Miguel Pérez de Lema
Entre los muchos proyectos frustrados y diletancias de Proscritos, uno de los últimos y más ambiciosos ha sido la operación Kaczynski. Un comando de élite formado por nuestros mejores veteranos debía traducir, analizar, editar y distribuir su manifiesto «La sociedad industrial y su futuro» (VER ORIGINAL) y otros textos menos conocidos, como su notable «carta a un anarquista griego» .
Yo fui, señor juez, el primer instigador de esta operación, en la que siempre tuvimos la duda de cómo evitar la apología de la violencia que hace el bueno de K. y que le llevó al asesinato. No pudimos resolver el problema, y esa ha sido quizá la mejor excusa para no hacer el trabajo. La damos por buena.
De mi contacto con la obra de Kaczynski me quedo sin duda con su cálculo del desastre al que nos conduce -según él- la tecnología. Y sigo creyendo que la mayor cantidad de gente debería conocer esta idea de K. La idea de que la tecnología es inevitablemente cada vez más poderosa y exigente, por lo que dejará en algún momento de ser una herramienta para el hombre, y será éste quien pasará a ser una herramienta desechable para la primera.
La mente matemática -y genialmente perturbada- de K. lo explica con la precisión implacable con la que se resuelve una ecuación. Creo que eso es lo que despierta tanta admiración entres sus lectores. Por encima del placer de lo prohibido, está -quiero pensar- el reconocimiento de la razón. De la búsqueda de la verdad.
En todo caso, los Proscritos somos gente de ideas y aunque creyéramos en la violencia que K. justifica, que no creemos, para nosotros sería una hermana sucia y desagradable de la belleza que nos ha enamorado: la revelación de una inteligencia extraordinaria que nos advierte de nuestra destrucción.
A eso, nosotros, añadimos el escepticismo, que es un tamiz necesario para no acabar como una chota. Quizá esa sea la diferencia entre un genio como K., o cualquier otro genio, y nosotros.
Lo que pasa es que la vida no son matemáticas y ahí es donde K. se nos agrieta. Para K. no existe la flexibilidad humana, la estética, el amor, la contradicción, el imprevisto, ni la escala de grises. Por eso creemos en su teoría, pero dudamos de su fanatización, de su certeza absoluta -la misma que le lleva a la violencia- y nuestro diletantismo, que nos hace fracasar siempre, nos salva ahora también de radicalismos pueriles. Y de dogmatismos.
La revoluciones son dogmáticas o no son. Y por eso nosotros nunca iremos a las barricadas. Si fuéramos nos pasaríamos el día dudando y haciendo dudar a los demás, con nuestro enfoque: sí, pero…
Seguramente, en medio de una revolución, haríamos méritos para ser fusilados por los dos bandos. Ese es nuestro verdadero lugar. Y eso nos separa de K. en el momento preciso en que él sigue adelante, y es consecuente con sus ideas.
Nosotros, en cambio, somos contradictorios.
Es decir, que estamos seguros de que K. acierta en advertir la tendencia a la esclavitud tecnológica, -¡como que ya vivimos en ella!- pero para nosotros le falta el hervor de lo improbable, de lo esencialmente humano, que es la capacidad de intervenir en la perfección de un proceso, para humanizarlo y llevarlo en otra dirección. Agustín de Foxá escribió una vez sobre la implacabilidad del régimen de Franco»sí, el franquismo es una dictadura, aunque muy atenuada por la incompetencia».
La incompetencia es una forma de rebeldía invencible. Y la más humana.
En esta línea de razonamiento, hay algo más profundo que K. no domina en su análisis, y es el poder de la frivolidad. Las revoluciones son, además de dogmáticas, inflexibles y radicalmente serias. Eso las hace inhumanas y las conduce, a medio o largo plazo, al fracaso.
