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Rusia y Alemania no deben estar juntas

por Robert Lozinski
Imagen en contexto original: expanxión.mx

 

En 2011 escribì un artìculo titulado Riqueza rusa y astucia alemana se dan la mano. En él hablaba de la alianza bilateral ruso-alemana firmada en el verano del mismo año, que fortalecía las relaciones comerciales existentes entre los dos países y abría vías de colaboración también a nivel cultural, científico y humanitario. Determinaron incluso celebrar en 2012 el año de Rusia en Alemania y en 2013 el año de Alemania en Rusia.

Apuntaba entonces que una posibilidad para superar las crisis económicas en Europa  consistiría en establecer acuerdos con Rusia, país que aún dispone de grandes recursos naturales y en cuyo territorio, dada su dimensión, se pueden hacer inversiones de todo tipo y a largo plazo. La alusión al territorio no es casual. Rusia no sufre todavía de superpoblación y dispone de amplias extensiones territoriales donde cualquier país europeo podría crear comunidades propias invirtiendo en infraestructura, agricultura, etcétera.

En 2011, tras 70 años desde el inicio de la II Guerra Mundial, Alemania y Rusia manifestaron el deseo de estar juntos, y esto no viene a ser solo una fórmula retórica. Los intentos de Francia de enchufarse al trato o de hacer cambiar de estrategia al Kremlin en ciertos asuntos fueron rechazados con brutalidad por Vladímir Putin, que no ha mostrado mucho respeto por ninguno de los presidentes franceses contemporáneos: Sarkozy, Hollande, Macron. En general, la actitud de Putin hacia el resto de Europa es de superior a inferior, de jefe a subordinado, y el plan que se viene cociendo en su mente, desde hace décadas, es el de lograr unificarlo todo en un solo espacio: Eurorrusia.

El hecho de que Alemania y Rusia puedan acabar juntos de alguna manera no gusta mucho a otros países, sobre todo a Estados Unidos, que se esfuerza todo lo que puede para que esto no ocurra. Enemistarlos de nuevo permitiría abrir antiguas heridas para salpicarlas de viejos rencores que distan mucho de estar curados del todo. Ucrania acudió a la Alemania nazi para salvarse de la ocupación soviética y terminó ocupada por los propios nazis. Putin recalentó esta vieja simpatía pronazi justificando así su «operación especial»  de desnazificar Ucrania.

Polonia, ella misma una importante potencia colonial en el pasado, mira con circunspección tanto a los alemanes como a los rusos, debido al mal trato recibido por parte de Hitler y también de Stalin; de ahí ese caldo tan favorable para moldear en él un buen conflicto. Que es precisamente lo que está ocurriendo ahora en Ucrania, fomentado activamente desde el exterior por Estados Unidos, que, en su paranoia, ve una amenaza en una Europa y Rusia unidas.

 

2 respuestas a «Rusia y Alemania no deben estar juntas»

En los telediarios no sólo no hacen análisis lúcidos, sino que, además, ponen banda sonora a las noticias de la guerra de Ucrania, que es otra manera de inducirte a pensar lo que «ellos» quieren que pienses. Es decir: Putin, malo; ucranianos, santos.

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