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Disciplina militar

por Marisol Oviaño

Hemos crecido juntos.
Cuando su padre desapareció en combate, me los llevé al otro lado del mundo para que aprendieran a confiar en mí y comprendieran que seguíamos siendo una familia.
Viendo ahora las fotografías de aquel viaje en el que sólo eran dos niños, teñidas sus sonrisas por el gran sufrimiento que cargaban a sus espaldas, se me llenan los ojos de lágrimas. Porque juntos ganamos aquella batalla, porque lo logramos, joder.

Cuando todo era caos y ruido, necesitaban un adulto que tomase el mando; sin disciplina, sin una mano firme que gobernase el barco, nos habríamos hundido.
Y me tranquiliza verles hoy fuertes, sanos, felices.
Y rebeldes, como todo adolescente que se precie.

Unos días es más fácil.
Otros, se me acaban los recursos.
Ayer, buscando un libro para una amiga que se iba de viaje, encontré un código penal militar que me regaló hace años Claudio Molinari, cuando estábamos armando a la Comandante. No puedo resistirme a copiar la genial dedicatoria:

“Porque para convencer no hay nada como unos cuantos fusilamientos bien publicitados. Con cariño y puntería. C.M.”.

También, en aquella época me regalaron “The U.S. army leadership field manual”, que seguía aguardando en posición de firmes a que lo leyera.

Entonces no tuve tiempo de pasar de las dedicatorias.
Ahora están los dos libros encima de mi mesilla, prometedores, llenos de respuestas.
Si algo he aprendido todos estos años es que la vida es la guerra.
Y que el ejército es como una madre.
O viceversa.

0 respuestas a «Disciplina militar»

Si algo he aprendido estos años es…
cada segundo que dedicas a quejarte, es tiempo que te olvidas de vivir!
(Gracias por tu «disciplina». Besos)

PLL: Sería una pena que un libro tan útil cayera en saco roto. También conservo el Corán, pero por razones de idioma, no creo que pueda leerlo nunca.

Kurtz, gracias por tu agradecimiento.

Dicen que siempre hay que mirar p’alante. P’atras, ni p’a tomar impulso. No te lo creas. Si los que manejan el cotarro se parasen a analizar la historia un poquito más, seguro que nos ahorrábamos alguna que otra guerra. Tu has ganado, no una, sino mil batallas, estoy seguro. Una cada día. Hacer a los hijos «hombres y mujeres de bien», de provecho que dirían nuestros padres, es tarea ardua. Fíjate si lo es, que en estos tiempos, se necesitan escuelas de padres, Nanys en la tele, etc. Y TU LO HICISTE SOLA. Orgullosa debes estar.

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