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El guru y otras hierbas, 13

– Así que tú eres el nuevo discípulo de Santiago ¿no?

La Sacerdotisa ha venido con ganas de enredar, por lo que se ve. Hoy no trae ningún maletín, sólo un bolsito cuya bandolera le cae entre las tetas, por si no te habías dado cuenta de que eran gloriosas. Una es más grande que otra, dicen que le pasa a todas las mujeres. Y ésta está esperando que conteste a la pregunta que me ha hecho, debe pensar que soy subnormal.

– Sí. No. Bueno. No sé. No, díscipulo no- me daría de cabezazos contra la pared por gilipollas. Sólo me falta ponerme un cartel: “llevo seis meses sin follar”- . Me gusta escucharle, eso es todo.

Deseaba recibir el siguiente sarcasmo en la otra mejilla como un niño malo, pero Charlie se aproxima haciendo mucho ruido con los zuecos, aunque son de goma. Sus pasos resuenan muy viriles, su silueta de tío grande y fuerte se recorta contra el ventanal del fondo. Sólo le falta la banda sonora. Sé que no lo he dicho nunca, pero Charlie tiene esa belleza idiota de los modelos masculinos. Si yo fuera tía, ahora mismo caería rendida a sus pies. No sé por qué, me alegro como si viniera a mi rescate. Y como un imbécil, me quedo esperando una explosión de testosterona. Como si necesitara que un adulto viniera a defenderme de esta señora que me pone cachondo a mi pesar, como si necesitara que alguien pusiera al colectivo macho en su sitio. Pero Charlie se limita a hacer un cortés movimiento de cabeza que no le conocía.

– Hombre, Charlie, cuánto bueno por aquí- dice ella con un tono familiar que me provoca una punzada de celos. Me daría cabezazos contra la pared por gilipollas-. No te vi el último día que vine.
– Estaba con gripe- contesta él casi tímido, sin mirarla, dejando la planilla de la 342 sobre el mostrador.
Ella sonríe divertida.
– Es verdad: era lunes.
Firma en el libro de visitas y se aleja en dirección a la 347 meneando su puto trasero de madurita, sabiendo que la estamos mirando.
– Ésta hoy viene calentita de casa- dice Charlie tocándose el paquete en progresión, como si nadie le viera.
– Pues en la 346 están de visita la madre, la hermana y el tío abuelo cura- le informo.
– Mierda.

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0 respuestas a «El guru y otras hierbas, 13»

Me estáis haciendo un hombre entre todos con vuestros comentarios.
Gracias por quedaros enganchados a este tímido espectador.

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