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¿Qué está pasando en Francia?

Por Miguel Pérez de Lema

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A los españoles nos interesa lo que sucede en Francia porque hace ya varios siglos que Francia es algo así como nuestro banco de pruebas político y social. El español tiene, sigue teniendo, una vaga idea de Francia como ese lugar ubicado en nuestro futuro, al que llegamos siempre tarde. Allí donde los ilustrados se refugiaban del fanatismo en el XVIII y hasta en el XIX, los artistas respiraban a comienzos del XX, los exiliados huían tras la guerra civil, los señores de Murcia de Mihura iban a ligar en los sesenta y los progres dicen que estuvieron en el 68…
Al español le parece que el tren a Francia es el tren del tiempo. Y emplaza para el futuro la posibilidad de vivir en un país orgulloso de sí mismo, que combina potentes multinacionales y ensayos atómicos con una idea protectora de su ciudadanía en la que los derechos civiles no son un regalo sino una propiedad. Un país en el que los salarios –todos los salarios- están respaldados por la idea de que un tipo que cumple su jornada tiene derecho a vivir pasablemente, independientemente de a qué se dedique. Un país en el que el Estado provee, incluso, un mínimo más que razonable para aquellos que ni siquiera cumplen una jornada laboral y padecen la desesperación del gueto, o se abonan a la pereza del gueto –que todo hay que decirlo-.
La idea de formar parte de un Estado así es una esperanza indeterminada, pero muy presente para el español, que cree que esto de la democracia a la larga es un tender a lo francés, un ir ascendiendo a la seguridad y a el ejercicio de la ciudadanía, un no temer por su futuro si las cosas se le tuercen un poco.
Me temo que los españoles vamos a tener que reprogramarnos y buscarnos otra utopía porque esa idea de Francia está en las últimas. Francia no puede más y este fin de semana ha tirado la toalla. Fue bonito mientras duró, pero el modelo se ha vuelto contra sí mismo. Tantos años de seguridad han creado una situación insostenible, porque la seguridad si no es flexible, se vuelve un espejismo. Francia estaba viviendo por encima de sus posibilidades y las inmejorables condiciones laborales se habían vuelto un lujo. Los jóvenes se lanzaron a la calle ante el primer intento de flexibilizar el mercado laboral. Querían, y es lógico, los mismos derechos que gozaron sus padres. Pero alguien debía advertirles que, si no se revisaba el modelo, en lugar de tener peores condiciones lo que iban a tener es paro y exclusión.
Sarkozy es ese hombre honesto, y un poco canallita en su expresión, que no ha dudado en decirles a los franceses que si seguían mirando hacia otra parte, manteniendo funcionarios y familias ajenas al mercado laboral durante ya dos generaciones, el país se acabaría parando como una vieja locomotora a la que se le acaba el carbón.
Sarkozy ha ganado con un discurso duro –tal vez demasiado duro- pero honesto. Y parece que eso, cuando las cosas de verdad están mal, se agradece. Sarkozy se comporta como un verdadero líder: diagnostica el problema, ofrece una solución y dice cómo quiere aplicarla. A su lado Segolene quiso ganar las elecciones con un discurso inmovilista, y complaciente. Incluso, se permitió el delirio de prometer que subiría el salario mínimo a 1.500 euros. Un verdadero soborno al elector, imposible de pagar. Una máquina letal de crear parados.
Los muchachos que quemaron coches en los barrios pobres 2005, los universitarios que tomaron París en 2006, parece que se han unido para protestar por el triunfo de “la derecha”. Pero la derecha, ultranacionalista y tan proteccionista como la izquierda, ya perdió en la primera vuelta. Aquí han ganado los liberales y eso es lo que cuesta más encajar.
Sarkozy va a ser odiado, como se odia a quien nos despierta de un bonito sueño. Pero la alternativa para Francia era seguir durmiendo mientras el barco se hundía. Francia es un gran país, que saldrá reforzado de todo esto. Lo peor va a ser para los españoles, que nos quedamos sin viaje al futuro, ahora que casi estábamos a punto de coger el tren.

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0 respuestas a «¿Qué está pasando en Francia?»

Son los franceses los que han creído en él. Yo sólo trato de entender por qué lo han hecho. A veces la estrategia de código binario de la izquierda (nosotros buenos y ellos malos) no basta para ganar. Parece que estamos entrando en el mundo cuántico (ya lo explicaré otro día).

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