Esta idea nos la ha dado Ortega, que a comienzos de los 30, ya se preocupaba del avance implacable de la tecnología en su curso «Meditación de la técnica». Ortega es la antítesis de K.. Humanista frente a matemático, señor burgués frente a fanático revolucionario, hombre que busca el justo medio frente al que se escora hasta el extremo. Ortega fumaba en boquilla, llevaba buenos trajes, y era el centro de la vida social y K. vivía sólo, sin agua corriente, como una alimaña, en mitad del bosque.
Ortega nos aclara en su curso que la técnica es consustancial al hombre, que es lo que le separa del resto de animales, y afirma que su valor fundamental es el de ser un síntoma de frivolidad, de lo que no es imprescindible para la supervivencia. Para Ortega «lo humano es lo superfluo».
Sí, lo verdaderamente humano empieza con lo superfluo, el adorno, el agua caliente, la novedad. Mientras que para K. lo humano debe ser lo esencial, la naturaleza, lo permanente.
La cosa está en ver si somos capaces de aprender de ambos. Es la ventaja de los revolucionarios de salón como nosotros.
Kaczynski nos inspira, pero Ortega nos salva.
0 respuestas a «Lo humano es lo superfluo»
Quizá convendría aclarar quién es Kaczynski (ni una sola vez lo has puesto bien, cabrito, he tenido que corregirlo).
Probablemente ese nombre no diga nada a la mayoría de nuestros lectores (como no me lo decía a mí antes de que me pusieras sobreaviso), pero sí les resultará más familiar el sobrenombre de Unabomber, aquel terrorista estadounidense que puso unas cuantas bombitas en universidades y líneas aéreas de su país, mató a unas cuantas personas y ahora cumple condena perpetua (Para quienes quieran saber más: Kaczynski )
Y no somos diletantes, somos pobres. Si nos sobrara la pasta, el libro ya estaría en imprenta.
Ando contactando con los veteranos rezagados a ver si nos ponemos las pilas o aparcamos este proyecto hasta nueva orden (esto es: hasta que tengamos pasta para pagar a todo el mundo)
Me ha gustado mucho el artículo, me parece redondo.
Para guardar en la cámara de tesoros proscritos. Fantástico el artículo. Da gusto pasar por aquí.
Me he confundido en el título de una de las obras. Es «Cartas a un anarquista turco». Tampoco importa mucho.
En cuanto a nuestras pobreza y diletancia,ambas son causa y efecto simultáneas. Lo que yo llamo la dulce pereza de los pobres. Un lujo al alcance de unos pocos.
Y a los que todavía nos visitan, leen, y hasta aplauden, les digo, gracias, muchas gracias.
Aunque lo ideal sería que echarais de vez en cuando unas perras en el platillo para comprarle algunos cacahuetes al mono. O como dijo el viejo Ray: «Shake Your Tail Feather!»
¡Menuda sorpresa!
Por supuesto por reconocer inmédiatamente a nuestro amigo Teodoro. Más trabajo me ha costado ubicar al personaje de la segunda foto.
En las profundidades de mi biblioteca digital, entre Junger, Ernst y Kafka, Franz, encuentro nada menos que 8 archivos en /data/BIBLIO/:
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Cuando la no violencia es suicidio.doc
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – El Manifiesto Unabomber.txt
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Golpear donde duele.doc
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifesto (inglés).odt
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifesto (inglés) .pdf
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifiesto (fragmento).pdf
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifiesto: LA SOCIEDAD INDUSTRIAL Y SU FUTURO.txt
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifiesto Unabomber e historia.txt
Kaczynsky, Theodore J. (Unabomber) – Manifiesto Unabomber (wiki alasbarricadas).txt
Como veís, ya hay traducciones al castellano a porrillo y en su día las coleccionaba junto al original en inglés.
Dondé sí tengo que coincidir con vosotros es en que probablemente no se halle editado en papel en ninguna parte por culpa de esa lacra censurera que es tener bula para decidir qué podría ser perjudicial para la salud mental de los acríticos componentes de nuestras adormecidas sociedades.
