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General Literatura

El señor Borroso, 1

por Elmer
Fotografía en contexto original: poesiaymatematicas

soledad1

El señor Borroso se hizo socio de la biblioteca hace tiempo.
Jamás ha cogido un libro. No viene aquí a leer, no le interesa la literatura, se ha hecho socio para poder disfrutar de la hora diaria de internet gratis, que apura hasta el último minuto. Es otro de los muchos que ya no puede permitirse pagar la tarifa plana, aunque no diría yo que utilice el ordenador para buscar trabajo: hace más de tres años que viene por aquí, y la crisis hace pocos meses que ha llegado a esta zona.
Y además, sus hábitos no son los de quienes consultan el correo buscando trabajo.
Esos siempre piden que les imprimas por 10 céntimos el listado con las ofertas de trabajo que les interesan. Tardan poco, utilizan mucho el ratón y siempre vienen armados con papel y lápiz.

El Sr. Borroso viene con las manos en los bolsillos. Se sienta frente al ordenador, abre su correo, busca en la pantalla como alguien que busca un nombre determinado en la maraña del buzón de entrada, y, la mayoría de las veces, hace una mueca de disgusto, cierra su correo sin leer nada y se marcha por donde ha venido.

Sé cuando “ella”- estoy seguro de que es una mujer- le ha escrito porque sus ojos se detienen en una de las líneas y se iluminan. Todo él se ilumina hasta parecer un hombre distinto, tal vez el exitoso empresario que algunos dicen que fue años atrás. Por supuesto, yo no puedo ver qué está leyendo, pero tras mucha observación he llegado a la conclusión de que relee lo mismo una y otra vez. Y tarde o temprano comienza a respirar con dificultad- está inmensamente gordo-, tarde o temprano comienza a llorar en silencio, como una estatua, sin apartar los ojos de la pantalla. Parece que no se diera cuenta de que los lagrimones se deslizan alegremente por su barba cerrada para caer sobre su descomunal barriga.

Cuando el ordenador le avisa de que su tiempo está acabando, se levanta con dificultad de la silla y, si tiene dinero, pone 10 céntimos sobre mi mostrador, y se coloca junto a la impresora esperando que salga lo que ha mandado imprimir. Aunque la impresora está a cinco metros de mí, él siempre permanece alerta junto a ella, y en cuanto el papel termina de salir, alarga el brazo por encima del mostrador para cogerlo- lo habitual es que los clientes de la biblioteca esperen a que yo se los dé -, como si temiera que alguien pudiera verlos. Los dobla en cuatro partes y los guarda en la cartera.

Y una vez más, sin decir palabra, se marcha por donde ha venido.

0 respuestas a «El señor Borroso, 1»

Puede que el Sr.Borroso,cuando aun era“DON Borroso” partiera con la pana,fuese un “ligón”de bolsillo lleno, puede que su descomunal barrigota y sus babas,no fuesen significativas pues,para ciertas personas,el dinero hace
que la retina vea belleza donde hay asquerosidad…“Don Borroso”abandonó a su verdadero amor,esa mujer que, masajeaba su barrigota por la noche y le decía,Borroso, cuídate mi amor,esto te pude llevar a mal puerto,ella le
abrazaba con esos brazos poco tersos,le miraba con esos ojos ya hundidos por la edad pero,verdaderos.Barroso,se despistó,se equivocó y pensó que él,y no su dinero de empresario mediocre,era lo que atraía a esa otra mujer,
esta,joven de brazos y pechos tersos y de ojos avispados y, todo lo dejó por unos momentos rejuvenecedores… rejuvenecedores y acto seguido, mortíferos,de abandono,de ruina total y absoluta y,sin vuelta atrás…solo le queda
suplicar que,esos otros ojos hundidos por la edad,le vuelvan a mirar, que esos brazos flácidos le envuelvan y, le devuelvan la vida que a punto esta de perder.Cada día, él llega,se conecta al ordenador,con la ilusión de tener
una líneas de ella,en contestación a sus súplicas de perdón y,aunque no sean las palabras recibidas,las deseadas,al menos,palabras de ella son …cuando el correo recibido es del día,lo imprime y relee una y otra vez y,cuando no llega uno nuevo,imprime el del día anterior y lo lee y relee..
posiblemente,esté imprimiendo el mismo correo,una y otra vez…es penoso, Don Borroso

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