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Karaoke capitalism

Por Miguel Pérez de Lema
karaoke capitalism

Llevo años recomendando este libro, que desde su salida en 2004, no deja de hacerse más terriblemente acertado. Los gurús del pensamiento económico Jonas Ridderstrale y Kjell Nordstrom dan en él las principales claves para entender el sinsentido y la brutal lógica del mercado, que está acogotándonos. Cualquier cosa que yo diga va a ser insignificante en comparación con los criterios de estos visionarios. Si en 2004 Karaoke Capitalism fue un éxito dentro su ámbito, hoy me atrevo a decir que su lectura debería ser oblgatoria en todos los centros de segunda enseñanza. La gente debe de saber lo que le espera.
Lo mejor de Jonas Ridderstrale y Kjell Nordstrom es que carecen absolutamente de compasión, y por eso mismo son los intérpretes ideales de nuestro tiempo. «Esto es lo que hay», vienen a decirnos. Y lo que hay, según ellos es, «En resumen: ladrillos y balas, burbujas, Bin Laden, Gran Hermano y directivos podridos hasta los tuétanos».
¿Y los políticos? Por supuesto, los políticos, para estos genios contemporáneos, son un espectro del pasado (en la última edición de Supervivientes en Reino Unido votaron más personas que las eleeciones al Parlamento Europeo). En el mejor de los casos, son impotentes ante los verdaderos poderes, el dinero y el mercado.
No voy a resumir el libro porque un buen resúmen de este libro tendría tantas páginas como el propio libro. No hay una sóla línea, un sólo dato, una sola cita, que no sea capital.
En cuanto a la falta de compasión, es probablemente lo más duro de tragar de este análisis de la realidad, pero, al mismo tiempo, es una obligación trágica. No nos queda más remedio que olvidarnos de ella, un lastre que nos puede costar la vida en el campo de batalla. Y una enorme manipulación, me atrevo a añadir.
Mientras se desmantela el estado de bienestar -que en España ni siquiera ha llegado a desarrollarse- alguien ha descubierto en la compasión nuestro mayor punto débil, el arma definitiva para aplacar nuestro descontento. Cuanto más abusen de tí, más van convencerte de que eres un privilegiado crápula.
Te congelarán el salario, te subirán la hipoteca hasta el acogotamiento, te cobrarán por lo que antes era tu derecho recibir -y que seguirás pagando aunque no lo recibas-, trabajarás el tiempo que haga falta sin rechistar, verás cómo otros se lo llevan crudo, te prohibirán las pocas cosas que te daban un poco de contento, etc., pero al final del día, llegarás a tu solución habitacional y podrás ver un montón de anuncios de gente que verdaderamente está peor que tú, y que te piden unas monedas para comer.
Estarás anulado y hasta con complejo de culpa. Y tragarás.
Adiós a los sueños de seguridad. Eso fue un brevísimo paréntesis en la historia. Volvemos, sn ninguna duda, al esclavismo. Pero esta vez, los amos, pueden elegir al esclavo. Hay una casta que no llega ni al estatus de esclavo, que pelea por servir a nuestros amos.
Estamos bien jodidos, y no queremos darnos cuenta.

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