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amistad en tiempos de crisis

por nidiosniamo

El domingo pasado invité a mi amigo Paco a comer sopa y ropavieja, que preparé con los restos de un cocido que había hecho dos días antes.

Paco tiene varias carreras de ciencias y podría estar ganando mucho dinero si valiera para llevar traje y corbata, aceptar órdenes y, sobre todo, darlas. Pero, ni jefe, ni subordinados, ni mujer ni hijos. Tiene madre, hermanas, sobrinos, amigos y gato: cuando necesita calor sabe dónde acudir. Folla como todos: cuando puede, y es su propio jefe: da clases en plan mercenario en los sitios más insospechados.

Vive austeramente desde siempre, no porque sea pobre (no lo es: tiene su pisito de barrio obrero totalmente pagado) ni porque la crisis haya hecho mella en él, sino porque comprendió hace muchísimo tiempo que, si no gastas mucho, tampoco necesitas trabajar demasiado. Baste decir que la televisión de su casa es de la época en la que las televisiones no tenían mando. Al principio suplió aquella carencia de manera económica e ingeniosa: cambiaba de canal con un palo largo. Pero como al final era un coñazo estar todo el día con el palito, después de muchos cálculos –como hombre de ciencias que es- dio con la solución perfecta: dejó de ver la tele.
Y tan pichi que se le ve al tío, oye.
Si se aburre, lee. O queda con algún colega para tomar una caña. O se va a una casa ocupada a arreglar bicicletas. O se conecta a Internet. Al ordenador no ha renunciado todavía: hasta ahora siempre ha encontrado algún fashion víctim que, para deshacerse de las pruebas de su adicción y del mal rollo que le ha dado haberse gastado lo que no tiene en el ultimísimo modelo portátil, invita a Paco a cenar y le regala el penúltimo.

Vino a mi casa en bicicleta, nos bebimos unas latas de cerveza de marca blanca, abrimos un vino de cuatro euros para la ropavieja y, a los postres, nos salimos a mi terracita. A charlar como viejos ácratas sobre la situación del país mientras disfrutábamos del frío sol de invierno.
Que todavía es gratis.

0 respuestas a «amistad en tiempos de crisis»

Probablemente tiene razón. La libertad está en los márgenes. Pero también zascandileando se disfruta, aunque por otras razones. Lo malo es cuando a uno le gustaría vivir muchas vidas diferentes: San Francisco, Edison, Cabeza de Vaca, Homero, Caravaggio, Bach… Y me temo que el préstamo (es decir, la vida) no da para tanto. La maldición de Adán y Eva no fue parir con dolor y el sudor de la frente, sino tener que escoger.

Yo tambien quiero conocer a un fashion-victim de esos, y que me pase lo ya no le interese, como algún ordenador de ultima generación, Paco es para todos

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