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Adictos a la seguridad total

por Marisol Oviaño
nosmoking

He estado dándome una vuelta por los comentarios de una noticia en El País sobre la posible ampliación de la Ley Antitabaco y la prohibición de fumar en todos los sitios públicos, también en bares y restaurantes. Pero no voy a entrar aquí ahora a hablar de la hipocresía de Estado= Camello+Policía+Médico+ Recaudador. Eso da para otro artículo.

Leyendo los comentarios de los lectores de El País he pensado que Torquemada estaría muy orgulloso de su pueblo. La mayoría de las personas que han dejado su opinión por escrito, asistirían de muy buen grado a un auto de fe en el que ardieran vivos varios fumadores. Hay madres aterradas porque a la entrada del colegio, su hijo de cinco años pasa por delante de un señor malo que fuma. Siento lástima de esos niños: les prohibirán comer una hamburguesa de vez en cuando, tomarse alguna Coca-Cola, el tomate de bote y los chuletones de ternera; ponerse unos patines, montar en bicicleta, escalar una roca; salir con los amigos, experimentar, arriesgar, crecer.

Hay lectores que, indignados por el gasto que suponen los fumadores a la Seguridad Social, directamente piden la expulsión de quienes fuman del sistema de salud. Mañana expulsaremos a los gordos, a los depresivos, a todo aquél que tenga una enfermedad crónica, a todo aquel que tenga un problema genético, a los altos, a los bajos, a los feos…¡Exijamos una Seguridad Social en la que sólo haya contribuyentes sanos y guapos! ¡Seamos Hitler! Al parecer, los fumadores gastan mucho en atención médica. Aunque me da la sensación de que sólo van al médico cuando se están muriendo: les da miedo que les prohíban fumar. Y se mueren jóvenes. Las consultas de los ambulatorios están atestadas de jubilados que llevan veinte o treinta años viviendo de las arcas del Estado y tomando muchas medicinas prácticamente gratis. Eso sin contar las roturas de cadera, las resonancias magnéticas, la asistencia a domicilio, las operaciones varias, los viajes del Inserso… ¿Qué vivamos muchos años es rentable? A ver si mañana se va a expulsar de la Seguridad Social a todos los que cumplan setenta años.

Hay incluso algunos comentarios que piden una sociedad sin vicios.
Muchos piden la prohibición total del tabaco y el alcohol. Y ¿por qué no exigimos también la prohibición de la televisión basura, de las videoconsolas- pensadas para que te hagas yonqui-, Internet, los teléfonos móviles, el chocolate, la comida basura…?
¿Por qué no pedimos, directamente, la prohibición del ser humano?

Ha vuelto la Santa Inquisición. ¡Viva la ortorexia!

0 respuestas a «Adictos a la seguridad total»

Me extraña que un sitio como el vuestro aliente a fumar > en sintessi, a que las tabacaleras te saquen la pasta mientras te quitan la vida y te cobran.
Impactada, de verdad.

Nadie está animando a fumar a nadie. De la hipocresía del Estado en estos asuntos, ya hemos hablado muchas veces. El tabaco es malo, pero la obsesión por la salud- y la intrasigencia que conlleva-, y el convencimiento- parece que generalizado- de que sólo se mueren los que fuman, me parece todavía más peligroso.
Y respecto a lo de «un sitio como el nuestro», no sé qué es lo que te sorprende. No nos caracterizamos por ser políticamente correctos, precisamente.

Yo más que sobre la libertad, quería escribir sobre el miedo.

Interesante el art. x que invita al discenso y apunta a la libertad. Hablo con propiedad desde mi lugar de ex-fumadora de un sin fin de años.Me encantó la sensación de poder fumar casi sin parar, en los momentos tristes y en los super-placenteros..(como olvidar el cigarrillo del despues,cuando terminamos agotados en una noche de amor, sexo o como quieran asignarle el mote al caso).El de después de una fantástica «comilona» regada por algun «vino de buen cuerpo» (como le llamamos los argentinos), el posterior a una amarga ruptura afectiva(donde además del cigarrillo nos tragamos las lágrimas, el del reencuentro con seres queridos en la pausa que viene despues de los abrazos.. en fin, el que nos acompañó hasta que una fortuita causa nos avisó el final.Debo decirle que lo despedí «con un duelo infernal (fuera de toda joda),lo extrañé a mares, me devoré la vida y todos los chocolates y confituras, que antes ignoraba.Engordé 6 kilos, me pelee con mi cuerpo.La terapia agotó mi presupuesto,no pude decirle adiós sin todo esto.Pero para que no me interpreten pro-tabaco,debo decirlo.Fue mi decisión x que me convencí que mi clínico de cabecera me apreciaba con capacidad de vivir y yo lo seguí en este peregrinar de añoranzas.Sufrí como fumadora todas las estúpidas y exageradas persecuciones laborales,de jefes, compañeros timoratos (no fumadores),familiares intolerantes, etc etc.Juro que tuve la total libertad en mi decisión.Confieso también, que nunca me molestará su aroma.Bye Bye Love..swett love…Susana (una mujer argentina)

Sin ánimo de promover la inquisición ni nada parecido, estoy feliz con la prohibición de fumar en bares, restaurantes, medios de transporte público y lugares cerrados. Y estoy feliz porque soy asmática, y el humo del cigarrillo me hace mal. Me crié junto a un padre fumador, tuve un marido fumador, amigos fumadores, todos echándome alegremente el humo en la cara sin percatarse de mis ahogos ni de mi tos, hasta que decidí desterrar de mi casa los ceniceros y mandarlos a fumar afuera. Ahora mi casa huele mejor, y yo respiro mejor.
El que quiera fumar está en todo su derecho, pero que lo haga en su casa o al aire libre, donde no moleste ni enferme a los demás.

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