por artistadesconocida
Ilustración: Dali
Iñaki y yo nos conocimos en la facultad.
Y aunque yo soñaba con crear algo que dejara una gran huella y él con forrarse haciendo anuncios de detergente, no tardamos mucho en ser amigos inseparables.
Nos sentábamos juntos en clase y en el bar, intercambiábamos libros, nos reíamos a carcajada limpia varias veces a diario y éramos la pareja oficial de la pandilla. Aunque no había nada entre nosotros: yo acababa de romper con mi primer gran amor, mi corazón estaba poco receptivo e Iñaki no me ponía especialmente. Además, él tenía novia.
Confesaba sin ningún rubor que con su chica no podía tener conversaciones de altura, reírse a mandíbula batiente, o sentir complicidad intelectual alguna. “Ella es una chica normal con aspiraciones normales: un maridito, un pisito, unos hijitos…” Y, con una sinceridad que veinticinco años después todavía le honra, admitía que yo le daba miedo. “Los hombres preferimos que la mujer que va a ser la madre de nuestros hijos sea más tonta que nosotros y haya follado menos. A ella le pareceré un dios si consigo que viva en una urbanización con piscina y jardín para los niños, y le echo un polvo rapidito los sábados. Tú me pones muchísimo, pero a tu lado me sentiría poca cosa.” .
Aunque mi corazón estaba poco receptivo, los hombres me rondaban exhibiendo sus colores y mi piel tenía espíritu de hotel de carretera: de vez en cuando me apareaba con algún macho de mi especie. A ser posible compañero de aula, de pasillo o de bar. E Iñaki veía las estupideces que hacían para llamar mi atención cuando la historia ya no daba más de sí. “Encima debes follar de la hostia”, me decía rechinando los dientes.
Estábamos muchas horas en el mismo bote. Lo pasábamos bien. Nos conocíamos.
En semejantes condiciones, un hombre y una mujer no pueden ser sólo amigos.
Y, aunque al principio él no me atraía, saber que me deseaba y se aguantaba las ganas despertó una tonta humedad incontrolable.
Pero yo tenía que hacer algo grande y él tenía que casarse con la mujer fácil de llevar, éramos un lastre en la vida del otro. Y nos queríamos mucho, no deseábamos perjudicarnos, de modo que solucionamos el asunto de la mejor manera posible: follando.
Una única vez, de manera premeditada- lo habíamos planeado dos días antes- y a plena luz del día. El sol que entraba en mi habitación bañaba mi cuerpo desnudo mientras agitaba mis caderas sobre él.
Nos pusimos la vacuna contra el morbo, aquel fue un polvo científico, necesario.
Saciamos la curiosidad y regresamos a nuestros objetivos antes de nos entraran ganas de prolongar la investigación.
Veinticinco años después yo sigo manchándome para hacer algo grande.
No había vuelto a pensar en él hasta hoy, cuando me disponía a escribir un artículo sobre las verdades de la vida.
Me pregunto si él seguirá casado con ella.
0 respuestas a «Vacuna de la tentación»
Que buena decisión y que linda historia, normalmente la mayoría nos quedamos con el:
..y si…? y una sensación de perderse algo que pudo cambiar nuestras vidas (para bien o para mal). Artistadesconocida hiciste muy bien, la vida es para los valientes.
La vida es para vivirla y eso a los que viven en la sociedad del bienestar se les escapa. Uds se la pasan pensando en ganar muchísima plata, entretener a sus hijos con los juegos electrónicos, darles comidas precocinadas que no les ocupe a Uds mucho tiempo en cocina, en pensar en consumir y en cómo pagar ese consumo. Ustedes no viven, ustedes pasan por la vida.
Amiga Mónica, dentro de lo que llamas sociedad del bienestar hay formas de vida muy dispares, no todo el mundo vive en la ciudad, algunos incluso sin televisión (y con hijos). Con ganas de vivir y no solo de consumir. Además en las capitales latinoamericanas he visto el lujo y el consumismo igual que en europa. No caigamos en los tópico… «en todos los sitios cuecen habas».
Saludos
Artistadesconocida, me ha encantado tu texto. De hecho, se me ha escapado un suspiro…¡porque ya no me puedo vacunar!
Artista desconocida; FELICITACIONES x encontrar esa «vacuna» yo no me la pude aplicar.Un solo «polvo» y a volar en pos de objetivos reales, que bueno..eso se llama tener los «pies sobre la tierra».En tu proximo art. sobre las verdades de la vida te volverás a acordar…¿funcionó la vacuna???-Susana (una mujer argentina)
¿Y si os hubiéseis quedado «colgados» el uno del otro a raíz de esa relación? Das por hecho que a todo el mundo le funcionaría eso de la «vacuna». Además, ¿y si ella se hubiese enterado de que él le había puesto los cuernos contigo, aunque sólo hubiese sido una vez, una «cana al aire»?