por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original:devilsnephew
Estoy terminando –o eso quiero creer: que ya acabo- de corregir Nadie puede detener a un hombre que ha decidido matarse, la novela en la que llevo trabajando los últimos cuatro años. Empecé a escribirla para intentar comprender un hundimiento que tuvo lugar mucho antes de que Lobo y yo nos conociéramos.
Nadie… no tiene nada que ver con Lobo, es una ficción anterior a él. Pero, como el protagonista de mi novela, Lobo ha quemado todos los puentes antes de sobrepasar ese punto en el que todavía es posible el retorno. Ahora su combustible se acaba y en el horizonte no aparece tierra firme.
Hace días que me aguanto las ganas de llamarle, porque no puedo hacer nada por él, excepto escucharle y mandarle un abrazo. Camino de la trinchera proscrita, marco su número. No tengo ninguna esperanza de que conteste, tarde o temprano se deshará del teléfono, su único domicilio fijo. Pero lo coge, con una voz rota que no tiene secretos para mí: entre nosotros hay un vínculo especial, nos comprendemos como si hubiéramos vivido mil vidas juntos. Pero en ésta nos toca ser conjuntos disjuntos, en ésta a mí sólo me toca aprender de él y escribir sobre ello. Y los dos lo sabemos.
Me habla de la muerte que escogerá cuando llegue el momento, me pide que, si sus hijos le buscaran en el futuro y llegaran a mí, les explique que los quería mucho, pero que ya no tenía nada a lo que sujetarse. Me pide que le guarde en un lugar especial de mi corazón. Me pide que no deje de escribir. Que cuente lo que está pasando en este país, que cuente lo suyo, que escriba sobre él.
Cuando colgamos, pienso que quien me inspiró Nadie puede detener a un hombre que ha decidido matarse, también me pidió en su día que escribiera sobre él.
A mi alrededor, los hombres van cayendo.
Y yo cada día tengo más miedo de lo que escribo.
0 respuestas a «mujeres que escriben de hombres»
Me parece fatal tanta demanda de hombres desesperados para una mujer.Ese Sr. Nadie de la novela debe resultar alguien que sí nos mete miedo. Te pide temas arduos el Sr. debes obvio, tener fortaleza para abordarlo desde donde sea.Susana ( una mujer argentina)
La lógica es implacable, y la estupidez humana también.