Por Marisol Oviaño
Fotografía de David Luna
Recibo llamadas extrañas.
De gente a la que debes dinero.
Te buscan.
El cerco se estrecha, pero tú no das la cara.
Me cruzo contigo a diario y finges que no me ves.
Te veo casi cada día, pero no sé dónde vives.
Actúas como si tus viejos conocidos fuéramos invisibles.
Dentro de poco ya no tendrás donde esconderte.
Y entonces ¿qué harás?
¿Qué pasará cuándo te encuentren?
¿Por qué tiene mi teléfono esa gente?