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Cuaderno Ziplock General

CZ. 7 de julio

por Claudio Molinari Dassatti
imagen en contexto original: https://pixels.com/

Cuando uno está metido en Esto, a veces ve cosas que son mágicas. Y otras veces, pues… sólo ve cosas trágicas. Por ejemplo, en una de las rondas de recolección encontré un bolígrafo clavado en un cráneo. Lo abrí (el bolígrafo) y para mi alegría todavía tenía tinta. Para un historiador, literato y ensayista como yo, es un lujo poder escribir con un instrumento indeleble. Puro realismo mágico. Así que volví a meterle el tubito de tinta y lo guardé en mi bolsa. Pero mi bolsa, como todas nuestras posesiones, está sucia y raída. El bolígrafo se coló por un agujero, cayó de punta contra el suelo de cemento y la bolilla –que le da su nombre— ya no escribió más. Y así en un segundo pasé del realismo mágico al realismo trágico.

Los descubrimientos de alta tecnología son poco frecuentes por aquí. Ivanka que estaba de recolección conmigo quedó en shock. Ella es de las que sí ha meditado sobre la complejidad de fabricar una bolilla de bronce de 0.5mm para embutirla en un cono de plástico conectado a un tanque de tinta tan espesa no se seca jamás. Yo solté una serie de insultos heréticos.

-¿No tienes otro? -me dijo Ivanka.
-Sólo unos pocos lápices.
-Pues no hay manera de arreglar un bolígrafo descartable. Porque como su nombre indica es descartable. Quizá sería más sencillo seguir con los lápices. O pasar a las plumas.
-Esas son mucho más difíciles de conseguir, además si la pluma no es de embolo necesita cartuchos.
-Me refiero a las plumas de los pájaros, como las que usaban antaño.
-¿Y la tinta?
-La podemos hacer con carbón y filtrarla.
-O podría escribir con sangre como el Marqués de Sade…
-No he leído nada de él, pero su método no suena muy eficiente energéticamente…
-Qué coñazo eres.
-Si vas a desangrarte, mejor hacer morcillas.
-Eso sí.

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