Al margen de la quijotesca determinación que le llevó a dinamitar los contemporáneos molinos de viento que veía, la obra de Kaczynsky se inscribe dentro de la corriente primitivista hoy en día más conocida por las obras del anarquista primitivista John Zerzan, principalmente Futuro Primitivo. Ah, buscando a John Zerzan en la carpeta anarquismo, donde encuentro por los pelos Futuro Primitivo… aparece otra copia más del Manifiesto de Unabomber ;).
La lectura de los textos de Kaczynsky y Zerzan es sin duda interesante, pero a mi entender (un entender construido autónomamente en su más amplio sentido) comete un error inicial que nos lleva por un camino equivocado, aunque sea un camino atractivo porque echándole la culpa a la tecnología nos evita a los humanos el tener que cargar con la misma.
El problema es lógico-matemático, desde luego, pero no es material como nos quiere hacer ver Teodoro. No es la lógica-matemática de la materia, y de la tecnología que le da cada vez forma más compleja, la culpable del desarrollo estimado inevitable por Kaczynsky. El desarrollo tecnológico en su vertiente de fuga accelerada no es causa de los males que padecemos… sino mero síntoma. Las cosas materiales no se desarrollan fuera del ciclo natural de las cosas sin que un empuje nacido de la psique humana ponga la voluntad y el empeño.
Donde sí que puedo y debo estar de acuerdo es en que una vez presente la voluntad… las matemáticas son el instrumento más avanzado del genio humano para calcular la optimización del empeño. De ahí que algunos piensen que pueden renunciar a la tecnología y que entonces muerto el perro que erróneamente toman por la causa… se acabó la rabia. Luego, demasiado tarde,… ya habrá lugar de lamentarse de que las cosas no salgan como previstas.
Como decis, le falta lo esencialmente humano… ya he dicho arriba por qué.
Hemos intervenido, y no hay forma de no hacerlo puesto que somos el único motor provisto de voluntad en la sociedad, lo hemos humanizado… y como somos humanos y por ende falibles… hemos cometido errores y hemos construido inmensos castillos de naipes (muchos de ellos marcados) sobre los mismos.
Ortega, desde la necesidad de justificar una lógica burguesa ya contaminada, también prefiere equivocarnos diciéndonos que lo humano es lo superfluo. No, lo humano es lo esencial. Donde radica el interés de lo superfluo… es en el sobreprecio que se está dispuesto a pagar por lo opcional, sobreprecio del cual el burgués extrae la plusvalía con la que alimenta su patrimonio.
Es la necesidad de ir aumentando su patrimonio la que causa que busque lógicas que camuflen su necesidad como natural.
Para mi, lo esencial es pues DESAPRENDER de ambos y de algunos más.
El impulso básico, atávico que nos guia a todos es el afán de supervivencia. Hay dos alternativas posibles… la individual (conservadora, liberal), y la colectiva (ya sea colectivo de individualidades, como la anarquía, como el espíritu de colmena más propio del comunismo).
El problema es que ambas alternativas se desarrollaron empíricamente a través de la historia a través del método del ensayo y error… y que hoy en día coexisten nada pacíficamente y nos encontramos con la complicación de que hay muchos cabos sin atar convenientemente dentro de la lógica de cada una de las estrategias así como incertidumbres en cuanto a los resultados de la interacción de ambas.
A todo eso, algunos tratan de desarrollar el mejor modelo privado para maximizar sus posibilidades de supervivencia en esta sopa casi a punto de ebulición donde todos somos las ranas ;)… cuyo óptimo rendimiento… es despiadadamente a costa de cuantos más mejor.
Madre mía… ¡quién me manda olvidar el pase de corrector ortográfico! Lo siento, eso tiene que doler, Marisol.
Marisol, el ser pobre tiene remedio, con ingenio. El dinero no es más que un pobre sustituto que permite comprar los aportes de una materia gris que a uno le falta.
