva de género en la información sobre medioambiente».

Lo que traducido significa que la ecoguía tiene como objetivo evitar el «androcentrismo», es decir, la «estructura social conformada a partir de los valores masculinos». Les ha quedado claro ¿verdad?

Comencemos con la «ecotontería»:

Según esta guía del buen periodismo «el actor» debe evitarse y ser sustituido por «la persona que actúa» o «quien actúa».

«Los futbolistas» pasarían a ser «quienes juegan al fútbol», y «el interesado» se convertirá en «a quien interesa».

También hay otros términos para sustituir: expresiones como «el número de parados» es, según la Junta, lenguaje sexista y debe cambiarse por «el número de personas sin trabajo». «Los ciudadanos» deben convertirse en «la ciudadanía», y «el hombre» en «la humanidad».

La Junta recomienda el uso de términos neutros y por tanto no debe decirse «los profesionales experimentados», sino «los profesionales con experiencia».

Los sustantivos metonímicos de lugar, profesión y cargo son «malísimos» y si no, atención al ejemplo: «el documento será rellenado por el responsable de enfermería» debe cambiarse por «este documento será rellenado por el servicio de enfermería». ¡Toma ya!

El siguiente ejemplo es tremendo. Ante la frase «NO LLORES COMO UNA MUJER»

La publicación especifica que no debe usarse en ningún caso, y que debe sustituirse por «no llores pues no tienes motivos para ello».

Y la más grande de todas las recomendaciones para hacer un periodismo no sexista es ésta: «El señor Páez estuvo magnífico en su intervención y su acompañante la señora Martínez iba muy elegante».

RECOMENDACIÓN PARA PERIODISTAS

La Junta recomienda a los periodistas que redacten «el señor Páez estuvo magnífico en su intervención, la señora Martínez realizó unas aportaciones muy inteligentes durante el debate».

Al buen periodista en casos como éste no debe importarle si la Sra. Martínez abrió el pico o no porque a todos los efectos hizo unas declaraciones muy interesantes.
Tampoco debe utilizarse «los andaluces», porque la forma no sexista es «el pueblo andaluz».

También es sexista decir «los niños», que debe ser sustituido por «la infancia», o «los trabajadores de medio ambiente», que recomienda sustituir por «el personal de medio ambiente».

Otras de las recomendaciones que realiza el manual es cambiar «los ecologistas» por «los/as ecologistas».

¿Hay mayor grado de tontería que éste? ¿Creen que nos están haciendo un favor a las mujeres?

¿Es admisible que una administración autonómica se gaste 18.000 euros en unas jornadas de este tipo, en un hotel de lujo y en una «ecoguía-ecofeminista-ecoabsurda» cuando en Andalucía el paro llega casi al 30%?

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