por Sargento Asuvera
Imagen en contexto original: mexbowl
Es difícil alimentar a tanta gente.
A veces me pregunto si una noche no me dirá, Sargento, arranque el coche y desapareceremos en cualquier curva mal trazada de la autopista virtual, para reaparecer en alguna playa tropical y vivir eternamente en el anonimato, como una pareja de prejubilados de alguna gran empresa del Primer Mundo. ¿Se imaginan? La Comandante dando crema en la espalda a este fiel servidor.
Los responsables de las cuentas siempre le dicen que debería cobrar por sus ideas. Pero ella desecha su propuesta con una risita: ya se me ocurrirá otra. Cobrar por las ideas es de mediocres, de gente que ha robado la idea de otro y sabe que seguirá sin tener ninguna idea propia.
Hace una semana vino a verla el responsable de intendencia y, una vez más, volví a oír lo que tantas veces he escuchado: no podremos resistir mucho más. Cuando ella salió de la reunión, yo ya había arrancado el motor.
Desde entonces hemos dados vueltas y más vueltas por estas tierras, en las que sólo estamos de paso. Ella ve cosas que yo no veo. Necesidades que puede cubrir nuestro ejército. Sargento, pare dijo ayer frente a un caudaloso río que separa dos ciudades. Después, regresamos al campamento, hizo llamar a los responsables de ventas y los envió a las dos ciudades.
Hoy, todo el mundo está en movimiento.
Construiremos un puente.
Compraremos comida.
Algunos de nosotros se establecerán aquí.
Los demás, emprenderemos camino.
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Lo importante es el viaje