por el hombre tranquilo
Dentro de poco se publicará su nueva novela, Érase una vez el amor, pero tuve que matarlo. La anterior, Técnicas de mastubación entre Batman y Robin, ha provocado reacciones enfrentadas: defensores a ultranza y detractores coléricos. Efraim Medina Reyes sabe provocar tanto con su literatura como con sus declaraciones.
1.-Desde el título hasta la fotografía de la contraportada, pasando por las trescientas y pico páginas, mantienes una actitud provocadora, agresiva y virulenta. ¿Es Técnicas de masturbación… un reflejo del mundo actual que se nos cae a pedazos o es tu respuesta a esta narrativa contemporánea masivamente aburrida y adocenada?
Soy un sujeto del Caribe colombiano donde nadie se toma demasiado en serio. La gente que se toma en serio es peligrosa… ¿No han visto lo serios que son ciertos jefes guerrilleros y paramilitares? Nuestro presidente es muy serio. Ahora, un escritor que se toma en serio o piensa que tiene alguna importancia resulta patético. En España es increíble lo serio que son la mayoría de escritores. Gente aburrida, amanerada, con ínfulas y cuya prosa no es más que un antídoto contra la alegría y la inteligencia.
2.-¿Qué escritores te han guiado hasta descubrir tu discurso novelístico?
Las atormentadas canciones de Kurt Cobain me resultan más importantes, conmovedoras y mejor escritas que toda la obra de un escritor tan mediano como Vila-Matas. Harold Brodkey y Stefano Benni son lo mejor que he leído en años. Bukowski, Sterne y Maturin me encantan. Onetti es un ídolo para mí. Carson McCullers, Capote y Fante son parte de mi equipaje. Me gusta mucho la poesía de E. Dikinson, W. Blake, C. Pavese, W. Kees, J. Berryman, JL. Borges…
3.-Ahora está muy de moda hablar de autoficción (mezcla de ficción y reflexión personal). Combinas en Técnicas de masturbación… la acción de los protagonistas y las reflexiones sobre el sexo o la comunicación, ¿es tu forma de responder a este -al parecer- nuevo género?
No sé si sea importante pero debo decir que escribí Técnicas de masturbación y Érase una vez el amor, pero tuve que matarlo (que publicará Destino el año próximo) hace diez años. Tenía entonces 25 y no pensaba, ni pensaré jamás, en géneros literarios. Uso las palabras para expresar ideas, imágenes o historias que me han inquietado y son parte de mi vida. He escrito 149 canciones para mi banda 7 Torpes, los guiones de mis tres películas en vídeo, varias piezas de teatro, poemas, relatos o novelas… Y todo ello sin pensar en lo que hacía, todo ello bajo un estado emocional producto de la depresión, las droga que me recetaban para curar la depresión, los fracasos sentimentales, la ira y el desenfreno. También he hice 14 peleas como boxeador aficionado y aunque las perdí todas me divertí mucho. Queda respondida la pregunta, ¿verdad?
4.-He leído algunas de las críticas aparecidas por aquí y la ´oficialidad intelectual` ha entendido tu propuesta literaria como una simple pataleta gamberra y gratuita. ¿La oficialidad tiene sus propios baremos o sólo se rige por el rechazo a todo lo que pretenda ser agresivo y antisistema?
Estoy de acuerdo con todas las crítica sin importar su naturaleza. Hay que entender lo jodido que debe estar alguien para dedicarse a criticar libros. Siento mucha compasión por esta gente. Me halaga darles trabajo y les agradezco el interés y el culto que me profesan. Incluso a un estúpido impotente como Antonio Lozano (de la revista Qué leer) le doy mi bendición.
5.-Desde hace unos años se viene hablando de un nuevo Boom, de una nueva explosión narrativa desde Hispanoamérica (que yo, personalmente, no veo). ¿Estamos ante un espejismo crítico o una labor de marketing encubierta?
Después de García Marketing y sus compinches, los editores de nuestros países han estado tratando de promover otro Boom que dispare las ventas. Cada cierto tiempo se anuncia y luego todo se desinfla debido a la mediocridad de las nuevas generaciones de escritores. En Colombia se ha llegado a decir que existe tal Boom, lo cual es un despropósito si consideramos que las figuras de ese Boom serían autores tan malos como Héctor Abad Faciolince, Mario Mendoza, Santiago Gamboa, Jorge Franco, Enrique Serrano o Efraim Medina… para sólo hablar de los más ´destacados`.