por Marisol Oviaño Cuando el otro día vi a Berlusconi sangrando, me alegré. No por la agresión en sí. Me alegré porque al fin pudimos verle desorientado y conmocionado como lo que es: un hombre viejo. Un anciano. Que se tiñe las canas, se opera cuantas veces haga falta y se vanagloria de seguir siendo […]
Categorías