por Juan Hoppichler Él sólo era capaz de una acción hermosa: destruirse. Esa destrucción sería su homenaje a la vida, el único del que sería capaz. En Pierre Drieu La Rochelle (París 1893-1945) la herida supura. Es el maldito entre los malditos, al atormentado, el colaboracionista, el chivo expiatorio. Dedicó toda su obra a hablar […]
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