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Mujeres desesperadas

 (Claudio Molinari, corresponsal exclusivo en Berlín)

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Eva Herman es muy conocida en su país. Afirma que el lugar de la mujer es el hogar. Y culpó al feminismo por los problemas graves de natalidad que tiene Alemania.www.eva-herman.de), donde defiende virtudes como «la decencia y la moral». Su propuesta es el regreso «a la percepción tradicional de los géneros para salvar de la extinción a la familia y a toda la sociedad».La ofensiva de Herman comenzó con un artículo en la revista Cicero, medio del neoconservadurismo intelectual, en el que pregonaba el fracaso del feminismo y aseguraba que las mujeres que siguieron sus preceptos hoy están «al borde de sus fuerzas y sus recursos, cansadas, sobreexigidas y a menudo con pensamientos suicidas».La repercusión fue inmensa en un país gobernador por una mujer, Angela Merkel, y donde desde hace meses se discute el por qué de los pocos nacimientos (1,3 hijos por mujer) y la forma de otorgar más beneficios a las mujeres para que coordinen la vida familiar y laboral.

Tan actual es el tema que hasta un diputado liberal exhibió ayer la rosa edición de «El Principio de Eva» durante una sesión del Parlamento.

«Esta señora tiene la visión del mundo de una Barbie», comentó la ex ministra de Familia, Renate Schmidt. «Hoy sabemos que donde más trabajan las mujeres es donde más niños hay en Europa. Las opiniones de Herman no son del siglo pasado sino del XIX», agregó.

Es que la impactante presentadora de televisión cree que la corriente feminista es culpable no sólo de la baja natalidad de Alemania sino también de los supuestos problemas psicológicos de muchos chicos, que explica por la ausencia de la madre.

«¿Somos aún mujeres?», se pregunta Herman, y cuenta que un año después de separarse del padre de su hijo perdió el pelo, le bajó el nivel de estrógeno y le subió la testosterona. «Estaba en camino de masculinizarme».

Las enemigas de Herman son las «emancipadas» como Alice Schwarzer, feminista alemana por excelencia, que en 1975 causó una revolución con su libro «La pequeña diferencia» y es directora de la revista Emma, especie de Biblia del feminismo fundada en 1977.

La filosa Schwarzer situó las opiniones de Herman «entre el garrote medieval y la cruz de honor de la madre alemana», distinción que otorgaban los nazis a las «arias» prolíficas.

El éxito comercial de «El principio de Eva» ya es un hecho. La primera edición de 50 mil ejemplares se agotó ayer en el día y la segunda se publica la semana que viene.

En una sala repleta de la Casa de la Prensa de Berlín, Herman se defendió: «Es un error reducir mi tesis a que las mujeres tienen que volver a la cocina», declaró ayer, enfundada en un trajecito color lila claro, con el pelo brillante enmarcado por unos anteojos de sol y los labios carnosos pintados de rojo.

Autora de novelas rosas y libros de autoayuda sobre relaciones amorosas o sobre cómo hacer que un bebé duerma toda la noche, Herman cree que rompió un tabú en un país donde la igualdad de géneros se vive y donde a nadie se le ocurriría hacer chistes sexistas

«Si volviera a nacer me casaría, dejaría que mi marido trabajase y me ocuparía de nuestros hijos», pregona. Sus compatriotas no parecen estar de acuerdo: según una encuesta «solo el 6% de las alemanas quiere depender económicamente de un hombre.

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Aunque algo de razón no le falta a esta mujer que jamás se ha quedado en su casa y nunca ha dependido de un hombre, es poco imaginativa. Volver a la vida de nuestras abuelas parece complicado.

Cuando eres una estrella de la tele, es muy fácil decir que en casa con la pata quebrada se está dabuten. Quizá un par de meses fregando suelos, cocinando, limpiando mocos, sometiéndose al macho que trae el pan a una casa de sesenta metros llena de chiquillos, y disponiendo de cero libertad y dinero, le bajarían los humos a esta barbie.

Volver al pasado no es la solución.
Yo no quiero vivir como mi tatarabuela.
Quizá tengamos que plantearnos, no el papel de la mujer, sino por qué seguimos financiando un sistema que permite que una estrella de la televisión nos diga que lo ideal es quedarse en casa y que nadie te vea, te oiga o te pague derechos de autor.

se recomienda la lectura urgente de EL VARÓN DOMADO de Esther Villar.
Dulcinea, no se pueden acumular más tópicos en menos espacio.

Qué cosa.

Basta de tabues.

Que cada una haga lo que quiera y se sienta libre de hacerlo sin que nadie la juzgue por ello.

No hay normas ni modelos a seguir.

Darle trabajo a los que proqueen, tener siempre preferencia a los que tienen hijos autoctonos, cada pais debe de ver por si su gente y no gente de otros paises. En caso de presentarse a un trabajo darle preferencia al que tenga hijos y no al que sea mas apto y extranjero. Sino se esta compitiendo 1 a 1 millon ya que en el mundo existen millones de desocupados, y estos le sacan el trabajo a los autoctonos de cada pais.

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