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Anotaciones dispersas en el diario de un Rodríguez del Siglo XXI. Corretonas, choricillas y diosas en el Barrio de Salamanca.

Miguel Pérez de Lema

Al llegar esta mañana, bien temprano, he estado mirando por la ventana de la oficina. Harto de todo.

He visto a las corretonas del Barrio de Salamanca. Hijas de familia que hacen estudios interminables, cerca ya de los 30 años, en busca de la perfección como si mañana alguien fuera a seleccionar la raza humana para enviarla a otro planeta (a lo mejor ya están haciéndolo y ellas lo saben).

Llevan un pulsómetro o el i-pod sujeto por una goma en el brazo, van corriendo Ortega y Gasset abajo. Tienen los pechos oprimidos por un sujetador especial y no se mueven un milímetro. Un sujetador maligno, un sujetador post pechos, post femineidad. Como ellas. Fuerte impresión de carencia física y metafísica.

Se ven de vez en cuando otras chicas jóvenes que pasan por aquí. Se han vestido como creen que se visten las ricas, con marcas visibles maximalizadas, gafas enormes, minifaldas de zorra.

Son quizá las criaturas más serviles de la creación.

Se camuflan igual que una jirafa en un gallinero.

Pero hay, ay, también en este ecosistema la jaca total. La cumbre del universo. La calle va a cámara lenta a su paso. Flota. Triunfa. Da vida. Y duele.

0 respuestas a «Anotaciones dispersas en el diario de un Rodríguez del Siglo XXI. Corretonas, choricillas y diosas en el Barrio de Salamanca.»

Si que te cunde la mañana…y eso que es agosto y se supone que casi todas están fuera de Madrid. ¡Que lo disfrutes sin dolor (o no)!

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