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Las Benévolas

Por Pedro Lluch
benévolas

Hojeando las novedades editoriales, descubro en mi librería preferida la traducción española de Les Bienveillantes, novela que obtuvo en Francia el premio Goncourt 2006. La editorial RBA acaba de sacarla ahora al mercado español.

Les Bienveillantes, escrita por Jonathan Littell, relata desde la primera persona del singular el genocidio juido. No se trata de aquello que horrorizaba a Lanzmann: el yo encerrado en la cámara de gas. La primera persona sujeto del relato es la de Maximilian Aue, un oficial de las Waffen SS cuyo historial y capacidades le llevan a figurar y participar activamente en los entresijos del genocidio: está presente y colabora durante las matanzas de los Einsatzgruppen en Ucrania y el Cáucaso, asiste a la construcción del universo concentracionario (la expresión es de Rousset) y se mueve con la soltura propia de un joven bien educado y cosmopolita en el Berlín de aquellos años. Ama, padece, oculta secretos de familia, se emociona, tiene miedos, necesidades y devociones como cualquiera de nosotros. Pero es un oficial nazi. Y acomete su deber y las obligaciones de su cargo con la seguridad germánica de la orden debida.

No se trata de un triste burócrata encarnando la banalidad del mal. Ni de un inconsciente como Stangl, comandante de Treblinka. Ni de los hombres comunes arrastrados por la tempestad. Littell da luz a la oscuridad. Y la oscuridad deslumbra. Aterroriza.

Otra reflexión interesante que esta novela ha suscitado en Francia, en coincidencia con otros premios mayores que han sido otorgados a escritores en lengua francesa pero no forzosamente franceses: en Francia ahora empiezan a reconocer que la riqueza de su lengua la abonan y la enriquecen con las aportaciones de muchas regiones francófonas del mundo (Quebec, África francófona, Caribe, Vietnam…). Littell es norteamericano de nacimiento (aunque se nacionalizó francés a raíz del premio), reside en Barcelona, está casado con una belga, escribió en inglés, es políglota, se mueve bien por las ruinas del imperio soviético, y su novela está mancillada (diría el numen de la gálica lengua desde las profundidades del Panthéon) con anglicismos. Francia poco a poco (très peu à peu) se globaliza ella también.

Littell aborda un tema, el de la Shoah, insoslayable en el mundo occcidental. Lo presenta de manera apasionante, original. Y la lectura de las 900 páginas de que consta la novela es conmovedora; su trama y sus personajes entusiasmantes. Y no se preocupen: quien suscribe no se apasionaría por el relato apologético del gran crimen, eso no. No se espanten ustedes, al menos no hasta la última página del libro.

0 respuestas a «Las Benévolas»

Suscribo.

Tuve la suerte de encontrarme con este libro un día de tedio y espera en la Estación del Norte en Paris. Quizá cuando no tengo pistas me guío por los concursos a la hora de elegir ese artefacto mágico con el que compartir unas horas de tren. La portada destacó entre otros muchos libros anónimos para mi.
Espero que la traducción sea fiel reflejo de un libro que me pareció literatura con mayúsculas: sin concesiones a la vana estética o el terrorismo emocional.

Creo que no deberíamos elogiar al escritor por la crudeza del libro (la barbarie nazi es por todos conocida) sino que se debe valorar por su capacidad literaria. Y en este punto creo que deja mucho que desear. El libro es excesivamente largo, con divagaciones que no hacen sino alargarlo innecesariamente y con la única finalidad de hacer un ensayo de estilo fuera de lugar. Las 1000 páginas se hacen por momentos inaguantables y la excelencia de los capítulos 1º y último no son suficientes para compensarlo. No existe diferencia entre leerte el resto del libro y abrir la enciclopedia británica y esto, para mí, no puede ser un mérito literario. Una novela debe aportar algo más que un simple diccionario.

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