No es pobre quien menos tiene, sino quien no consigue lo que (cree que) necesita.
Si hay suficientes veteranos, igual vale la pena que me apunte para hablar del modelo de las pilas… aunque no se, igual por bicho raro soy demasiado incompatible.
Bueno, N.O. se nota que te has trabajado el asunto.
Estoy plena y casi violentamente de acuerdo en la metáfora de las ranas. Siempre me ha impresionado ese experimento.
(Oye, mete un poco de Ortega en tu biblioteca, para compensar)
La metáfora de las ranas es desde luego aplicable a la situación actual de muchos millones de personas (si metes una rana en agua en ebullición, saltará y sobrevivirá, si la metes en agua que vas calentado despacito, como no notará mucha diferencia de temperatura, no se moverá y acabará hervida).
Nuestro menor problema en el caso Unabomber, NingúnOtro, no es tanto la pasta – dios siempre provee, bien de dinero, bien de voluntarios que aporten su trabajo-, como los tiempos en que se manejan los distintos veteranos. Uno de ellos se mueve en horas que duran meses, y así no hay manera.
Estoy bastante de acuerdo -por una vez, y sin que sirva de precedente- en lo que opinas sobre Kaczynski. Yo tampoco creo que la tecnología sea el problema. En su momento, tecnología fue utilizar el barro y la sangre para pintar en las cuevas. Creo que el rasgo que más diferencia al ser humano de los demás seres es su necesidad de saber, y esa necesidad es la que le lleva a averiguar cómo funcionan las cosas y a inventar. Si hubiera una catástrofe que aniquilara la civilización y nos devolviera a la edad de piedra, volveríamos a repetir el mismo camino, porque está en nuestra en naturaleza.
No está en nuestra naturaleza, Marisol. Prueba de ello es que hay pueblos y tribus de sobra aún hoy día que no albergan sentimientos destructivos o necesidad de destruir a sus propios miembros o a gente ajena.
De hecho, la izquierda ha intentado recuperarlos para si con el asunto de los Zapatistas, al igual que intenta adjudicarse el mérito de la sensibilidad ecologista. Desgraciadamente, copiar a pueblos que no han mordido la manzana… nos puede parecer idílico… pero no nos libra de la influencia de aquellos entre nosotros que si que la han mordido. No sirve de nada una transfusión del 90% de la sangre… si el virus sigue presente en el 10% restante.
La necesidad de saber es una consecuencia secundaria, resultado del afán por sobrevivir. Luego, podemos pensar en Darwin y argumentar sobre si es el que sobrevive el que va acumulando conocimiento, o el que va acumulando conocimiento el que sobrevive.
La situación actual es fruto de un dilema lógico que surge cuando algunos descubren que quien hace trampas sin ser descubierto adquiere ventaja. Y un dilema ético cuando quien descubre a alguien haciendo trampas ha de decidir entre denunciar al tramposo o apuntarse a sacar para si el mismo provecho.
Terminamos por un lado la inmensa mayoría de gente normal, honrada y pobre, y por otro lado una partida de póquer entre aguerridos tahúres que apuestan con miles de millones que nos quitan de la boca.
Mientras nos dividamos en diferentes manadas de ovejas, cada una esquilada por el tahúr de turno… terminaremos todas en el matadero. Pero hay que establecer el diagnóstico adecuado si queremos salvarnos enviando a todos los tahúres a la cura de desintoxicación que necesitan.
Digo bien cura de desintoxicación, con la supervivencia a salvo, y no la tontería popular de querer pasarlos por la guillotina. Pues la amenaza vital tan preferida por los ignorantes es la que no deja más alternativa que la salvaje defensa a ultranza.
Quizás ahí es donde estoy más cerca de congeniar con la solución radical de Teodoro… cuando la inmensa mayoría de la gente no hace ni el más mínimo esfuerzo por ser racional en base a argumentos lógicos… lo único que queda es intentarlo a bombazos.